El yacimiento paleontológico junto a las lagunas «La Colgada» y «Laguna del Rey , pequeño y petrificado jardín de fósiles (I)

Salvador Jiménez Ramírez.– Fueron varias las reseñas que publicamos hace un año, relacionadas con el yacimiento paleontológico de “Los Villares”, localizado en las cotas medias del collado que da vistas a dichas lagunas, conocido como “Cerro de Los Villares” o “Cerro del Gran Prior”; en el margen fluvial derecho. Esperemos no resultar demasiado “empalagosos”, al continuar con nuevas “piezas” narrativas—aunque algo farragosas—relacionadas con el atípico y petrificado “jardín” de los fósiles (permítasenos tan novelera licencia), con sus depósitos sedimentarios, de origen orgánico, —“figuras de piedra”, que dijera el médico y alquimista alemán Georgius Agricola) que en otros tiempos habrían conmovido (ocurrió) a la filosofía y a la religión; cuando los dominantes del mundo, proclamaban y afirmaban con dogmática severidad, la inalterabilidad de todas las “cosas” creadas por divinidades soberanas del universo, “compuesto por agua y tinieblas, en las cuales se delineaban ya las formas de seres monstruosos, de tamaño y figuras diferentes…”.

       El naturalista y médico danés,— al que apodaban: “trotamundos del saber”—Niels Stensen=Nicolás Stenon, tal vez, padre de la paleontología, en 1670, en contra de lo que ciertos dogmas manifestaban, exponía: “Los montes pueden ser destruidos, la tierra puede ser llevada de un lado para otro, las cimas pueden ser elevadas y rebajadas, el suelo puede abrirse y volver a cerrarse-y todavía sucederán cosas que por de pronto uno quisiera tener por cuentos…”. “Hermoso es lo que vemos, hermoso lo que sabemos, pero más hermoso aún es lo que no podemos concebir…”.

       Agricola, también cavilaría respecto del proceso petrificación,  apreciando en las “figuras de piedra” restos de animales marinos y no simples juegos de la naturaleza… Implantó una nueva denominación para los “petrefactos”, (así llamaban entonces a los restos de fauna fosilizada) denominándolos fósiles, nombre que deriva de la palabra latina “fossa”, vigente hasta los tiempos actuales. Décadas después, otros indagadores como el médico de Zúrich Konrad Gesner, llamó fósiles, equivocadamente, a varios restos arqueológicos… Anteriormente, en el siglo XII, Shusi, filósofo chino, escribió: “…, una vez vi en las montañas moluscos que se encontraban en medio de la piedra. Estoy totalmente seguro de que eran conchas de moluscos marinos. Así pues, aquellas piedras tuvieron que ser una vez arenas marinas…”.

        En aquellos tiempos, el proceso de las ideas humanas, pese a la erudición de puristas, nobles, enterados, esclarecidos, egregios, “elegidos”, acomodados, versados, fervorosos…, se encontraba en un estadio bastante arcaico… Nótese que,  mediado el siglo XVII, James Ussher, arzobispo de Armagh, en Irlanda, declaraba a “bombo y platillo”, que dios había creado la Tierra el año 4004, a. d. C.

       Las fases de formación y desarrollo del planeta Tierra, con tantísimos misterios aún sin resolver, han sido incontables: millones y millones de “sucesos”, sucediéndose en instantes específicos de tiempo… La comunidad científica sigue debatiendo respecto del origen del Sistema Solar, de nuestro planeta y de otros… ¿Cuál es la naturaleza del espacio y del tiempo? Se preguntaba Stephen Hawking. ¿Otros universos antes y después del Bing Bang? Nos preguntamos nosotros. Se cree que un pequeño Sol empezó a “brillar” en el centro de una difusa masa de gases y polvo, que giraba y se concentraba por la fuerza de la gravedad cósmica… En el maremágnum de la gran masa, los elementos más pesados se condensaban lentamente, a una temperatura—dicen los científicos— de unos 4000º C., formándose planetas, entre ellos la Tierra. El inmenso “velo” de nubes de gases, fue transformándose en partículas líquidas, y al descender la temperatura, comenzaron a “caer” las primeras gotas de “lluvia”…; hasta convertirse en descomunales aguaceros, que persistieron durante más de 50.000 años (?); dando lugar a mares colosales…

        El agua, primer “sorbo” mágico que “ató” la vida sobre nuestro planeta y tal vez a otros mundos; —se nos ocurre pensar. Vislumbre de estrellas, espejos, fuerzas, impulsos y “pulsiones” extrañas, donde comenzaron a “nadar” y “beber” todos los “códigos” y “programas” de la vida… Mensajes desde la eternidad pavorosa que abrían y cerraban puertas a la vida y a la muerte-transformación… Todo nadaba para poder vivir… Todo bebía… Todos bebemos más de la cuenta… ¡Vaya por dios…! Continuará.

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