En el día del seminario pidamos pastores al Padre

Eduardo Muñoz Martínez.- «No tengo miedo de la libertad,/ no tengo miedo, Señor, de la vida,/ me quiero entregar». (De la canción «No tengo miedo»)

Vayan, a modo de reflexión, las siguientes palabras de Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe – Castellón: «Hoy, las palabras de Jesús, «la mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Lc 10, 2) cobran una gran actualidad. El número de seminaristas ha disminuido en muchas diócesis. También en la nuestra».

Desgraciadamente, aunque con la confianza puesta en Dios, en que la situación cambie a mejor, lleva razón don Casimiro. Hoy, apoyándonos en la letra de la canción «No tengo miedo», hacen falta jóvenes que sientan la necesidad de entregar sus manos, su voz, su andar… Hoy, en definitiva, hacen falta, y ahí tenemos todos, y todas, una gran responsabilidad, «hombres con sed, hombres valientes, que quieran seguir el caminar de Jesús».

Indudablemente es hora de poner «los pies en el suelo», de centrarnos en nuestra Diócesis, de hacernos eco de los sentimientos de su rector, de conocer, aunque sea a grandes rasgos, la forma de pensar de los,
!ojalá todos lleguen a la meta!, futuros sacerdotes, y para ello, – como me gusta hacer cada año, de cara al «Día del Seminario», en esta ocasión en la proximidad de la fiesta de San José y bajo el lema «Padre, envíanos pastores» -, con el permiso de sus «artífices», me apoyaré en el boletín «Semillero».

Cómo son, o cómo deben ser los seminaristas? Su rector, Juan Serna Cruz, nos da la respuesta: «Deben ser chicos, jóvenes, -algunos no tanto, me atrevo yo a apostillar-, que tengan fe en Jesús. Una fe que se traduzca en dar respuesta a las inquietudes humanas, en apostar por un mundo nuevo, en avanzar, aunque tenga que ser a contracorriente…, porque así sabrán si el Señor los llama a trabajar en la mies, – en su mies -«, y deben ser, – me consta que nuestros 21 seminaristas, entre menores y mayores, lo son -, jóvenes, adolescentes…, portadores de mucha generosidad, capaces de dedicarse a los demás, frente al beneficio y al interés personal, que parece que es lo que ahora «mola».

Tienen que ser, – y lo he comprobado al tratar con ellos -, lo que realmente son: personas con un vivo espíritu de compromiso que lleve a la comunión y a la relación con los demás…, !que bien lo planteas, Juan!

Lo decía anteriormente. Los laicos, – cada uno y cada una, de vosotras, de nosotros -, tenemos muchísima responsabilidad a la hora de crear «el caldo de cultivo» para que surjan vocaciones al sacerdocio, y es que desde las familias, los amigos, las comunidades parroquiales…, hemos de orar al Padre para que,
!Él lo quiera!, haya muchos candidatos, en principio en «ciernes», que necesitarán de nuestra ayuda, de nuestro apoyo…, a la hora de discernir sobre su futuro, a la hora de responder a preguntas como estas: He sentido a Dios en mi vida?, Qué lugar ocupa Él en mi futuro?, Hay algún relato evangélico que llame especialmente mi atención?, Qué me puede pedir Dios ahora?, Qué realidades del mundo me duelen, y qué podría cambiar?, Me gustaría acercar a la gente a Dios?

Cada día, y especialmente en este «Día del Seminario», pidamos por nuestros seminaristas, por sus formadores, por sus familias…, para que Dios les ilumine, les ayude a superar las dificultades, les guíe…, esperando que cuanto antes aumenten las vocaciones sacerdotes, y haciendo de su generosidad nuestra esperanza, veamos y celebremos con gozo que el Padre nos envía pastores y candidatos a serlo.

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