Isabel Álvarez Domínguez. Vicecoordinadora de IUCLM Responsable del Área de Mujer de IUCLM.- Para las feministas todos los días son 8 de marzo, no necesitamos pancartas en fechas señaladas para recordarnos nuestro compromiso de hacer permeable la lucha feminista a toda la sociedad. Una lucha por mejorar las condiciones materiales de las mujeres y por conseguir la igualdad efectiva y sin violencias en nuestras vidas que en esta semana se llena de actos de reivindicación pero también algunos que poco a poco transitan hacia el folclore y el entretenimiento y se van alejando de la pelea de las mujeres por sus condiciones laborales y vitales que generó consenso en 1910 para declarar el Dia de la mujer trabajadora, aunque en los discursos oficiales no falte la consabida referencia al techo de cristal.
Las rutas saludables, los paseos a la luz de la luna, las fiestas en discotecas y las ofrendas florales a las diversas advocaciones marianas de turno poco tienen que ver con la lucha de las mujeres para que un mundo cada vez mas deteriorado cambie las lógicas normalizadas que lo dañan y que nos dañan.
La crisis ecosocial, incide directamente en las mujeres, en sus hijas e hijos y en las personas mas vulnerables, ya que las mujeres son el 80% de las personas refugiadas por causas climáticas. Es urgente también tener muy presentes a otras refugiadas, las que son consecuencia de la escalada bélica y el discurso militarista y armamentísitico actual que sin complejos quiere llevarnos a participar en mas guerras en lugar de luchar sin descanso por acabar con ellas. Los gobiernos no pueden continuar escandalizándose en las ruedas de prensa por las masacres de civiles, mientras financian la formación, las bombas y el material para destruir las vidas de la población, porque ese discurso fariseo alimenta el gasto en armas y no se trabaja para la paz.
Tenemos que denunciar sin descanso el desplazamiento forzoso de millones de personas sin que se desarrolle una verdadera política de apoyo a las personas refugiadas como si las vidas de mujeres, niños y niñas no importaran nada. Necesitamos la paz porque desde el discurso del odio sólo se destruye al otro, al diferente, al que se le niega su humanidad para poder agredirle, como hemos visto a lo largo de la historia. Porque la guerra imposibilita la vida y acelera la destrucción del planeta. Porque la rabia sin conciencia se dirige siempre al más débil que no es el responsable de la frustración que percibe la sociedad.
Este año recordaremos a las asesinadas por la violencia machista, la brecha laboral y de pensiones, la educación en igualdad para acabar con las desigualdades, la urgencia de que la sociedad se implique en los cuidados, los juzgados de violencia de genero sin personal ni instalaciones adecuadas que respeten la privacidad, la interrupción voluntaria del embarazo en la sanidad pública. Pero, ¿Dónde está el indispensable presupuesto para trabajar por todo ello?
A todo ello unimos el valor de la lucha histórica de las mujeres por la paz, sabemos lo que otros arriesgan por nosotras, porque las mujeres en las guerras siempre pierden, pierden su integridad, pierden a sus hijas e hijos, a sus compañeros y son presa de explotación y maltrato bajo las bombas y también escapando de ellas.
Este 8 de marzo, PAZ, FEMINISMO Y REVOLUCIÓN.