Cervantes y Museo Casa Cervantes de Valladolid

Jesús Millán Muñoz.- Supongo que el Reino Unido no se podrá entender sin Shakespeare, ni Italia sin Dante, ni Francia sin Moliere, pues la Península Ibérica no se puede entender sin Cervantes.

A veces, pienso en esto mucho, me surge de dentro sin yo buscarlo, Cervantes, que llevó una vida tan azarosa, qué diría cuándo siglos después, su figura y su obra, -quién sabe, si en otras condiciones habría escrito más, o se habría conservado más-, está desperdigada sus recuerdos por multitud de lugares de la Península y de América del Sur, especialmente…

Los que vivimos en este terruño pentagonal ibérico, no podemos entendernos sin mirarnos en el espejo de La Biblia y en el espejo de El Quijote. De hecho por toda la geografía hay unaRed de Ciudades Cervantinas, existen un ramillete de museos y casas en torno a esta obra –yo, sugiero, que también se podría hacer lo mismo, en torno a Quevedo, a la Celestina, a Teresa de Jesús, etc.-. Porque todo está tachonado de esas grandes figuras. Por todos estos sitios dieron sombra, con sus palabras o sus carnes…

En tiempos de preocupación como estamos pasando, bueno es recordar realidades buenas que hemos sido y hemos hecho y en las que estamos. Una de ellas es rememorar y conmemorar este Museo de Cervantes en Valladolid. Dicen que toda la literatura posterior al siglo de oro en España o es cervantina, o es quevedesca o es gongorina o teresiana. Quizás, la sensibilidad hispánica está formada por rasgos de esos paradigmas, que ahora diría la filosofía de la ciencia, y, término o vocablo que se repite en todos los sitios y lugares y para cualquier cosa, hasta gastronomía paradigmática…

Cervantes nos guste o no, es una figura trágica. Pudo hacer un libro que es mitad tragedia y mitad comedia. Fue capaz con la realidad que había vivido, que era dolorosa y en muchos sentidos, angustiosa, fue capaz de hacer o proyectar una producción cultural, que es a mitad de camino entre ambos mundos. No podemos entendernos sin el Quijote, no podemos entendernos hoy sin comprender el siglo de Oro, el siglo de los Austrias… si nos ponemos más específicos, Roma antigua y los Austrias han formado las redes e hilos del tapiz esencial de lo que somos y en lo que somos, ciertamente, hemos sido paso de muchas civilizaciones y metafísicas, por tanto, somos biznietos de todos ellos. Pero no cabe duda, que Roma sigue estando presente, y, el Siglo de Oro también…

En cierto sentido, Cervantes es un enigma y un misterio para nosotros, es un espejo en el que nos miramos a la fuerza. No tenemos más remedio, porque no hay ciudad que no tenga un bar que tenga algún personaje del Quijote, no hay ninguna ciudad que no tenga plaza o calle a su nombre o a algún personaje, no hay realidad humana que no la miremos con ojos cervantinos, aunque no solo cervantinos. Igual que no hay ciudad hindú que no se mire en el Ramayana o en el Mahabharata

Dicen, que estuvo por unos días, condenado a ser trasladado a Estambul, y, dicen, que quiso irse a América, supongo que como muchos descendientes de judíos, porque en América, supongo que ese problema de la cuestión de la sangre era menor, y, existían más posibilidades de riqueza y de olvido, algunos hermanos de Teresa de Cepeda o de Ahumada o de Jesús, dicen que emigraron, y, sin el capital judío en la primera expedición, no solo el de Isabel la Católica, no habría sido puesta en el mar las carabelas…

Me pregunto que si hubiese sido trasladado a Estambul o hubiese ido a América del Sur, supongo que no habría podido crear o criar el Quijote en su corazón o en su mente o en sus carnes o en su alma. Quizás, no habría conocido ese personaje en el que se inspira, que dicen que es verídico, quizás no habría terminado sus huesos en alguna cárcel de la Península Ibérica, no solo en Argel, suponemos que no se habrían dado las condiciones para crear o criar, ni aSancho, ni a Dulcinea, ni a Sancha, ni al Quijano de Quijana o de Quejada o de Quijote… ¡Quién sabe si en América hubiese tenido éxito económico habría escrito otros libros que habrían sido publicados o no, o, quién sabe los misterios de la historia…!

¡Dígame usted, de las diversas Casas y Museos existentes en España sobre el Quijote, dígame usted cuántas ha visitado, una o dos o tres veces…!

Dicen que el Quijote tiene 22.939 palabras diferentes… Dicen que los actuales descendientes del Quijote aquí en este terruño utilizamos unas diez mil…! ¿¡Nos hemos empobrecido culturalmente, aunque nos creamos superiores a los del pasado…!?

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