Juan José Padilla demostró anoche en Almodóvar del Campo que ‘no hay quinto malo’ porque, aunque regresó a esta localidad manchega sin vestir el traje de luces como sí había hecho en las cuatro anteriores ocasiones, se ganó la puerta grande del sentimiento en el colofón de charlas de la XXXIII Semana Cultural del Club Taurino ‘Almodóvar’.
Noche mágica en la que ejerció de maestro de ceremonias el periodista Roberto Gómez, haciendo gala una vez más de una pasión desmedida por la tauromaquia y por amistades como la que le une al diestro de Jerez de la Frontera que,retirado de los ruedos hace siete años, atesora un ejemplo de vida digno de relatar, tal y como así hizo ante un público entregado.
Antes de así evidenciarse, el presidente del Club Taurino ‘Almodóvar’, que completó la mesa de oradores en la que también estuvo el concejal de Festejos, Roberto Donoso, daba la bienvenida destacando la relevancia profesional y figura humana de Padilla, a quien calificó de “maestro del toreo” y figura “querida y admirada dentro y fuera de los ruedos”.
Carmelo García rememoró con orgullo los momentos en los que el invitado toreó en Almodóvar del Campo, comenzando en 1993, cuando se presentó como novillero y destacó tanto que fue nombrado triunfador de la FeriaTaurina de aquel año, ganándose desde entonces el cariño de los aficionados locales.
Recordó su regreso en 2002, ya como matador, compartiendo cartel con El Fundi y Luis Miguel Encabo; el del año siguiente, alternando con Víctor Janeiro y Serafín Marín; y la última, en 2014, junto a Iván Fandiño y Antonio Nazaré. En todos los casos, aseveró García, dejando una marca imborrable en cada una de estas comparecencias.
De alguna de ellas se pudieron visionar varias faenas en la antigua plaza de toros portátil, a través de un vídeo que quiso retratar la persona y a lo largo del cual quedó patente tanto su habilidad como torero y entrega absoluta ante los astados, como su calidez y cercanía con el público, siendo especialmente sentido el momento de su retirada.
De eso volvió a dejar su impronta a continuación Juan José Padilla y de la mano de una charla, no ya entrevista, con Roberto Gómez, el torero gaditano abrió su corazón a los presentes, entre ellos muchos llegados nuevamente de otras poblaciones y dejó momentos de emoción y anécdotas que mostraron su profundo amor por el toreo y su espíritu inquebrantable.
Padilla reconoció el cariño que siente por Almodóvar del Campo, donde afirmó sentirse “hermano” gracias a la acogida que siempre le ha brindado la localidad y que anoche mismo revivía desde el mismo instante en que asomó por el escenario, cuando ya hubo de saludar desde allí ante la gran ovación que recibió.
Y como el primer día de la presente Semana Cultural Taurina, en este caso de la mano de Gómez, Juan José tuvo ocasión de saludar por teléfono e intercambiar emotivas palabras con tres grandes personas que han marcado parte de su carrera, como El Soro, Iñaki González y Adolfo Suárez.
Por otro lado, en la mente de todos estaba anoche aquella tarde de octubre de 2011 en Zaragoza, cuando sufrió el grave percance que le cambió la vida y de aquella experiencia el diestro compartió cómo tras la cornada que le hizo perder el ojo izquierdo, tuvo que enfrentar una ardua recuperación física y emocional.
En aquellos días oscuros que se sucedieron, reconoció el apoyo incondicional de su esposa Lidia, presente ayer en el patio de butacas, y de sus hijos, Paloma y Martín, quienes lo ayudaron a encontrar la fuerza para volver a los ruedos, admitiendo que su regreso a las plazas no solo fue un acto de valentía, sino de redención personal.
Asimismo, su fe y creencias le ayudaron a superar todos aquellos momentos que han sido más difíciles a lo largo de su vida, encontrando un refugio permanente en la oración, que como practicante católico mantiene desde pequeño. “Siempre me apoyé en la fe, es algo que me ha dado fuerzas para seguir adelante”, confesó.
Pese a las terribles circunstancias en los ruedos, Padilla dejó claro que si pudiera nacer de nuevo, elegiría ser torero otra vez y recalcó que, para él, la esencia del toreo va más allá de los triunfos en la plaza y se encuentra también en la ilusión por prepararse, en los viajes, en los compañeros, en los trajes de luces y en la entrega total a la profesión.
“Lo bonito de ser torero es dedicar tu vida a ello, es un veneno incontrolable”, afirmó quien procede de una familia de panaderos, subrayando que, a pesar de los momentos de sufrimiento y lágrimas, el toreo le ha brindado más satisfacciones de las que hubiera imaginado, en alusión a otros momentos inolvidables de su carrera.
Juan José puso ejemplos que así lo atestiguan, como por ejemplo su salida por la Puerta del Príncipe en la Maestranza de Sevilla, que significó como uno de los momentos más trascendentales de su trayectoria en los ruedos, pero también recordó lo difícil que le fue triunfar en Zaragoza, una plaza que siempre se le resistía.
Tan ilustre invitado, que antes estuvo en el vecino templode la Virgen del Carmen y fue agasajado, junto a su esposa, por la Hermandad con recuerdos de la patrona almodovareña, tuvo tiempo de reverenciar a Rafael Ortega Domínguez como el torero que más ha admirado, porque “me enseñó las bases del toreo siendo muy niño, con trece años, en su finca ‘El Acebuchal’ en los Caños de Meca(Cádiz).
Rememoró sus clases con este diestro, que fue referencia de las plazas españolas a mediados del pasado siglo y la década de los 60, y habló de Dámaso González como una figura “inconmensurable”, destacando también entre otros a diestros de la talle de Paco Ojeda, César Rincón o Enrique Ponce y, en la actualidad, de Roca Rey.
Padilla alentó asimismo a los jóvenes que sueñan con ser toreros, asegurando que el mundo del toro está lleno de oportunidades para aquellos que están dispuestos a luchar y superarse, por lo que desde una visión apasionada por esta profesión invitó a no cejar en el empeño si de veras se cree en ella.
También hizo hincapié en la importancia de fomentar la afición taurina entre las nuevas generaciones y destacó el compromiso de los aficionados que llenan los tendidos en cada feria, un gesto que considera vital para mantener viva la fiesta, algo que le llena de profunda satisfacción.
Y respecto a su trato con los medios de comunicación, Padilla admitió que, en general, ha recibido un apoyo positivo. Sin embargo, no dejó de mencionar algunos episodios en los que sintió la dureza y la injusticia de ciertos profesionales de la información que buscaron dañarlo y aunque uno le pidió perdón, luego volvió a las andadas.
Con éstas y otras confidencias que hizo en un ambiente de firme lealtad, Juan José Padilla completaría una noche llena de emoción y que dejó una profunda huella en todos los presentes, quienes ovacionaron de pie a un torero que ha sabido ganarse el respeto y el cariño del público tanto dentro como fuera de los ruedos.
Mencionar asimismo que el concejal Roberto Donosovaloró la relevancia de ambos invitados, reconociendo en el maestro Juan José Padilla todo un ejemplo de superación y en el caso de Gómez su desinteresada colaboración con el pueblo en las diversas ocasiones en las que se ha desplazado.
El edil aludió al emotivo recibimiento que tuvo el torero al llegar al Teatro Municipal y que fue fiel reflejo del afecto que le tiene la gente porque, aseguró, “has marcado un antes y un después en el mundo del toro”, mencionando cómo tras la trágica tarde en Zaragoza, Padilla mostró una fortaleza y una superación que son inspiración para muchas personas.
Por otro lado, Donoso destacó el papel de los aficionados y del Club Taurino ‘Almodóvar’ en el éxito de la Feria Taurina almodovareña, en particular con un número de abonados que supera ya los 1.200, algo de lo pocas plazas pueden presumir, como explicitó el responsable municipal de Festejos.
Gran parte de este éxito compartido lo reconoció en la labor de la empresa Arenas de San Pedro, que regenta Jorge Cutiño, y quiso reiterar el compromiso del equipo de Gobierno que encabeza José Lozano en seguir apoyando los festejos taurinos, tanto en su vertiente popular como en los eventos de feria para que sea referente en todo el país.
Que paradoja, gente que disfruta torturando y dando muerte a unos animales, y se fotografian delante de la Virgen.
Si pudiera la Madre de Cristo, se bajaba del altar.