El CEDOBI. Dos Centros (9)

Una letra es la diferencia. El 11 de febrero de 1993 Carmen Belmonte Useros, alcaldesa de Albacete, y Luis Alberto Arroyo Zapatero, rector de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), firman un  convenio para constituir un centro de estudios y documentación de las Brigadas Internacionales (CEDOBI). El creado en 1989 en el seno del Instituto de Estudios Albacetenses (IEA) se llama Centro de Documentación de las Brigadas Internacionales (CDOBI). Es decir, solo una e marca la distinción en la denominación.

Evidentemente, la reacción de los dirigentes del IEA no se hace esperar. Dos días después se produce una reunión extraordinaria de su Junta Directiva, con el único punto en el orden del día referido al Centro de Documentación. Se acuerda remitir una nota a la prensa y un escrito a la alcaldesa, del que resalto esta frase: “Ante la noticia aparecida en la prensa sobre la creación del Primer Centro de Documentación sobre las Brigadas Internacionales en la Universidad de Castilla-La Mancha, con la colaboración de ese Excmo. Ayuntamiento, nos dirigimos a V. I. para que nos aclare, si esto supone alguna variación en la relación de ese Ayuntamiento con el Centro que desde 1989 existe en este Instituto sobre la misma materia” (Archivo IEA).

Antonio Moreno García,  secretario general del IEA, firma una nota de prensa en la que se indica que desde 1989 existe “otro Centro de similar nombre y función”, nacido gracias a la iniciativa de Francisco Fuster Ruiz. También se dice que tiene su sede en el Instituto y funciona gracias a un convenio suscrito con el Ayuntamiento, a propuesta del Grupo de Izquierda Unida. Así, la Corporación municipal “subvenciona el Centro y el Instituto de Estudios Albacetenses se hace cargo de su administración y gestión, custodia sus fondos y atiende las consultas y visitas de las personas interesadas en el tema” (La Tribuna de Albacete, 19-2-1993).

Por otra parte, el día 17 de febrero tiene entrada en el Instituto, con fecha del día 12, un escrito de Manuel Requena Gallego en el que se muestra el agradecimiento por acoger las actividades del CDOBI desde 1989 y el pesar por tener que abandonar la Institución que solo presta un local. Requena recuerda la solicitud de apoyo administrativo y la negativa, por lo que se ve abocado a buscar “nuevos organismos interesados por el tema y dispuestos a impulsar con medios humanos y económicos esta tarea”. Y notifica el traslado del Centro a dependencias de la UCLM (Archivo IEA). 

El escrito tiene la respuesta de Luis Guillermo García-Sauco Beléndez, director del IEA, en la que se advierte que el Centro nunca fue un huésped albergado en el IEA sino una sección del mismo. Además de otros comentarios y explicaciones, indica la decisión de la Junta Directiva de relevar a Requena de la responsabilidad del CDOBI, que pasa a depender de la Sección de Historia.

De esta manera, se produce una situación que puede resumirse de la siguiente forma: el CDOBI deja de tener actividad en la práctica, pues el Ayuntamiento no contesta a los requerimientos del IEA, y el CEDOBI empieza a funcionar en la UCLM, con la dirección de Manuel Requena Gallego, aunque sin constitución formal. Todavía hay que esperar unos años antes de la creación oficial.

Hasta el año 1996, muy importante en el tema de la BB II, se produce el desarrollo inicial del CEDOBI. Y hay algunos hechos reseñables, como la presentación del ya citado libro Mosaico roto, de Adelina y Paulina Abramson, por parte del rector Luis Arroyo, en el salón de grados de la Facultad de Económicas del campus universitario (La Tribuna de Albacete, 14 y 19-6-1994). O la petición de de un monumento de homenaje a las BB II en su sesenta aniversario, por parte de Manuel Requena, que puede sustituir al erigido en 1937, desaparecido, con la leyenda “A los camaradas de las Brigadas Internacionales y a todas las víctimas del fascismo” (La Tribuna de Albacete, 1-10-1995).

La propuesta origina una importante polémica. Los sectores conservadores, entre los que impera la nostalgia franquista, se muestran muy ofendidos ante la idea y no pueden evitar la comparación con el monumento a la División Azul, quitado en 1994 de la plaza del mismo nombre, con la ocultación permanente de que unos voluntarios luchan por la democracia republicana española y otros por el nacionalsocialismo o nazismo alemán. Domingo Rodríguez Romera, presidente de la Hermandad de Combatientes de la División Azul de Albacete, muestra su rechazo. La voluntad de la corporación socialista, escribe, “es intentar borrar la Historia (en esta ocasión mediante el pico y la almaina)” (La Tribuna de Albacete, 16-12-1994).

Así muestra su contrariedad, por ejemplo, Eduardo Cantos:  “Un monumento a las ‘Brigadas Internacionales’ supondría un permanente recuerdo de un hecho tan lamentable como una contienda civil. Y no creo que haya justificación posible para pedir que se levante en una ciudad que no hace tanto vio, y consintió, que desapareciera otro dedicado a otros voluntarios que se fueron a luchar a tierras extrañas” (“Desde la serenidad”, La Tribuna de Albacete, 3-10-1995).

Por su parte, Luis Parreño considera vergonzoso que Ayuntamiento, Diputación u otra institución oficial cualquiera preste “la más mínima atención a esta propuesta”, cuando hace unos pocos meses se desmontó un monumento con la más alta dignidad histórica. Y termina de esta forma su artículo de opinión: “Siendo la División Azul otra historia más limpia y generosa que las ‘brigadas’, los albacetenses no pueden menos que sentir con un sentimiento de resignación por la destrucción de su monumento, otro de indignación por la petición de los brigadistas” (“Un monumento controvertido”, La Tribuna de Albacete, 5-10-1995).

Las críticas parecen reducirse de momento cuando llega la noticia de que los brigadistas podrán acceder a la nacionalidad española (La Tribuna de Albacete, 29-11-1995). Efectivamente, España reconoce la labor de defensa de la libertad y los principios democráticos que llevaron a cabo los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil española. Se pone de manifiesto unos días después, cuando se les concede, por Real Decreto de 19 de enero de 1996, el derecho a conseguir la nacionalidad española por carta de naturaleza. Sin embargo, el acceso a la nacionalidad por esa vía queda sujeto a la renuncia a la anterior, por lo que un buen número de brigadistas no hace efectiva la adquisición de la nacionalidad española. La Ley 52/2007, conocida como Ley de Memoria Histórica, en su artículo 18, reconoce otra vez y de forma singularizada, la labor de los brigadistas y amplía su derecho a la nacionalidad española eliminando el requisito de tener que renunciar a su anterior nacionalidad.​

En fin, es preciso recordar que durante estos años muchas personas muestran su apoyo a esa idea de reconocimiento. Además de Francisco Fuster Ruiz (1941-2024) y Manuel Requena Gallego (1949-2024), hay que recordar en estos primeros años de Centros de las Brigadas (1989-1995) algunos nombres, en los ámbitos de Ayuntamiento, IEA y UCLM: José Calderón Salmerón, José María López Ariza, José Deogracias Carrión Íñiguez, Ángel Ñacle García, Miguel Sánchez Picazo, José Manuel Peláez Ropero, Rosa María Sepúlveda Losa o Pedro Oliver Olmo.

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