Por José Belló Aliaga
La Fundación Canal presenta Matisse Metamorfosis. Esculturas y dibujos, una exposición que aborda la importancia de la obra escultórica de Henri Matisse y su proceso creativo, en el que la representación de la figura humana y su evolución desempeñan un papel primordial.
La exposición de la Fundación Canal ofrece una visión renovada de la versión inicial de Matisse Metamorfosis, presentada por el Kunsthaus Zürich en 2019 y después en el Museo Matisse de Niza en 2020, con una nueva configuración y selección de obras concebida para ilustrar el viaje de Matisse desde el academicismo figurativo hacia la abstracción. Una metamorfosis de la figura que acompañará a Matisse a lo largo de toda su carrera.
Presentación de la exposición Matisse Metamorfosis. Esculturas y Dibujos, en Fundación Canal, calle Matero Inurria, 2
Treinta y tres esculturas
Organizada con la colaboración del Museo Matisse de Niza, el museo Kunsthaus Zürich y el apoyo de Manifesto Expo, reúne un conjunto excepcional de treinta y tres esculturas (más de un tercio de su producción escultórica conocida), dibujos, litografías y un lienzo de Matisse, además de dos esculturas de Aristide Maillol y fotografías y documentos de la época. Un total de 66 piezas agrupadas en cinco secciones que se corresponden con cinco motivos diferentes y poses que el artista exploró y repitió de forma continuada durante toda su producción artística: figuras agachadas, figuras tumbadas, figuras con los brazos levantados, retratos, y motivos y variaciones.
La escultura, una faceta menos conocida de Henri Matisse
Henri Matisse (1869 –1954), uno de los artistas más influyentes del siglo XX, no solo exploró la pintura, sino que también compaginó esta faceta con distintas expresiones artísticas, como la escultura, el dibujo, el grabado o el collage. Esta exposición se presenta como una ocasión única para conocer su producción escultórica, una de las menos conocidas y que permite profundizar en un Matisse muy diferente al Matisse pintor presente en el imaginario colectivo.
La escultura forma parte de pleno derecho en la obra de Matisse, y pese a haber disfrutado de la misma proyección hasta el momento, hace gala de una extraordinaria calidad, a la altura de su pintura, y de un estilo original y personal que tiene la impronta propia de la modernidad.
La exposición toma como punto de partida la evolución del artista en la transformación de la figura humana a través de variaciones repetitivas y seriadas a partir de las cuales desarrolla su escultura y se exhibe en relación con los grandes temas de su vida: sus obsesiones con la forma femenina, la naturaleza, sus magníficos estudios fisonómicos y la plasticidad de los volúmenes.
En Matisse, estas variaciones son estudios a los que acude una y otra vez. Se trata, cada uno de ellos, de obras terminadas y con entidad propia, rompiendo así con la idea de una progresión en la que el primer estado es inferior al estado definitivo, para situar en el mismo plano las diferentes evoluciones y transmutaciones del mismo elemento.
Figuras agachadas
La figura acurrucada o encogida es una repetición constante en la obra de Matisse, ya sea esculpida, pintada o dibujada. En la práctica escultórica contribuye a reconsiderar su enfoque de la forma y el espacio. Como escultor, Matisse centra su interés en el modelado de figuras, fundamentalmente desnudos, en pequeño formato, que le sirven para el estudio del cuerpo humano y la experimentación mediante formas que luego aplicará a su pintura. Su interés se focaliza en la esencia de la figura, más que en la representación exacta de la realidad.
Este repertorio de formas, que toma como base la estatuaria clásica, el arcaísmo griego o la escultura egipcia, entre otros, evolucionará a una escultura moderna, influida por artistas contemporáneos a Matisse, como Aristide Mailllol o Auguste Rodin. La inspiración clásica se refleja de forma intercalada en diferentes etapas de su producción, como en el bronce Venus agachada (1918-1919).
Figuras tumbadas
El desnudo reclinado, en particular el femenino, sirve a Matisse para explorar el cuerpo en descanso, en estado de relajación, y las curvas que en él se generan. Representa una exploración de la sensualidad, la calma y la intimidad, temas recurrentes en los estudios del artista. La postura tumbada en sus esculturas permite una observación del cuerpo en su estado más relajado y natural.
Al optar por figuras recostadas, Matisse podía explorar la curva natural de la espalda, la caída de las extremidades y la interacción entre el cuerpo y el espacio, todo con un enfoque en la armonía y la fluidez de la forma. Con Desnudo recostado con camisa (1906), Matisse retoma el motivo procedente de la escultura clásica de la Ariadna dormida.
Figuras con los brazos levantados
La figura femenina con los brazos levantados también experimenta su propia metamorfosis con Matisse. Si bien en el apartado anterior explora el cuerpo relajado, con esta pose estudia el cuerpo en tensión a través de formas estilizadas y dinámicas, que unidas a una pronunciada verticalidad acentúan la sensación de tensión y energía en el cuerpo. La escultura Desnudo de pie, muy arqueado (1906) tuvo como primer título Andrómeda, tomando de nuevo como referencia la estatuaria clásica del Louvre estudiada por Matisse.
Cabe destacar en este apartado el Cristo de la Capilla de Vence (1949), una de las últimas esculturas del artista y que resume 40 años de estudio en torno a la figura con los brazos alzados.
Retratos
En el ámbito de la escultura, los retratos se circunscriben para Matisse a una cierta dimensión afectiva, ya que moldea los rostros de sus familiares y de sus modelos. En cuanto a la técnica, solía utilizar el sistema de series en sus esculturas, realizando así una exploración que ya Rodin había comenzado años atrás. Llevaba una obra a un estado con el que estaba satisfecho, la hacía fundir y comenzaba la siguiente obra de la serie utilizando el original o un molde de primera.
Nuevamente, no debemos ver estas esculturas como una serie expresa de etapas provisionales o estados que pertenecen a una resolución final, sino como una obra completada que da lugar a alteraciones posteriores de la obra anterior, pero que existe de forma independiente.
La exposición incluye tres de los cinco retratos de Jeannette (I, II y IV), donde Matisse explora diversas técnicas de creación. En la serie más tardía de tres cabezas de Henriette (1925-29), demuestra otra vez esa distancia escultórica que el artista toma de la modelo con el paso del tiempo, como en los retratos esculpidos de Marguerite (hija de Matisse y de Caroline Joblaud) y que tiende más a esa especie de abstracción figurativa.
Motivos y variaciones
Esta última sección muestra los procesos de repetición y variación en torno a un mismo tema que caracterizan la obra de Matisse, en este caso a partir de un óleo sobre lienzo y de una serie de dibujos basados en él y realizados con veinticinco años de diferencia.
El uso en los dibujos de Matisse del leitmotiv en serie a través de diferentes técnicas también permite comparar distintos tratamientos posibles de un mismo tema, cada uno de los cuales da lugar a una forma acabada y autónoma.
El óleo Rama de hiedra (1916), un préstamo excepcional para esta exposición, se pinta durante la Primera Guerra Mundial. En este periodo el estilo fauvista de Matisse transiciona hacia uno más introspectivo y simplificado en el que priman las tonalidades apagadas de ocres, tierras y negros. Intentando acercarse a la particularidad de la planta, captura el movimiento arabesco de las hojas que tienden hacia arriba, prácticamente con el mismo gesto de algunas de sus esculturas con los brazos levantados.
Sobre la Fundación Canal
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José Belló Aliaga