El profesor Julián López García, afirma en el inicio de su biografía, incluida en el libro Para hacerte saber mil cosas nuevas. Ciudad Real 1939 (Madrid, 2018), que Gómez-Lobo “representa de una manera nítida la perversa estrategia del nuevo régimen no solo para eliminar a los vencidos sino también para borrar cualquier reducto de su memoria”. Y en el final, en referencia a Ciudad Real, que “la limpieza que pretendían llevar a cabo debía empezar por él y así empezó”. Remito a ese trabajo para conocer más detalles. Coincido con el autor cuando afirma que “no importa mucho si lo mataron en su propia casa, en la comisaría o en el hospital” pues su sentencia de muerte ya estaba dictada dos años antes desde la radio utilizada por Queipo de Llano.
Por otra parte, Fernando del Rey Reguillo escribe lo siguiente en relación con la muerte de Gómez-Lobo: “El hecho de que esas declaraciones las vertiera en abril de 1939, pocas horas antes de morir y encontrándose en estado semiagonizante, seguramente como consecuencia de una paliza, confiere bastante verosimilitud a sus palabras…” (Retaguardia roja. Violencia y revolución en la guerra civil española, Barcelona, 2009).
Según el certificado de defunción fallece el día 8 de abril de 1939 en el Hospital Móvil de Campaña, perteneciente al Cuerpo de Ejército del Maestrazgo (Archivo General e Histórico de Defensa, Fondo Madrid. Sum. 8, leg. 4935, 1939-1945). Desde primeros de marzo esta unidad militar se traslada a la zona de Toledo y durante los últimos días de la guerra, al mando de Rafael García-Valiño y Marcén (1898-1972), ocupa la parte sur de dicha provincia y la de Ciudad Real. Terminada la contienda, controla diversos campos de concentración situados en la provincia.
En referencia a los campos de concentración se pueden ver las obras de Joan Llarch, Campos de concentración en la España de Franco (Barcelona, 1978) o Carlos Hernández de Miguel, Los campos de concentración de Franco. Sometimiento, torturas y muerte tras las alambradas (Barcelona, 2019). El segundo autor cita, entre los campos de concentración de la provincia, el de Ciudad Real, “aparentemente, provisional”, con ubicación en la plaza de toros y otro lugar desconocido, que llega a tener 11600 prisioneros y que opera, al menos, durante abril de 1939. Los otros están situados en Alcázar de San Juan, Almadenejos, Almagro, Almuradiel, Chillón, Daimiel, Manzanares, Santa Cruz de Mudela, Valdepeñas y Villanueva de los Infantes.
El citado expediente de Arturo Gómez-Lobo es un conjunto de 122 hojas: portadilla; documentos de remisión al juez y detención por parte de la Guardia Civil; copia de tres números del diario El Pueblo Manchego (31-7-1936, 11-12-1936, 23-12-1936); copia del discurso de Gómez-Lobo el 18 de julio de 1938 en el Teatro Cervantes de Ciudad Real; dos páginas del libro Mi rebelión en Barcelona, con una dedicatoria de Manuel Azaña; documentos de nombramiento y cese como gobernador civil de Cuenca y otros en los que se refleja la liberación de una serie de presos por decisión suya. Forman las últimas 24 páginas declaraciones de dos testigos, declaración indagatoria de Gómez-Lobo, informes de los responsables de la Comisaría de Investigación y Vigilancia de Ciudad Real, Alcaldía de Ciudad Real, Jefatura de FET y de las JONS, declaración de otro testigo, documentos de auto resumen y de la Fiscalía del Ejército de Ocupación, certificado de defunción, documentos del auditor con el archivo de las actuaciones sin más trámites.
El certificado de defunción, está firmado por Gabriel Torrijos Martínez-Raposo, teniente médico del Hospital Móvil de Campaña del C. E. del Maestrazgo. La transcripción literal es esta: “CERTIFICO: que a las dieciocho horas del día de la fecha, ha fallecido en este hospital, el paisano D. ARTURO GÓMEZ LOBO DE MORA, de 57 año de edad, casado, natural de Madrid y residente en Ciudad Real, por Fractura de base de cráneo y conmoción cerebral. Y para que conste firmo el presente certificado en Ciudad Real a ocho de Abril de mil novecientos treinta y nueve. Año de la Victoria”. Un error, Gómez-Lobo no es nacido en Madrid. Y un interrogante, ¿cual es la causa de la fractura de la base del cráneo? ¿tiro de gracia?
En la documentación referida a represaliados son frecuentes, como causa del fallecimiento, expresiones que aparecen en los certificados de defunción como “hemorragia interna”, “fractura de bóveda de cráneo con lesión cerebral”, “fractura huesos del cráneo con destrucción de masa cerebral”, “hemorragia cerebral con fractura de la base del cráneo”, “fractura de los huesos esferoides y base del cráneo”. “fractura de bóveda de cráneo con lesión cerebral”, “paro cardíaco” o “destrucción orgánica del cerebro”… Se trata de eufemismos usados para encubrir la muerte violenta de miles de víctimas.
Merece la pena detenerse en el perfil del médico firmante. Gabriel Torrijos Martínez-Raposo es asimilado a alférez médico como soldado del Regimiento Infantería América núm, 23 (BOE, 19-4-1937). Cuando pertenece a un grupo de Artillería del Ejército del Centro pasa a las órdenes del general jefe de dicho Ejército (BOE, 1-4-1938). Y es asimilado a teniente médico cuando forma parte de la Jefatura de Sanidad Militar de la División 13 y pasa, con agregación provisional, al Batallón de Trabajadores núm. 63, en Aljucén (BOE, 28-8-1939). En los años cuarenta es alcalde de El Cardoso (Guadalajara) y miembro de la Diputación de Guadalajara. Después pasa a ser alcalde de Corral de Almaguer (Toledo) donde, además, es Juez comarcal sustituto y tiene un comercio de ultramarinos en la Plaza. Es medalla de la Vieja Guardia en la provincia de Guadalajara (Nueva Alcarria, Guadalajara, 6-4-1946) e ingresa en la Orden Cisneros al Mérito Político con la cruz de caballero (Imperio, Zamora, y BOE, Madrid, 18-7-1948).
Gómez-Lobo comete el delito, según la conclusión de la Auditoría de Guerra del Ejército de Ocupación, de “Adhesión a la Rebelión Militar”. O sea, lo que se ha dado en llamar “justicia al revés”, pues los militares sublevados contra la República acusan de “rebelión” a quienes la defienden. Muchos de los presos juzgados fueron acusados por los tribunales franquistas de “adhesión a la rebelión”, “auxilio a la rebelión”, “excitación a la rebelión”, “inducción a la rebelión” o “rebelión militar”…
A propósito de El Holocausto español dice su autor, Paul Preston, que durante la exhaustiva investigación para su obra no pudo reprimir las lágrimas en muchos momentos.
Duele leer a Preston. Duele leer a Almudena. Duele leer a Ángel Viñas . Duele leer a mi paisano Julián López y a tantos y tantos historiadores y novelistas patrios y foráneos que se han atrevido a entrar en páginas tan dolorosas de nuestra Historia.
En esta sociedad blandita y tan dada a la molicie cerrar los ojos ante la cruda realidad cotiza al alza. Sin embargo, por mucho que duela adentrarse en textos como el suyo, Sr. Sánchez, creo que se lo debemos a tantos y tantos muertos, torturados y humillados. Se lo debemos y nos lo debemos.
Gracias Isidro por acercarnos poco a poco a la verdad. Cada palo que aguante su vela.