Pasear por el histórico poblado minero de Asdrúbal es un ejercicio de desolación tras la completa aniquilación del casco urbano, víctima de los intereses empresariales y particulares, pero el visitante escucha de repente risas y alboroto. Allí, bajo el centenario pórtico de la iglesia varada en un yermo de ceniza y carbón, como en una ensoñación, descubre a un grupo de hombres y mujeres departiendo plácidamente, compartiendo recuerdos, comiéndose el glorioso hornazo de Puertollano.
Son los últimos vecinos de este rincón del legendario Puertollano de carbura y talega, que aman el terruño que antaño cimentara su casa derruida, el tocón del árbol de los queridos vecinos, los restos del antiguo casino del que aún conservan el carné de socio.
Félix nos recibe con una sonrisa y recuerda con gusto sus años de monaguillo en la iglesia que aún conserva un hueso de San Nicolás en el altar. En la actualidad solo este templo, bajo la advocación de Santa Bárbara, ha sobrevivido. El resto del caserío, tan bullicioso a mediados del siglo XX, se ha convertido en una planicie de piedras a la que ni siquiera hay acceso. Todo el recinto, salvo el templo, ha sido vallado, y parte del terreno, roturado. Solo han perdurado las ruinas de las casas de ingenieros, a las que tampoco se puede llegar ya, vetadas por el alambre.
Pero el paseante se siente inmediatamente querido, uno más entre estos vecinos que le ofrecen chocolate y hornazo, que compartieron con Puertollano el orgullo y la pena y el flamenco minero, que se han sentido tan familia y tan hermanos que ni a casarse entre ellos se atrevían, evoca Félix.
Ellos y la asociación de antiguos vecinos de la desaparecida barriada minera de Asdrúbal han conseguido salvar y restaurar esta iglesia, parte del escaso patrimonio minero que aún subsiste en esta zona, con la colaboración del Ayuntamiento. Además, gracias a su afán e incluso aportación económica se sigue manteniendo vivo el recuerdo de la industria del carbón y de tantas familias mineras.
Se siente uno a gusto con ellos, con Mané Cambón, Paqui Melgarejo, Ramona Ramos, Virginia Terraza, María Antonia Terraza, Visitación Figueroa y Félix Naranjo García, los últimos de Asdrúbal, expatriados del poblado donde nacieron y fueron felices, portadores del Adn primigenio de Puertollano.