El Escorialejo (Fuencaliente), un yacimiento víctima de la dejadez

Antonio Carmona.- Desde que uno de nuestros antepasados trazó la figura que aparece en la imagen nº 1 hasta que se obtuvo la instantánea nº 2, pasaron muchos años, miles de años. Desde esta segunda foto en blanco y negro hasta la tercera en color, sólo ha habido que esperar poco más de un siglo. Se trata del yacimiento pictórico de “El Escorialejo” en el término de Fuencaliente, muy cerca de Peña Escrita. Hace unas décadas, se adecuó su acceso y visita  con un sendero, escaleras y enrejado metálico de protección. Sin embargo, a día de hoy se encuentra en estado de abandono, con una cartelería obsoleta y en pésimo estado, víctima de la intemperie y la dejadez. Así como se ha degradado entre la maleza buena parte de la ruta que asciende al abrigo.

     Cuando visitamos lugares como éste, asistimos a la contemplación de una simbología identificadora de un pueblo prehistórico que restó importancia a la caza y recolección, centrando sus conocimientos y esfuerzos en pastorear rebaños y cultivar la tierra. Con el Neolítico comenzó una nueva y “revolucionaria” estrategia para concebir la supervivencia y la sociedad, dejando rastros arqueológicos en nuestra península con una antigüedad que supera los 7.000 años. Surgió así la necesidad de conservar y transportar los excedentes usando la cerámica, molinos de piedra para el cereal, la lítica pulimentada, el dominio de los metales (en fases posteriores) y un largo etcétera.

     Como consecuencia de lo anterior, surge el germen de una cuestión congénita al Homo Sapiens en cuanto éste acumula riqueza: la estratificación social, los líderes guerreros, políticos y religiosos con la instauración de unos dioses que todo lo ven, que observan nuestros actos, nos juzgan y nos castigan o premian, condicionando nuestro comportamiento y resignada aceptación del estatus en el que nos ha tocado vivir. Se constituye de este modo el control social de unos colectivos humanos que en esta época crecen exponencialmente y necesitan de dicha simbología para mantener viva la sensación de pertenencia al grupo.

     Aquellas sociedades prehistóricas nos  legaron innumerables conjuntos de abigarrados mensajes esquemáticos sobre paredes cuarcíticas de nuestra provincia, que desestiman cualquier atisbo de realismo al no satisfacer ya a este nuevo orden social, ocupado en una iconografía mucho más abstracta y eficaz para con sus nuevos idearios. Eligieron unos abrigos en altura, que controlan la visualización de un gran área y que pueden ser localizados e identificados desde ese mismo área a sus pies, donde hay agua, pasta su ganado y prosperan sus cultivos.

     El Escorialejo, orientado hacia el sur, es un magnífico ejemplo que ofrece unas insuperables vistas de la vega del río Navalmanzano y la sierra Quintana. Parece ser que el actual equipo de gobierno de Fuencaliente, encabezado por el alcalde Rubén Paz, está decidido a ofrecer apoyo y acometer la recuperación y la divulgación de estas joyas de nuestra prehistoria. Nos congratulamos por el hecho de que se cuiden y pongan en valor enclaves como el que nos ocupa, que sin duda atraerán a visitantes para una actividad cultural que podemos y debemos saber congeniar con otras muchas actividades turísticas con las que ya cuenta el serrano término de Fuencaliente.

Relacionados

ESCRIBE UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí


spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img