Eduardo Muñoz Martínez.- Se celebra, con carácter universal, el próximo día 20 la 81 Jornada Mundial de las Misiones, más conocida a nivel popular como «el día del DOMUND», que estoy seguro para muchos, y muchas, traerá hermosos recuerdos protagonizados por aquellos «chinitos», «negritos»…, de cerámica, algunos un tanto desconchados, de las huchas naranjas…, que en nuestros tiempos no tienen tanto que decir, – parafraseando el título de algún programa de Miguelturra Televisión -, siendo aquellos tiempos, yo los he vivido, cuando pedíamos para el DOMUND.
En este 2024 lo hace, -nos convoca -, a ser consecuentes, con el lema «Id e invitad a todos al Banquete», inspirado, – cuál nos dice el Papa Francisco -, en la parábola evangélica del Banquete Nupcial, donde leemos en el relato evangélico de Mateo: «salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren». Hoy, y esto nos debe interpelar a todos, mediante la comunión, la participación, la Misión…, hemos de impulsar el relanzamiento de la Iglesia hacia un compromiso prioritario; el anuncio del Evangelio en el mundo contemporáneo.
!Vayan e inviten! Dios está siempre en salida al encuentro de todos los hombres, las mujeres, para invitarlos al Reino de Dios. Jesús, cómo buen pastor, iba en busca de las ovejas perdidas, y hoy se nos involucra de n la Misión (Lucas, Mateo) Tenemos que alentar, trabajar…, para que la Iglesia no se desanime ante las dificultades, los obstáculos…, para que pueda, -podamos -, seguir fielmente la Misión que recibimos por parte del Señor. Y hemos de hacerlo con generosidad, con compromiso, con el testimonio, con la oración, con el donativo…, para no «construir» una Iglesia que no deje salir al Señor, cuando Él nos quiere misioneros, saliendo al mundo, a los cruces de los caminos…, para iniciar un movimiento misionero, cómo en los albores del Cristianismo.
Ciertamente el ir, el salir…, debe ser inseparable del llamar, del invitar…, , y al modo de Cristo, hemos de hacerlo con urgencia…, pero desde el respeto, la amabilidad, el gozo, la magnanimidad, la benevolencia…, sin forzaiento, sin coacción, sin proselitismo…, desde la cercanía, la compasión, la ternura…, y así reflejaremos el modo de ser, de actuar…, de Dios.
Invitad al Banquete. El Banquete, en este contexto, tiene que ser reflejo escatológico de la imagen de la salvación final en el Reino de Dios, realizada con la venida de Jesús, del Mesías, del Hijo de Dios…, que nos dio, nos da, vida abundante. Por eso estamos convocados a vivir intensamente la Eucaristía en todas sus dimensiones. No podemos acercarnos a la Mesa del Banquete sin estar comprometidos con la Misión, que ha de partir del corazón, para que llegue a todos los hombres, a todas las mujeres, a todo el orbe. «Id e invitad a todos al Banquete!»