Sobre el turismo y los pavos de oro…

Jesús Millán Muñoz.- No soy un experto en turismo, solo soy en mirar y percibir trozos de la realidad, y, no todos los trozos de la realidad, sino algunos. Pero existen dudas que han surgido este verano.

No voy a entrar en la polémica que ha surgido estas semanas últimas, de que en algunos lugares, han existido hasta manifestaciones populares con el fin de gestionar o controlar el turismo masivo. También, que esas noticias se han amplificado en algunos otros lugares del planeta, pera así, quitar y mermar y cercenar esta industria a nuestra sociedad.

No entiendo de nada, como casi todos los articulistas y columnistas, solo podemos redactar textos mirando trozos de realidad, teniendo en cuenta, nuestros años, a veces, ya bastantes, y, quizás haciendo más preguntas, a la luz de tantas lecturas y conversaciones con tantos vivos y no-vivos…

Una, una de ellas, que creo que está en el horizonte, nadie piense que todo dura mil años, que no es así. Pueden surgir otras zonas en el Mediterráneo, que si les dan seguridad a las personas, de ir tranquilas por la calle, los precios serían más competitivos, y, si les dan libertad en muchos sentidos, serían lugares de competencia enormemente atractivos, porque tienen ingentes cantidades de productos culturales de siglos. No lo olviden. Que ciertas zonas de la Península Ibérica lleven décadas creciendo, no se confundan. Los ciclos históricos cambian y se modifican…

Que existen dentro del centro de esta Península Ibérica, miles de kilómetros cuadrados y cúbicos, que podrían ser visitados, al menos, si alguien viene cinco días, los complejos e industrias culturales turísticas, podrían ofrecer, que uno lo pasasen en el interior y no solo en las arenas al lado del mar y de la mar. Quizás, se reduciría la presión en el exterior y bordes de las arenas y las olas, y, aumentaría trabajo y economía a unos cien o doscientos kilómetros de esas realidades… Creo que en esto, deberían ser más equitativos y más justos, para que el pastel se reparta mejor entre todos y todas las zonas. Y, no solo ciertas ciudades del interior, y, otras, están casi olvidadas…

Tanto si es turismo del interior o es turismo del exterior, hay que tener en cuenta, que millones de vehículos de la zona centro, Madrid, marcha a las costas cada año, en menor medida hacia el extranjero, y, atraviesas las dos mesetas, y, quizás jamás se detienen una mañana o una tarde en algún lugar de estas mesetas como mantos y mantas en el horizonte, de estas dos Castillas que solo es una. Creo que desviándose a cincuenta o a treinta o a cien kilómetros de las grandes arterías de la comunicación que van hacia los grandes centros urbanos de esta Celtiberia, también existen realidades culturales y turísticas y de ocio. Pero sobretodo personas, personas que tienen derecho a ser estimadas y queridas y degustar un trocito del pastel de la industria del turismo…

Realidades que si las conociesen, quizás les sería mejor para sus negocios, porque los que se trasladan a las arenas y a los soles y a los cuerpos en sus pieles al aire, también les convendría conocer mejor la realidad humana y artística de estas dos mesetas. Creo que estas personas que habitan estos lugares, se merecen, que no solo atraviesen sus sistemas linfáticos y arterias para ir de un punto A al B, sino que también conozcan y les conozcan un poco mejor…

Dicen, que ningún bien dura mil años, ningún mal mil años. Creo que el turismo tendrán los expertos estudiarlos y analizarlos. Las personas que reciben turismo masivo, ser más prudentes en sus razones. No entro si llevan o no llevan razón. Pero es una corriente que se está cristalizando en diversas zonas de Europa. Cobrar un canon por y para limitar el turismo masivo. Y, la pregunta, siempre es la misma, somos de Europa, somos de esta España, no merecemos, por siglos que llevamos aquí, o por diez años que llevamos aquí, o por unos meses que llevamos aquí, acaso no merecemos ir de un lugar a otro, y visitarlo, quizás solo unos días o quizás unas horas… Porque no se decía, que todo es de todos, al menos, las calles y los monumentos por fuera, acaso no todo es de todos y de todas las voces y las lenguas y las bocas y los ojos y los oídos…

Los del interior, los que estamos aquí, uno o tres siglos, debemos querernos más entre nosotros. Cuando me casé, ahora hace casi cuatro décadas, cuarenta menos uno, como dirían los antiguos hebreos, en el viaje de novios, fuimos a Galicia, también a Castilla la Vieja, que se llamaba entonces, nos encontramos, con un norteamericano ya mayor, de origen español en uno de sus lados, que supongo ya sabrá si existe Dios, que nos indicó que cada verano, venía a España una quincena de días, y, cada vez iba a una región o lugar de España para conocerla…

Me he preguntado muchas veces, cuántos de otras regiones que no son y no sean de Castilla, que han atravesado algunas o muchas veces, las dos mesetas, han venido uno o varios días, de vez en cuando, para ver algo más de la riqueza que constituye esta sociedad, país, historia…

Porque lo que queremos decir, es simple y llano, si usted viaja diez o quince o veinte o cinco días al año… al menos, dedique un tercio a caminar hacia otras calles de otras regiones de esta Piel de Toro, tenga esa costumbre, un tercio para la costa, otro tercio para el resto de regiones y ciudades, y, otro tercio, si es que puede para Europa o el mundo… -aunque sea en distintos años…-.

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