Negros nubarrones amenazan el futuro del toreo cómico

Eduardo Muñoz Martínez.- De nuevo se cierne la hecatombe, la catástrofe…, sobre los auténticos Maestros del toreo cómico, y no sólo por la incertidumbre que amenaza el futuro del mismo, sino también por el «mañana», cada vez más «hoy» de estos consagrados artistas, y de sus familias. Y saben cuál es el «quiz» de la cuestión? Que quieren trabajar, sí pero no les dejan.

Bien saben, quienes me conocen, que a veces hago un poquito de historia acerca del tema sobre el que voy a escribir. Por eso, para indagar en su origen, me apoyaré en el breve y conciso, a la vez que bien documentado trabajo de Guillermo Rodríguez, «Volver los ojos al toreo cómico». Aquí leemos que este se origina a partir de las «Mojigangas» del siglo XVIII, cuando»Llapicera», el valenciano Rafael Dutrús, -en los comienzos del siglo XX -, hacia 1916, es quien eleva hasta el cénit esta grandiosa expresión del arte torero. Pronto surgieron»El Bombero Torero», «El Empastre», «El Chino Torero «, «El Terrible Pinilla «…, a los que hemos tenido ocasión de conocer, en sus buenos tiempos, quienes ya hemos pasado de «los 60 abriles», o más.

«Llapicera «, de quién ya hemos hecho referencia, junto con Carmelo «Tusquellas», o Jaime Colomer, «El Botones»…, pronto se unieron, llevando esas «diabluras» del toreo cómico a prácticamente toda España, a Hispanoamérica, al Norte de África… Por cierto, aunque parezca contradicción, este toreo llamado, porque lo es, cómico, a la vez es el más serio, ya que requiere talento, agilidad, destreza, conocimientos taurinos…, cualidades de estos hombres que, aparte de padecer acondroplasia, para quienes el apoyo por nuestra parte, porque ellos lo piden, es pertinente y necesario. Pero un apoyo para construir, nunca para destruir.

«Se acabaron los Enanos Toreros» (El País); «Adiós a los Enanos Toreros» (ABC); «El Bombero Torero queda prohibido cómo espectaculo Público » (La Razón)…, eran los titulares, nos recuerda el prestigioso abogado Francisco Gordón Suárez, que abrían las cabeceras de los principales diarios de tirada nacional, compartiendo su alegría, en algunos casos, con la del Congreso. No es fácil descartar la presunta existencia de intereses creados, siendo incomprensible, si no, este consentido «ninguneo» por parte de algunos «rotativos».

Gordón Suárez en su trabajo»Reformas frecuentes y controvertidas», tras tocar todos los puntos posibles llega a la conclusión de que «la adicción a la Ley General de Derechos de las personas con discapacidad no implica una prohibición general de celebración de espectáculos cómico – taurinos, ya que no es requisito indispensable en este tipo de espectáculos de quienes el Convenio Colectivo Nacional Taurino define como «toreros pequeños», ya que las interpretaciones que sostienen una idea prohibicionista parten de una premisa errónea.

Se pavonean los miembros del Congreso celebrando, afirman, que hemos salido de la España en blanco y negro. Un Gobierno decente, dicen, no puede permanecer equidistante ante espectáculos como el toreo cómico que someten a la humillación, – siempre según ellos -, a personas con enanismo en plazas públicas de nuestro País». Y lo han hecho, aunque para ello hayan tenido que pisotear, una vez más, la Constitución Española, que en su artículo 35 dice: «Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción, a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia».

«Tus apuros, si los tienes/ cuenta al que cuente reales;/ es decir, cuenta tus males/ sólo al que los torne en bienes». Desde estos versos de Antonio Plaza Llamas quiero acercar a los lectores, y a las autoridades competentes, -si les llegan, o se las hacen llegar -, las reivindicaciones de los Maestros del Toreo Cómico. Dicen estos que no todos sufren acondroplasia, razón por la que no entienden por qué se meten con el modo de ganarse la vida y salen en su supuesta defensa cuando nadie les ha pedido semejante contribución.

Es más, estos «grandes, pequeños y taurinos» se sienten vejados porque alguien piense que la gente nos reímos de ellos, cuando, – afirman-, se ríen, o nos reímos, con ellos, gracias a su buena labor. Aseguran, en otro punto, que no quieren subvenciones, ni pegas, ni falsas defensas…, queriendo, eso sí, poder elegir su trabajo igual que cualquier persona, sin que sea una traba su condición física. Advierten, con rotundidad, que son cómicos, sí, pero que su trabajo es serio, y no quieren ser utilizados.

Quiero terminar mi trabajo con una reflexión que hace este colectivo: «Nos preguntamos, dicen, si ahora, los que dicen defendernos nos señalan con el dedo porque ven en nuestra condición física un «blanco fácil», siendo aquí, insisten, donde sentimos la discriminación. Quizá sea que el ataque real viene a nuestra vertiente taurina», rubrican. Yo, Eduardo Muñoz Martínez, pienso que sí, que es otro envite para intentar que se tambalee, aún más, la Tauromaquia, la Fiesta Nacional…, comenzando por lo más liviano.

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