80.000 obras plásticas de J. Millán M.

Aunque todo está por el mundo, y, aunque solo ha vendido-cobrado una pintura en papel en toda su vida, aunque no sea creíble esta es la verdad-realidad, y, quizás haya que indicarlo.

Este autor, al menos, ha realizado ochenta mil obras plásticas en más de cincuenta años, entre pinturas, sobretodo en papel –también algunas decenas en lienzo-, dibujos en papel, hojas de libros de libros de arte-artistas, y, en menor medida, grabados –monotipos-, esculturas, mail art, etc.

Quizás, la edad, y cierta tristeza, por toda una vida-existencia dedicada, entre otras cosas al arte plástico, haya que indicar esta realidad. Hasta el año 1992, aproximadamente, a cada dibujo o pintura o grabado-monotipo –casi todos, o con muy pocas copias-, a cada hoja de libro arte-artista, etc., se le ponía un número, mejor dicho dos números, por tanto, un dibujo o pintura disponía del título, de la fecha y firma, y, dos números, uno numérico y otro alfanumérico.

Hasta el año 1992, aproximadamente, meses arriba o meses abajo, se llegó a numerar cincuenta mil piezas y obras –reitero y repito, en un libro de arte-artista, cada hoja tenía su número-.

Hay que indicar que como este autor no tenía galerista, ni marchante, ni mercado, la inmensa mayoría se ha ido enviando, originales, casi todo en papel, la mayoría a los agentes artísticos, donadas a museos, colecciones, fundaciones, dejadas en los premios, etc. Con lo cual, se reitera lo que se ha indicado, el autor, solo vendió una pintura en papel, hace cuarenta años, cuarenta y dos va a hacer en octubre, y, cobró quince mil pesetas por ella, y, le regaló a la persona que se la compró dos.

Si se han vendido cientos o docenas de pinturas y dibujos y libros de arte-artista, el autor, no lo sabe y no lo conoce, y, desde luego no ha recibido ni una peseta, ni un céntimo de euro. Decir esto, es enormemente doloroso, porque el autor se le pueden poner todos los adjetivos que se quieran por este hecho. Porque lo que se regala, no se agradece. Cierto es que a las galerías y marchantes, les enviaba originales, cincuenta o sesenta o cien en un paquete, para que viesen obra original, porque entonces, creía que las fotografías no representaban totalmente lo hecho. Además, no se las regalaba solo les mostraba un dossier con obra original –pero la inmensa mayoría no volvían-.

A los museos, fundaciones, algunos coleccionistas, a concursos y premios -dejaba las obras para dichas entidades-, o se las donaba gratuitamente, sin contraprestación, solamente, esperando que las cuidasen y conservasen y catalogasen y la valorasen. Pero me temo, que muchos cientos de pinturas y dibujos y del resto de géneros se han destruido o se han deteriorado o las han tirado, simple y llanamente, o están en algún rincón cogiendo patina de tiempo. Este es uno de los dramas, diríamos de la actividad artística y plástica… -de la inmensa mayoría de los autores y autoras-.

Escribir este artículo, es enormemente doloroso y trágico. Porque muchos pueden pensar que es mentira, cuándo es verdad, porque es no creíble para muchos, porque muestra y demuestra que este autor, ha sido en las artes plásticas uno de los más prolíficos de Occidente, y, posiblemente del mundo, se habla que algún oriental, llegó a cien mil –posiblemente este autor también, porque si en 1992, estaban numeradas cincuenta mil, después el ritmo siguió al mismo nivel, quizás un poco menos-.

En 1992 dicho autor, llegó a pensar, que era mejor no seguir numerándolas, porque era una cuestión demasiado dolorosa. Quizás un error, quizás un error sabiendo que era un error. Pero era una forma de continuar la producción, sin saber exactamente el número y la cantidad, para evitar que los cuchillos del silencio, del exilio cultural y del ostracismo cultural, a que se ha sido sometido esta obra y esta producción y este autor –sin deseo de ofender a nadie-.

Como he indicado la inmensa mayoría están o deben estar en dichas colecciones, fundaciones, museos, entidades de todo tipo. No sabemos si estarán o cómo estarán… No sabemos cuánto se conservará, cuánto seguirá existiendo dentro de unas décadas.

A todo ello habría que unir todos los manifiestos artísticos, que se piensa, que algunos de ellos abren, abren un nuevo arte y unas nuevas tendencias. A eso, aunque sea increíble o no creíble, existe una dimensión escrita, un libro-título, con cincuenta y cinco mil páginas escritas –un solo libro y un único título, Cuadernos de la Mancha-, que también será no creíble, páginas en todos los tamaños, y, a máquina, mano y a ordenador.

Y, también, todo lo pintado-dibujado forma y conforma como una unidad, un único cuadro, y, todo lo escrito, también, un único libro, y, todo lo pintado y todo lo dibujado, forma y conforma una “única obra, una unidad mental, porque las partes están por el mundo, cada dibujo es autónomo, pero también forma parte de un enorme mosaico, una enorme catedral mental…”.

Pues a este autor y a esta obra, hasta dónde se conoce, excepcionalmente, se le ha incluido en una obra antológica de arte plástico, u obra antológica de literatura-filosofía. A este autor, ni a esta producción cultural, excepcionalmente se le ha incluido su trabajo, mencionándolo, uno más entre cien o trescientos, en ningún directorio, salvo uno virtual, tanto a nivel filosófico o a nivel literario o a nivel plástico, de ningún nivel territorial, salvo alguna excepción repito, ni provincial, local, regional, menos nacional.

Puede parecer una cosa o una realidad no creíble, increíble, una persona que además ha trabajado de forma rutinaria y normal, y, ha llevado una vida personal normal, como cualquier otra persona.

Puede ser no creíble, pero es cierto, y, lamentable y tristemente es cierto. Si aquí se escribe, es porque el autor ha llegado a la tercera edad, y, el reloj de arena se va terminando, aunque no se sepa cuánto le quede-reste. Pero esta es la realidad, de una obra, quizás única, en tamaño y extensión y cantidad, que no se sabe, cuánto existe y cómo estará, y, una obra, perdida y olvidada y no valorada.

Que el autor no puede juzgar la calidad, que lo tienen que indicar otros, y, que por desgracia de continuar así, dentro de unos lustros no quedará nada de nada. Y, lo peor, es que nadie creerá que alguien fue capaz de realizar este trabajo, llevando una vida normal y rutinaria como cualquier otra persona.

Todo dicho sin inquina, ni rencor, ni polémicas, ni maledicencias, ni diatribas, a/con ninguna persona física o entidad cultural o colectiva. Pero la realidad es que como se suele decir, los autores y creadores culturales actuales están en una situación parecida a como los obreros estaban en el siglo diecinueve. Cada uno, tendrá que cargar con el peso de su conciencia, si la tienen bien formada, y, con el peso del Tribunal Supremo, si es que existe. Paz y bien.

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