Jesús Millán Muñoz.- Lo decía un político ya fallecido, no diré el nombre, porque entonces no seguirá leyendo el artículo, y, lo que importa es que sea consciente de este tema y de esta cuestión.
Tengamos, me pregunto y le indico a usted, tengamos mucho cuidado con los experimentos sociopolíticos. Estos dos últimos siglos, por no decir casi tres o cuatro o cinco, están lleno de experimentos políticos y sociales, de mayor calado o de menor gravedad. Pero enormes experimentos, y, todos, han tenido ideas y consecuencias buenas, pero también, muy malas y muy negativas.
Miren ustedes todas las revoluciones y contrarrevoluciones que se han producido en estos tres últimos siglos, y, se darán cuenta, y, se harán la pregunta, ¿no se podrían haber producido cambios sociales, con consenso, en paz, en tranquilidad, bajo negociación, poco a poco, y, no cambios radicales…? Miren ustedes el mismo siglo veinte, llenos de revueltas, guerras, revoluciones, contraguerras, contrarrevoluciones… que han dejado los campos y las aceras con millones y decenas de millones de personas fallecidas…
Me pregunto y la pregunto a usted, si el ser humano vive y existe en un mundo cultural y sociocultural muy primitivo, nos creemos grandes racionalizadores y pensadores y humanistas, pero en el fondo, quizás seamos una especie muy poco desarrollada y civilizada y humanizada y racionalizada a nivel afectivo-sentimental-volitivo, a nivel intelectual-conceptual, y, por consecuencia en todo el resto de niveles… Nos creemos la cúspide de la vida en el planeta, y, puede que lo seamos, pero también, hemos realizado actos que no tienen nombre, y, solo mirando estos tres siglos…
Europa, en especial, ha llevado tres siglos, por no decir cuatro, de revoluciones constantes, muchas mezcladas y teñidas con sangre –salvo este periodo último, de estos últimos ochenta años, que no hemos caído en conflictos graves, aunque si algunos, ahora estamos en uno-. Europa está teñida de sangre, de revoluciones y contrarrevoluciones, siglo tras siglo. No ha habido siglo que en algún rincón de Europa, no haya habido una revolución sociopolítica o una guerra de un tipo o de otro…
Temo los experimentos sociopolíticos, porque casi siempre, son la fuente de enormes conflictos posteriores. Siempre que una parte de la población desea una cosa, y, otra parte, desea otra, y, no llegan a un punto intermedio, a una evolución pausada, no tanto como unos quieren, no tan poco como otros quieren, hemos entrado en una vorágine de sufrimiento.
Algunos dirán, después que de la quema, surgen buenas cosechas e hierbas y árboles. Pero no es suficiente y no es justificativo, porque todos los millones, decenas de millones que se han quedado en las cunetas, en los campos de guerra, en los campos de concentración, qué hacemos con todas esos niños y niñas inocentes, que han quedado sus cuerpecitos en el dolor de la vida… Podría citar realidades y casos, pero desde las guerras de religión del siglo dieciséis/diecisiete, un grave conflicto, que fue un enorme experimento sociopolítico también, que llenó Europa de dolor y sufrimiento… hasta las revoluciones del siglo veinte…
Por favor, no creen revoluciones sociopolíticas, sean basadas en ideas o sistemas de ideas que están o llevan siglos con nosotros, o sean en nuevas innovaciones, creadas en el gabinete y en el despacho y en la cabeza de algún grupo de ideólogos o pensadores o idealistas o filántropos o lo que quieran. No creen experimentos sociopolíticos, porque la inmensa mayoría de ellos, sean grandes o medianos o pequeños terminan en y como el Rosario de la Aurora, es decir, con enfrentamientos civiles…
Dirán ustedes, y qué hacemos entonces. La cosa es fácil, no hacer demasiadas cosas, la vida va imponiendo cambios, queramos o no. Porque cientos, miles de factores van cambiando, los queramos o no, un panta rhe cultural constante. Esto en primer lugar. Segundo, si se quieren hacer cambios, sean cambios pequeños, pausados, pautados, en las que todas las partes estén de acuerdo, todos dejen algo, todos ganen algo, todos pierdan algo… Así, de ese modo, se andará un metro, pero ese metro, será consensuado, no se andará cien metros sin consenso… los experimentos sociopolíticos de andar cincuenta metros o cien metros, sin consenso global, es lo que produce, que los campos se llenen de dolor y de tristeza y de angustia y de pena y de huérfanos y viudas…
Hoy, en este viaje por el articulismo de opinión que voy haciendo, podría dejar este artículo hasta aquí, y, no mencionarlo, pero creo que debo de realizar este recuerdo y este homenaje y este agradecimiento, hoy, me he hallado frente al espejo de Pedro García Cuartango, que en ABC, del día 10 de julio del 2023, planteó una columna titulada: La Revolución devora a sus hijos. Dónde trata algo de estos temas. Aquí, mi obligación de dar al César lo que es del César, a… Aviso a caminantes, a buceadores, a aviadores actuales…