Microrrelato y artículo sobre la exposición antológica “Prior, 70 años de pintura” de Manuel Prior. Museo Municipal de Valdepeñas

No sabría vivir sin esperarte

“Espero a que amanezcas, cada día. Veo cómo mudas de color, cómo la penumbra deja paso a una claridad tenue, cómo tus perfiles se inundan de un sol frío que presagia la escarcha en las veredas. Eres el gorjeo prematuro del petirrojo, el verde deslustrado de las hojas de la encina, la fragancia del cantueso, el tacto del ládano en las jaras, el sabor astringente, rojizo de los frutos del serbal.

   Espero a que amanezcas, cada día. Eres el ocre cuarteado de la arcilla y el violeta que prologa la niebla en los otoños. Eres el rojo del arce y del madroño en las umbrías. También el aleteo del gavilán en ese aire mestizo de templanza y alborada. Eres el crepitar amarillo de mis pies en la hojarasca, la mirada furtiva tras el vuelo del zorzal, ese aroma montaraz a lentisco, brezo y robles viejos.

   Te espero, cada día. Eres el alba que me envuelve con su albura. Eres relente, cielo oxidado, espesura que verdea en lo más hondo del valle. Eres sierra, vertiente, barranco, ventisquero. Eres sierra, inclemencia en los inviernos, aspereza en el estío y aguacero en la otoñada. Eres sierra, bravía, lenitiva, sigilosa. No sabría vivir sin esperarte. No sabría vivir de otra manera.”

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Solana del Pino es un óleo sobre lienzo del pintor Manuel Prior (Puertollano, 1933) Esta obra forma parte de la exposición antológica “Prior, 70 años de pintura. Desvelando lo que la realidad esconde” que podemos disfrutar en el Museo Municipal de Valdepeñas hasta el 22 de septiembre de 2024. Manuel Prior es un conversador cercano, sincero y animoso. Rezuma naturalidad y experiencia, quizá a partes iguales, por lo que es un placer dialogar con él.

   Esta exposición antológica constituye un apasionante recorrido por sus siete décadas de producción pictórica. En las salas del museo encontramos, sobre todo, óleos sobre lienzo de personas humildes, sencillas, agarradas a la tierra. Personas que trabajan en la mina, en el campo y en el hogar. En sus obras encontramos celebraciones, penurias, encuentros familiares, tradiciones, religiosidad y algún paisaje, pero también esperanzas perfiladas de trazos firmes que albergan pinceladas limpias, vigorosas. El artista emplea la materia pictórica con generosidad. Porque Manuel Prior es sinónimo de generosidad, de afecto hacia la llanura de la Mancha, de homenaje a segadores, hortelanos y mineros. Su obra se inflama de verosimilitud bajo su particular visión de lo real. Y esta credibilidad la ofrece bajo la luz del estío y la intemperie de los inviernos. Hay sensorialidad en sus lienzos. Y estos estímulos provocan emociones en el espectador. Se instaura entonces el diálogo, la obra ofrece, el visitante acepta y todo es como un valioso intercambio de sensibilidades que inunda la conciencia y ennoblece el espíritu. Es el tránsito de la emoción al sentimiento. La consecución del placer estético. La reflexión sobre la creación del artista.

   La destreza técnica en sus primeros lienzos realistas da paso a un expresionismo que moldea las figuras siguiendo esa brújula imantada que Manuel Prior maneja con la precisión de los maestros. Y cuando el espectador se sitúa frente a una de sus obras, no pasa de largo, no puede hacerlo, esa brújula imantada de Manuel Prior ha llegado a su destino, ha trasminado la piel de las arterias hasta alcanzar el corazón. El lienzo cumple entonces la misión para la que fue creado: emocionar, asombrar, deleitar. Es la definición del arte. Es la definición de su obra. Es hora de disfrutar, hasta el 22 de septiembre, de esta insuperable exposición que Manuel Prior ofrece a la ciudad de Valdepeñas.

 José Agustín Blanco Redondo

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