Conversación y comida en La Catedral

Si concluyes por consenso que Paul McCartney es uno de los mejores músicos de la historia, merece la pena el tiempo invertido. Y si el amigo José Rivero anda dubitativo en si va o no va al concierto que el octogenario ‘beatle’ va a dar en Madrid… o si el amigo Isidro Sánchez tan documentado él, precisa que fue Manuel Fraga el hacedor de que los chicos de Liverpool vinieran a Las Ventas a tocar en tiempos de Franco para abrillantar la dictadura, mejor. Ya no te digo si para Santos G. Monroy los Beatles son un ansiolítico que le calma las aguas del desasosiego. Y si Manuel Cabezas tiene que dejar la sobremesa para irse al Museo donde trabaja porque la cultura es muy puñetera y si  Antonio Fernández descifra el enigma musical del histórico cuarteto para espantar otros fantasmas conspiranoicos y cita de pasada a los Beach Boys… pues el tiempo fluye y fluye mucho. Y ya no te digo si Manuel Valero adquiere La mujer del abanico,  primera novela de Manuel Fuentes,  ay los manueles escritores, ante la supervisión comedida y noble de Eusebio García del Castillo. Luis Mario, el amigo de los toros se fue antes pero nos envió una hilarante foto con una pizca de mala leche.

Es lo que da de sí -dio de sí- el encuentro anual de los colaboradores de Miciudadreal -MICR, para los amigos y enemigos-, todos delicatessen de humanidad militante con quienes cualquiera se siente tan importante como para verse tentado a escribir sus memorias. Ja.

Pero lo mejor de todo es el encuentro en sí. Tenemos la costumbre de vernos en torno a una mesa y charlar de todo, y pasar por la analítica comensal todo cuanto sucede en este loco mundo y en esta sufrida e España nuestra. Pero con humor. Y ya va para unos cuantos años que no faltamos a la cita convocados por los amos de un diario digital que es uno de los mejores de Castilla-La Mancha que no está feo que lo digamos porque es la verdad. Y hay que ver lo que se aprende con estos pollos que a veces dan asquito de tanto como saben.

Así que repasados todos los temas de conversación, y por supuesto sin arreglar absolutamente nada, fueron pasando las horas en animada charla, prueba irrefutable de buena armonía. El tiempo es eso que no existe cuando estás en buena compañía que dijo Oscar Wilde. Pues eso. Con antelación suficiente tuvimos ocasión en la despedida de agradecer a los jefes Santos y Eusebio por contar con este equipo de colaboradores y de  desearnos un buen mes de diciembre y un buen año. Comimos en La catedral, un bareto de toda la vida pero atestado de gente, donde de vez en cuando se puede oler un chutazo a incienso cuyo sobrevuelo actúa como linimento. Qué tendrá el incienso. Es todo. Quedamos citados en 2025.

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