Los conciertos exagerados de la Sastra

Manuel Valero.- A mí también me pasa. Y me pasa que no entiendo el fenómeno Swift. No logro captarracionalmente el impacto masivo de una cantante a la que no le veo nada tan especial como para paralizar el mundo. Me es imposible encajar lo que esa chica rubia ofrece a la masa juvenil con el delirio que provoca. No soy capaz de seguir el hilo de Ariadna que me lleve al centro del laberinto para descubrir el sortilegio de su música y la supuesta profundidad y belleza de sus letras.No doy con el botón que ilumine la pantalla del hallazgo y comprender así por qué una cantante normalita frente a otras, coetáneas o anteriores, como Madonna, Miley Cyrus, Adele, Amy  Winehouse, Lady Gaga, Beyoncé (Sade es especial…)  es capaz de colapsar una metrópoli, descolocar telediarios y arrebatar de ese modo a la adolescencia. La confusión me aturde cuando leo que Universidades como las de Harvard van a dedicar tiempo y dinero a estudiarla. Me llevó alsofoco escuchar a un crítico, se supone que joven y enterado, trazar una línea que la conecta con Bob Dylan o Leonard Cohen con quienes compite, dijo, en contar historias rozando la excelencia literaria. Vamos que si Dylan ganó el Nobel de Literatura… la Swift puede ser digna candidata. ¡Hay quien la ha comparado con Shakespeare! Real como la vida misma. Es tan exagerada la información sobre ella que ya dicen que va a cambiar el mundo. ¡Venga ya! 

Como uno no había detectado nada diferente que coloque a la Taylor en un plano estratosféricamente superior a las anteriores y su aparición en el mundo musical sólo es comparable a la de los Beatles, a los que incluso empequeñece, comencé a hacerme preguntas: si hay un clamor enloquecido ahí fuera es que uno está equivocado, descatalogado y viejuno, me dije sin complejo alguno porque no es verdad. Mi generación se alimentó de productos de primerísima calidad en lo tocante a música y literatura (y más cosas) y ya podíamos ver asombrados en los blanquinegros no-dos franquistas, cómo los cuatro de Liverpoolllenaban estadios y provocaban tal griterío que impedía que se escucharan entre ellos mientras tocaban. A palo seco sin aspavientos escenográficos, que ahí está la madre del cordero: redes sociales, y televisión. Televisión global y a todas horas.

Así que la gran desconocida, (para uno) me surge de repente como una Godzilla del pop, el rock, el jazz, el tecno, el country y todo ello mezclado o por porciones para ofrecerlo en un inmenso espectáculo visual y de sonido sobre un escenario que parece la Ruta 66. 

Puede que sea el mayor de los prodigios y posea una hermenéutica musical y literaria que soy incapaz de descifrar, de modo que para encontrarla he estado varios días indagando en la vida y la obra de esta chica de Pensilvania, que me recuerda un poco a la Barbie, escuchando sus canciones y analizando sus letras. La revista Rolling Stone coloca en el número uno de los temas de Taylor, All too Welllhistoria de chico y chica con diferencia de edad pero no tanto como el profesor Humbert y Lolita.

Salí por la puerta contigo
El aire estaba frío
Pero de algún modo se sentía como en casa y yo
Dejé mi bufanda ahí en la casa de tu hermana
Y aún la tienes
En tu cajón, incluso ahora


Oh, tu dulce actitud
Y mi mirada atenta
Estamos cantando en el auto y nos perdemos hacia el norte
Hojas de otoño caen como piezas en su lugar
Y puedo aún imaginarlo después de todos estos días

Y sé que hace tiempo se terminó y
Esa magia ya no está aquí
Y yo podría estar bien, pero no lo estoy para nada
Oh, oh, oh

Para ser la mejor canción admito que hay pequeños destellos de buena contadora de historias y que el tema se escucha muy bien en clave balada, pero … déjalo ahí.

En fin, para mi decepción no hallé la puerta ni la llave a la nueva dimensión musical que evangeliza la Swift que tiene al universo mundo con la baba al punto. Luego de escuchar unas cuantas canciones reitero que no veo en ella nadainédito, inaudito e insólito y sí mucho de hiperbólico. Es una gran artista…una más con mucha exageración circundante. Las letras no difieren de las de otras cantantes y su preocupación social a gran escala es algo que descubrió Bob Geldof con el histórico concierto Live Aid a ambos lados del charco en 1985 y luego Michael Jackson con su We are the World.

Realmente no le veo para tanto como destaca. De hecho no tiene un solo tema de tarareo universal más allá de los que entonan las entregadas swifties. Dejémoslo que es una más del Olimpo.Eso sí, mejor letras que Rosalía tiene la muchacha.

PD.- Leí que en estos días de locura de fútbol y musica que se había reunido en Madrid el Club Bilderberg. ¿No la traerían ellos (y ellas) para distraernos?

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