La situación de las residencias de ancianos ha alcanzado un punto crítico que no podemos ignorar. Como representantes de la Unión General de Trabajadoras y Trabajadores (UGT), sentimos la responsabilidad de alzar nuestra voz ante la alarmante realidad que enfrentan nuestros mayores en estos centros. La calidad del servicio que reciben es, en muchos casos, inaceptable y revela una falta de atención que no solo compromete su bienestar, sino que también atenta contra su dignidad.
A lo largo de los años hemos sido testigos de cómo el modelo de atención a la tercera edad en nuestra provincia ha sido objeto de un creciente proceso de mercantilización. Muchas residencias han priorizado el beneficio económico por encima del cuidado humano, lo que ha derivado en un deterioro significativo de la calidad de los servicios. Las denuncias sobre el escaso personal, las pésimas condiciones laborales de los profesionales a cargo y las condiciones precarias son cada vez más frecuentes. Esta situación es inaceptable y debe ser abordada de forma urgente.
Los mayores no son solo usuarios de un servicio; son personas con una vida, una historia y un derecho inalienable a recibir un trato digno. La falta de atención personalizada y el hacinamiento en algunas residencias generan un ambiente donde el bienestar emocional y físico de nuestros mayores se ve comprometido. La soledad, la desatención y, en ocasiones, el maltrato son realidades que deben ser erradicadas de inmediato.
Es necesario abogar por un modelo de residencias públicas donde la prioridad sea el bienestar de nuestros mayores y no el lucro empresarial. La gestión pública de estos servicios garantiza una supervisión más eficaz y un compromiso con la calidad del cuidado. Un sistema de residencias públicas permitiría una atención más integral, accesible y adaptada a las necesidades de cada persona, promoviendo la dignidad y el respeto.
Además, es fundamental que la administración pública asuma su responsabilidad en la financiación y regulación de estos servicios. La inversión en recursos humanos, formación continua del personal y condiciones laborales dignas son pilares esenciales para lograr un cambio real en la atención a nuestros mayores. Una persona trabajadora bien formada y motivada es la clave para ofrecer un cuidado de calidad y, por lo tanto, es necesario que se establezcan políticas que garanticen estas condiciones.
La Ley de Dependencia de 2006 supuso un punto de inflexión para muchas familias con personas a su cargo. Supuso un antes y un después en el reconocimiento de derechos y ayudas. Pero también ha servido para mostrar las ‘vergüenzas’ de nuestro sistema público de cuidados ya que -hoy en día- demasiadas personas siguen muriendo en sus listas de espera. El pasado 14 de diciembre la ley cumplía su mayoría de edad y podemos decir que aún queda mucho para que sus postulados sean una realidad en esta sociedad.
Desde UGT hacemos un llamamiento a la sociedad en su conjunto: la dignidad de nuestros mayores no es solo un asunto familiar, sino una responsabilidad colectiva. Debemos exigir a las instituciones que tomen medidas efectivas para garantizar que todas las residencias en Ciudad Real ofrezcan un trato justo y humano. No podemos permitir que nuestros mayores sean tratados como números o como un peso en el sistema. Su bienestar debe ser nuestra prioridad.
En conclusión, la calidad de atención en las residencias de mayores en Ciudad Real debe ser un tema de debate y acción inmediata. Es imperativo que luchemos por un modelo de servicios públicos que garantice su dignidad. No podemos quedarnos de brazos cruzados ante esta situación. La UGT se compromete a seguir trabajando y luchando por un futuro donde nuestros mayores sean tratados con el respeto y la atención que merecen.
En muchos casos nuestros mayores no se merecen morir así”.
Alfonsi Álvarez, secretaria general de UGT Ciudad Real
