Eduardo Muñoz Martínez.- Faltan apenas unas horas para que termine. Estamos a punto de despedir a 2024. Cumpliremos, de nuevo, con costumbres, tradiciones, protocolos…, que son habituales, pero que tal vez no entendamos, – o no sepamos muy bien -, sus orígenes. Por eso es posible que no venga mal recordarlo.
Para referirnos al origen de la celebración, como tal, de Nochevieja, hemos de remontarnos a los tiempos del Imperio Romano, ya que por aquellas calendas se rendía al dios de aquel pueblo, Janus, que se representa con dos rostros: uno, viejo, con barba…, y otro, joven. El mayor mira hacia atrás, hacia el pasado…, y el joven lo hace hacia adelante, hacia el futuro, hacia el nuevo año que comienza.
En cualquier caso, las primeras celebraciones de Año Nuevo, – que no siempre comenzó el día uno de enero -, de las que se tienen registros a día de hoy, se datan en Babilonia, hace aproximadamente 40 siglos, cuatro mil años, y tenían lugar a finales del mes de marzo, durante el festival llamado «Akitu», y es que el inicio del año estaba marcado, en concordancia, con acontecimientos agrícolas o astronómicos. Otra muestra la tenemos en Egipto, donde comenzaba con la crecida anual del Río Nilo.
Y al hablar del Año Nuevo es poco menos que obligatorio hacerlo de Julio César y de su influencia en el calendario, a través de los tiempos. Y haciendo un poco de historia, recordar que el calendario romano primitivo, – 10 meses y 304 días -, marcaba el comienzo del año en el equinoccio invernal. A lo largo de los tiempos perdió la sincronización con el sol, hasta que en el 46 Antes de Cristo, Julio César resuelve la situación con astrónomos, con matemáticos…, introduciendo el «Calendario Juliano», muy parecido al actual, en el que el día uno de enero es el primero del año.
Respecto a las costumbres españolas, – muy sabidas, por cierto -, recordar al menos dos. De un lado, las «uvas de la suerte», cuya tradición, dicen, procede de 1909, – 115 años ya -, teniendo como origen un excedente en la cosecha de uva, en la provincia de Alicante, y de otro lado la costumbre de llevar, en este día, ropa interior de color rojo, símbolo de la suerte, del éxito y de la fortuna. Es ropa interior porque durante la Edad Media, la Iglesia prohibió vestir exteriormente, ropa en este tono.
Por último, para nuestros lectores, nuestras lectoras, y sus familiares, y para todas las personas, feliz salida de 2024, y mejor entrada de 2025.