Manuel Juliá: De alcalde a pregonero de Puertollano

Manuel Valero.– Pinta bien el hecho de que Manuel Juliá Dorado, amigo de niñez, calle, juventud y también de otros avatares que a veces marcan distancia a lo largo de toda una vida, haya sido elegido para ser pregonero de la Feria de Mayo de Puertollano, 2024. Y digo pinta bien porque en estos momentos de encono no pasa desapercibido que un exalcalde socialista sea designado como primer pregonero de la era popular. Pero esto es solo un detalle porque mérito tiene Juliá de sobra como para pregonar la Feria del pueblo que lo vio nacer. Su currículum es inapelable y el hecho de que fuera desalojado del sitial edilicio no fue un obstáculo para que desarrollara una brillante carrera como técnico al frente de la Feria Nacional del Vino, que aparte de la hiperbolización política del evento, ha ido de la mano del que también fuera vicepresidente de la Diputación, evolucionando con los años hasta darle un prestigio y un eco nacional e internacional indudable.

Pero además, Juliá es periodista de titulación y escritor de vocación, cualidades que no ha dejado de desempeñar en todo este tiempo. Y, es oriundo de Puertollano. Por lo tanto, ha sido un candidato a pregonero insistentemente olvidado… hasta ahora. Cosas de la política. Ya se sabe que la política tiene razones que el corazón no entiende.

Por lo tanto, al margen de otras consideraciones, Manuel Juliá es el único que va a pasar de alcalde a pregonero, lo cual enriquece y mucho su trayectoria vital. Hay dos cosas que el natural de una ciudad puede ser con el mayor de los orgullos: alcalde y  pregonero. Uno, diría más, después de alcalde lo más importante que puede ser una persona es leer el pregón al paisanaje y cortar la cinta protocolaria.

El bagaje cultural de Juliá y su vena poética y literaria garantiza por ello un pregón digno de escuchar. Lo bordará, seguro. Ha habido rutilancias en el mundo literario de Puertollano que en su día se negaron a tal honor, quizá, aturdido… o aturdida… por el éxito de su obra. Obvio nombres. No es el caso de Juliá Dorado.

Me satisface también por el hecho de que otros amigos como Eduardo Egido comparta con nosotros el orgullo de soplar la trompetilla pregonera, y no sé por qué me acaba de asaltar la sensible fibra de la memoria sentimental otro Manolo, Manuel Muñoz, hoy ausente pero presente en la memoria de muchos. También poeta y tan singular como él mismo, hubiera sido otro buen candidato aunque su pueblo natal fuera la hermana localidad de Argamasilla de Calatrava.

Fueron muchos años, algunos de vino y rosas, en los que los viejos amigos se fueron cada uno en busca de su destino a veces por sendas cómodas de hierba fresca o por pedregosas trochas sinuosas ocultas entre el matorral.

Me alegro, pues, de que Manuel Juliá pregone la Feria de Mayo y de que quienes lo designaron no hayan tenido en cuenta otra cosa que la de un puertollanero de amplio curriculum que sigue aun al frente de FENAVIN. Nadie es perfecto, desde luego, pero mirando atrás sin ira y con la madurez y la serenidad de los años justo es reconocer el acierto.

Dejar tu nombre en la lista de pregoneros no lleva pareja una pensión vitalicia pero sí un indudable honor que queda para los restos, se diga lo que se diga.

Suerte y buen pregón.

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