Jesús Millán Muñoz.- Durante siglos se ha indicado que llega un momento que toda persona, por diversidad de razones, motivos, causas y fines atraviesa la línea del mal, se sale del bien hacia el mal.
Y, toda persona, todo individuo con y en esa tentación hacia el mal, le ocurre diversas veces, en su existencia, en diversos temas, circunstancias, reiteramos motivos o razones o fines o intereses. Esa línea que ante un tema equis, puede escoger el bien, que quizás es o sea no hacer nada, o, puede escoger hacia el mal, tomando una dirección u otra. Y, esto le ocurre a toda persona, es esa lucha eterna, de toda la vida, de todo individuo o persona que tiene que luchar entre el bien y el mal consigno mismo, y, consigo mismo en relación a otras personas…
Esta tentación hacia el mal, no solo la tienen los grandes cargos que llevan las grandes cargas de una sociedad, en algún terreno de la realidad humana: económica, política, social, cultural, etc. Sino toda persona, incluso, aunque se crea que no tiene o no tenga ninguna prestancia social y económica, que lleva una vida rutinaria y diaria, que nadie se fija en ella. La tentación al mal, a multitud de males, un mal grave, para sí mismo o, y, para otras personas, es una realidad humana. Durante siglos y milenios, todo el mundo lo conocía esta teoría y esta realidad, y, lo sabía, y, todo el mundo lo combatía, especialmente, dentro de una ética y moral, venida de siglos, y, sobretodo con una moralidad religiosa, especialmente, en Occidente, del cristianismo, que era una decantación de valores y de ponderación de siglos…
Uno, un individuo puede ser consciente, que no todos los días, posiblemente sufra tentaciones graves al mal o a algún tipo de mal, pero si de vez en cuando, en un tema o en otro. Siempre se ha indicado, desde la racionalidad humana filosófica, existen actos buenos y actos malos, acciones negativas o males leves y existen las graves. En lenguaje religioso pecados veniales y pecados mortales.
Para que se produzca un mal o pecado mortal, según la teología cristiana, se tienen que dar diversas circunstancias, “materia grave, realidad grave que se disloca o se realiza”, “libertad del individuo que lo hace, o suficiente libertad”, “voluntad de hacerlo o suficiente voluntad de realizarlo”, también algunos autores indican “consciencia de ser un mal grave” –bueno, esto vayan y aconséjense por los teólogos del cristianismo o el cura de su parroquia, o los grandes filósofos, que no es el caso de este modesto escribiente-.
Pero sí que toda persona, sufre una grave tentación de vez en cuando. Y, pueden ser en diversidad de materias. Clásicamente, desde Grecia, vienen las virtudes cardinales –prudencia, templanza, fortaleza, justicia-, que serían los escudos y espadas para luchar contra el mal, digamos, unas de las herramientas que todo ser humano dispone, y, por otro lado, estarían los males graves, que se han sintetizado en los famosos de la lujuria, ira-cólera, gula, acidia-pereza, avaricia, envidia, vanidad-soberbia.
Esos errores morales graves, se les denominan capitales, de la palabra latina “capita”, cabeza, porque si una persona cae, actúa de una manera errónea, un error moral grave, psicológico moral, es o son cabeza de otros errores morales graves y leves –alguien que se emborracha, que es un mal grave, puede ser la causa de un accidente mortal, por ejemplo-. Esta es la lucha, la vida es corta y es larga. Es corta, porque nos parece que vivimos y la vivimos poco tiempo, pero es larga, porque el ser humano, igual que es sujeto y objeto de muchos bienes, bienes en muchos sentidos y dimensiones, también el hombre es tentado por muchos males, muchos males en diversidad de temas y en diversidad de sentidos.
Es cierto, que no todos los humanos somos tentados por todos los males graves, del mismo modo o la misma manera o al mismo tiempo. Pero también es cierto, que todos estamos sometidos a males y tentaciones hacia los males –desde nuestro interior, o desde el exterior-. Que llega en un tema equis, en un tiempo zeta, que uno arrastra o lleva dentro de sí, una lucha interna grande y grave, si toma esa aptitud o actitud o no lo hace, si actúa de ese modo o no lo hace.
Y, podríamos poner miles de ejemplos, la literatura está llena de casos y de ejemplos. Para eso sirve la literatura, para sernos y crearnos modelos. Y, después, cada vida sufre los suyos. Y, ahí, están esas “normas universales morales”, los “mandatos de Moisés”, como normas universales, aunque no se sea creyente, y, desde luego la teoría de los siete errores morales graves, si se mira desde la filosofía o racionalidad, los pecados capitales o, si se observan desde la teología cristiana…
Todos estamos tentados, pero la cuestión es no pasar el Rubicón del mal o la línea del mal, de ese mal concreto, de caer en la tentación, de caer en el mal, un sujeto puede caer en la lujuria, otro en la avaricia, aquel en la soberbia… Esta es la lucha humana. Y, observen, y verán ustedes, que ustedes mismos, en muchas temáticas, están en el borde del precipicio. No todos los días… pero si de forma rutinaria, se puede caer en un mal o caer en otro. La realidad es enormemente variada y compleja y sencilla.
Esta es la realidad humana, de toda persona o individuo, de toda clase social o ideología o color de piel o religión o edad. Esta es la tentación grave. Tenga usted cuidado, porque si pasa el Rubicón hacia el mal, ha caído usted ya en el mal, o en la maldad, en un tipo de mal.
Le diré una tentación de los escritores, muchos saben y sabemos, que si llenamos y rellenamos nuestros escritos y relatos, de tales temas y de tal mirada o perspectiva, tendríamos posiblemente éxito, si no al primer libro, si al quinto, porque eso demanda mucha población. Pero entonces, estaríamos incentivando a otros al mal y a la maldad, al mal de la avaricia, de la lujuria, del poder sin reglas, y, mil otras cosas. Muchos escritores lo saben, e, intentan no caer en ese mal, muchos otros, lo saben, pero caen…
Unos, que no caen, están condenados al fracaso como escritores toda la vida, y, después de su vida, otros, que caen en esa tentación o males, tienen mucho o poco éxito, en esta vida, y en este oficio –no quiere decir, que todos los que tengan éxito, han caído en las tentaciones-, pero le estoy narrando un ejemplo de tentación. Quizás, quizás usted examine las suyas, en este momento…
¡Usted, su tentación puede ser manipular a otra u otras personas, o engañar para conseguir un fin, o quizás, la suya sea una tentación de lujuria, o, quizás de constante ira y cólera, con algunas personas, o de envidia o de avaricia o… o…! Paz y bien.