A lo largo de las cinco citas semanales programadas en la tarde noche de los martes, en el Museo López – Villaseñor hemos asistido al ciclo de conferencias (desde el 19 de noviembre hasta el 17 de diciembre) que conmemoraban el centenario del nacimiento del artista que da nombre a dicha institución, Manuel López-Villaseñor y López-Cano. En ellas diversos especialistas de la historia y del arte han diseccionado desde diferentes ángulos la vida y la obra del artista y de su museo: la pintura mural, sus amistades, los objetos, el ambiente artístico y la gestación de la institución anfitriona.
En la última cita, este martes 17 de diciembre, hemos presenciado cómo los conferenciantes nos mostraron el proceso de gestación de lo que fue el propio museo, teniendo en cuenta que dicha tarea fue realizada muy en particular por ambos. Así tanto el máximo responsable político del momento, el excelentísimo Sr. Don Lorenzo Selas Céspedes, como el hasta hace poco tiempo principal responsable municipal del Servicio de Museos, Archivo y Patrimonio Municipales del que forma parte el Museo Municipal “Manuel López-Villaseñor”, Francisco Javier López Fernández, nos mostraron el proceso de gestación del museo.
Previamente, el concejal de Cultura Pedro Lozano hacía una breve recapitulación de lo que ha supuesto el ciclo de conferencias para dar a conocer al artista, a la par que el alcalde Francisco Cañizares Jiménez elogiaba la labor realizada por los que iban a ser los conferenciantes de este día y anunciaba que aún no habían finalizado los fastos sobre Villaseñor con la clausura de este año.
Así, Lorenzo Selas Céspedes nos hablaba más en profundidad de la figura de Manolo Villaseñor, nombre coloquial con el que se refería a un amigo, remontándose a los comienzos de la democracia a finales de la década de los 70 cuando como principal responsable de la corporación municipal acometió no sólo el proyecto del propio museo sino que llevó a cabo una labor de rescate de aquellos edificios que aún pervivían y que podían estar a punto de recaer en manos privadas pasando sus solares a constituir los cimientos de nuevos edificios que eliminasen parte del pasado de la ciudad. Recordaba así como en los años 60 y 70 habían desaparecido los edificios emblemáticos de la plaza del Pilar (Palacio de los Messía y el de los Barrenengoa, entre otros) o el antiguo convento de las Dominicas de Altagracia en la calle homónima, cuyo último testigo se encuentra en la Puerta de Santa María, e igualmente cómo había rescatado tanto el edificio del antiguo Casino como la residencia de los Marqueses de Huétor y Santillán, otrora casa natal de Hernán Pérez del Pulgar y actual Museo “López – Villaseñor”, o cómo Ciudad Real por aquel entonces tenía la necesidad de encontrar edificios que acogieran la actividad cultural que al comienzo de la transición comenzaba a germinar. Allí la ciudad se vería en la década de los primeros ochenta con el Museo Provincial de entonces y la sala de exposiciones de la planta baja del Ayuntamiento, a la que acompañarían a comienzos de 1983 el Museo Municipal “Elisa Cendrero”.
Este proceso edificatorio se vería paralelamente en el proceso de negociación que llevó a cabo el propio Lorenzo Selas con Manuel López – Villaseñor con el fin de que parte de su obra fuera cedida. Para ello era necesario un entorno adecuado que, debido a las reticencias del artista (y también de su entorno más cercano en el que se incluían familiares y amigos), debería estar en consonancia con la obra prestada. Muchas idas y venidas se dieron por entonces hasta la firma de un compromiso real el 22 de junio de 1993, cuando ya el edificio abandonado de Hernán Pérez del Pulgar sufriera un proceso de restauración que tendría dos grandes fases: la correspondiente al patio de columnas de la zona noble en 1991, acometida por la Escuela – Taller “Hernán Pérez del Pulgar”, a cargo de José Luis Sobrino, y, ya en el año 2001, la ampliación correspondiente a la conocida como zona de labor de la antigua Casa de Hernán Pérez del Pulgar de aproximadamente unos 1.700 metros cuadrados.
Encontrado y puesto a punto el recipiente donde acoger la obra, era necesario acometer un proceso de negociación con Villaseñor que se había remontado a comienzos de la década de los 80, y que, tras su apertura y bajo la dirección de Francisco Javier López Fernández durante más de tres décadas, comenzaría una vida como “museo vivo” tal como exigió el artista en la que el director municipal diferenciaba tres etapas: hasta el 93 cuando había que afianzar el proceso negociador y la andadura del museo con actividades que fuesen más allá de la propia colección permanente (curso de pintura intensivo de septiembre para años más tarde trasladarse al mes de julio; extensión del curso de pintura, que en comenzó en el inicio de 1993, o el actual Premio de Artes Plásticas que tuvo sus precursores en el Premio de Pintura y de Escultura, por separado, iniciales); de 1993 hasta el 2000, etapa de consolidación, aunque espacialmente circunscrita al patio de columnas; y del 2001 hasta hoy en día, con el superficie actual que va más allá de los dos mil metros cuadrados, donde se acogen no sólo las exposiciones permanente y temporales, sino los cursos de pintura antes citados, diversas actividades tanto en interiores como exteriores, todo ello bajo la tutela de un Patronato que vela por el interés del propio museo que fue una exigencia del propio artista. Además, y de forma reciente, se mencionaron los proyectos pendientes (recuperación de los bocetos de los murales del Salón de Plenos de la Diputación o de los fondos custodiados por la Fundación “Gregorio Prieto”, e incluso la apertura de la que fue habitación del propio Villaseñor con los enseres del artista).
Previamente el ciclo que recordaba a la figura de Villaseñor y al inmueble que lleva su nombre fue iniciado allá por el 19 de noviembre con la primera de las conferencias, “Elogio de Aragón. Villaseñor en el Palacio Provincial de Zaragoza”, cuyo protagonista sería José Ignacio Calvo Ruata, Doctor en Historia del Arte y jefe de la Sección de Restauración de Bienes Muebles, perteneciente al Servicio de Coordinación, Asistencia Técnica y Arquitectura de la Diputación Provincial de Zaragoza, se estableció un paralelismo entre las pinturas murales aparecidas en la Diputación Provincial de Zaragoza y la institución homónima perteneciente a Ciudad Real. No obstante, las divergencias existentes mostraron la evolución sufrida por el artista, pues del reflejo de su etapa italianizante en el edificio zaragozano se pasaría al iberismo que representaban los murales de Ciudad Real.
En segundo lugar, el día 26 de noviembre, en la conferencia “Villaseñor y sus amigos”, el crítico y Experto en el Mercado del Arte y Director de precioyarte.com Joaquín Gallego nos mostraría la relación de Villaseñor, además de con el médico Bernardo Mulleras y con su profesor Ángel Rojas, con los grandes personajes del mundo del arte, destacando por encima de todos ellos la amistad con el arquitecto Fernando Higueras (cuyo reflejo se mostró principalmente en dos episodios que vincularon a ambos: el concurso para la construcción del actual edificio del Ayuntamiento de Ciudad Real, en cuya defensa saldría el artista ciudadrealeño, y la propia edificación por parte del arquitecto de la residencia del artista en la localidad madrileña de Torrelodones) o la relación con el artista tomellosero Antonio López García. A ellos habría que unir, entre otros personajes relevantes, a los críticos de arte Camón Aznar y Enrique Lafuente Ferrari o el coleccionista de obras de Villaseñor Jakob Alfred Eggers, por citar algunos ejemplos.
Además, con motivo de la rueda de preguntas realizada al final de dicha conferencia, el ponente sugirió la necesaria elaboración de un catálogo completo y actualizado para dar a conocer la relevante figura artística de Villaseñor, cuyo olvido obedeció en parte, a partir de los años 70, a su alejamiento del mundo de las galerías y al centrarse en su etapa de reconocimiento institucional y de residencia en Torrelodones.
En tercer lugar, asistimos el 3 de diciembre a la conferencia impartida por Julián Díaz Sánchez, Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Castilla – La Mancha, cuyo título era muy esclarecedor a la par que complejo: “Un silencio táctil. Villaseñor y las cosas”.
Al igual que Joaquín Gallego, en una entrevista de hacía unos años el ponente de la tercera conferencia nos recordó en su momento la necesidad de elaborar un catálogo actualizado de la obra de López-Villaseñor, o Villaseñor sin más, pues esa falta de estudios, unida al alejamiento del mundo de las galerías, había supuesto que el conocimiento de su obra pareciera quedar en el olvido.
Lógicamente, dentro del conjunto de su obra, existe un eje temático que goza de cierta representatividad, aquel que hace referencia al mundo de los bodegones, naturalezas muertas o, como el mismo artista denominaba, “retratos de cosas”. Esas creaciones aparentemente sencillas, algunas de ellas con el número de elementos reducido al mínimo, iban mucho más allá al mostrar el bagaje cultural que siempre caracterizó a Manolo Villaseñor, como algunos de sus amigos le llamarían, pudiendo mostrar la influencia no sólo literaria sino pictórica de la que fue heredero el artista tal como reflejarían este tipo de obras. Ejemplos destacados de ella sería su primerizo “Uvas y melón” o los homenajes a grandes pintores y literatos como Zurbarán, Sánchez Cotán, Juan Alcaide o Vermeer.
En cuarto lugar, el día 10 de diciembre, tras las conferencias precedentes en las que la pintura mural de Villaseñor se hacía presente más allá de la Diputación de su ciudad natal encontrándose en la institución homónima de Zaragoza, se jalonó el mundo de los amigos del artista o mostró cómo Villaseñor en sus “retratos de cosas” iba más allá del aspecto puramente formal, el universo de Villaseñor, de aquel niño desamparado, de su etapa en el Hospital de San Carlos, la relación con su madre, el realismo más allá de la figuración, su vinculación con la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, todos estos aspectos los fue hilvanando el ponente Javier García – Luengo quien, desde su doctorado en Historia del Arte por la Universidad de Salamanca, su actividad docente e investigadora en diversas universidades (Rey Juan Carlos, Valencia, Carlos III de Madrid…), su pertenencia a diversas instituciones académicas (A. Hispanoamericana de Ciencias, Artes y Letras de México, A. Andaluza de la Historia, Comité Ejecutivo del Patronato de la Fundación Gregorio Prieto, colaborador del área de Didáctica del Museo del Prado, Instituto de Estudios Manchegos) nos mostró en el “Ambiente artístico de Villaseñor” el aspecto humano con el que el artista reflejaba la vida cotidiana: sus padres, las despedidas en los diversos éxodos, etc.
Como ya comentábamos al comienzo al glosar los aspectos más destacados de la quinta y última conferencia sobre Villaseñor: “Génesis de un museo. el Museo Municipal M. López – Villaseñor”, por Francisco Javier López Fernández. Director de los Museos, Archivo y Patrimonio Municipales desde abril de 1991 a octubre de 2024 y Lorenzo Selas Céspedes. Alcalde de Ciudad Real de 1979 a 1993, llegamos al final de dicho ciclo, coronando el siglo de existencia de Manuel López – Villaseñor, aunque la programación que homenajea a dicho artista no se concluirá aquí, sino que tendrá continuidad en el próximo año.
Por ello, Lorenzo Selas finalizaba la conferencia de hoy remitiéndose al propio Villaseñor, a su amigo Manolo, diciendo: “¿Estarás contento no?”, respondiendo con ello a aquel deseo que tuvo el artista de que el museo fuese “una obra viva y abierta” (La Tribuna de Ciudad Real, 3 de mayo de 1991).
¡FELICES FIESTAS A TODOS Y HASTA EL PRÓXIMO AÑO!
MANUEL CABEZAS VELASCO, 17 de diciembre de 2024