Ciudad Real: Esteban Jiménez González presenta «Sin título, propiamente dicho»

Eduardo Muñoz Martínez.– El próximo 20 de diciembre, la Biblioteca Pública del Estado, en nuestra capital, – concretamente su salón de actos -, acogerá la presentación del libro titulado «Sin título, propiamente dicho», a partir de las 18:30 horas, del que es autor Esteban Jiménez González, en un evento que cuenta con la colaboración de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, Bibliotecas Públicas de Castilla la Mancha y la, cómo ya hemos dicho anteriormente, Biblioteca Pública del Estado, de nuestra ciudad. Esta «ópera prima» de Jiménez González será presentada por Enrique Jiménez y Antonio Galán y está prologada por el humorista, hijo del pueblo de Montiel, José Mota.

Aunque es un hombre, sin duda, muy conocido, – cuando menos -, en la sociedad ciudadrealeña, no estará de más dar alguna «pincelada» sobre Esteban Jiménez González, que nace en 1959, en Villanueva de los Infantes, , licenciado en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Desde 1993 trabaja en la Biblioteca Pública del Estado de Ciudad Real, en la que continúa, – aunque se jubila en breve -, cómo técnico encargado del Fondo Antiguo, la sección local y el sector de Consulta y Referencia.

Es autor de artículos y colaboraciones en diferentes revistas, principalmente relacionados con la historia y el patrimonio artístico – cultural de Villanueva de los Infantes y del Campo de Montiel. Este conjunto de relatos que ahora presentará supone su primera aventura literaria en el campo de la ficción.

Conocemos al «padre de la criatura», literariamente hablando, y entiendo que es el momento adecuado de hacer lo propio con el «Hijo», y acometo tal menester de acuerdo con la sinopsis de la obra en cuestión. En las bibliotecas nunca pasa nada extraordinario. Casi nadie les atribuye propiedades especiales de seducción ni de diversión. Para la mayoría son meros depósitos de libros que conservan nuestra memoria cultural secular; espacios tranquilos, silenciosos y tristes relacionados con el sufrido acto de estudiar.

Los bibliotecarios, por su parte, casi siempre son vistos cómo personas serias, eruditas, distantes…, siempre vigilantes de esa sabiduría conservada y de mantener el silencio. Seres al margen de cualquier suceso divertido, extravagante y molesto, reservados a otros profesionales de la cultura: músicos, poetas, cómicos o danzantes.

Con esta finalidad nació este manual un poco gamberro, heterodoxo e irrelevante, para mostrar que las bibliotecas no son lugares melancólicos, ni aburridos, ni deprimentes y que, dentro de ellas suceden hechos normales y cotidianos sí, pero que pueden convertirse en extraordinarios y mágicos cuando son vistos a través de la mirada de quien las ama y las vive.

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