En un programa corto

Parece mentira que, después de siglos de evolución, algunos estén en el punto de partida.

En un programa corto   (¡Nunca te rindas, pagará por lo que te hizo!)

La lavadora lleva horas dando vueltas. Remueve la suciedad de mi vida, pero admito que solo consigue aturdirme. Yo, sentada en la silla de la cocina, espero con ansia a que una máquina termine lo que me propuse; aunque, tal y como ha ido mi pasado, no confío en el resultado final.

Si pudiera pulsar el botón de stop, si lograra que esa ropa de color negro se tiñera de colores, si consiguiera no quedarme atontada con la espiral de los miedos que se amontonan allí dentro, si la mujer que mira a través de ese ojo transparente no estuviera tan bloqueada, si mi cabeza no jugara a darme consejos enfermizos, si, si, si. Tantos “si” que tengo pánico a que el detergente no concluya su trabajo y que todo lo que arriesgué haya sido otro espejismo de agua y espuma.

Quizás mañana descubra que sigo aquí, bajo la misma montaña de basura que dejé caer sobre mí, o quizás no y tenga suerte y el suavizante borre el olor a cieno que llevo impregnado entre las piernas desde que aquel amante pasajero decidiera que era suya, y que bailar en mitad de la pista era una invitación sin límites.

Julián García Gallego                                 —Sin palabras mudas—   30-05-2024

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