Teresa Sánchez.- El Grupo Literario Guadiana presenta un recital sobre el amor el próximo 15 de febrero a las 7 de la tarde en la Biblioteca Pública del Estado de Ciudad Real.
Definir el amor puede ser la más difícil de las tareas y a la vez la más entrañable. Hay muchos factores a considerar y muchos métodos de definición, pero a grandes rasgos podemos afirmar que el amor es expresión, quizá simplemente sea un animal con un sentimiento tal que sobrepasa la capacidad intelectual, en todo caso es un sustantivo abstracto, lo que significa que es una palabra desligada de lo real o sensible, pero todos reconocen que una vez tocados por él, nuestro mundo se ve irrevocablemente afectado.
Tema vibrante en la juventud y constante en la edad madura que unas veces toca una concepción materialista como un fenómeno puramente físico, impulso genético que dicta nuestro comportamiento, y otras es un asunto intensamente espiritual que en su máxima expresión permite tocar la divinidad. Ya desde El banquete de Platón se nos proporciona una noción enormemente influyente y atractiva indicando al amor como el responsable de una serie de elevaciones, en las que el deseo animal o la lujuria son reemplazados por la concepción más intelectual de la felicidad cuando algo más transciende a la atracción sexual y a la reciprocidad, incluso. Aristóteles, alumno de Platón, lo define como: “dos cuerpos y un alma”
La discusión filosófica del amor comienza, pues, con preguntas sobre su naturaleza. Esto implica que si tiene naturaleza, ¿cómo puede ser argumentalmente irracional? Quizá solo sea una explosión de emociones que desafían el examen de lo racional. La posición anterior, platónico aristotélica, sostiene que debemos aspirar a mucho más que una imagen particularmente estimulante del concepto, debemos aspirar a la belleza en sí misma. El amor refleja en las imágenes una belleza ideal y se vuelve intercambiable entre personas, ideas y arte. Amar de una forma platónica ya es belleza y no espera reciprocidad, siendo un valor intrínsecamente superior al deseo físico, al que solo responde el reino animal.
Tomas de Aquino admite cierto parcialismo en el amor hacia aquellos con los que estamos relacionados.
Pero volviendo a la idea anterior sobre la naturaleza del amor cabe afirmar que si de verdad posee esa naturaleza, debería ser descriptible en el lenguaje, quizá la descripción más afortunada provenga de la poesía, y quizá se haga cognoscible para el resto en un recital sobre este término abstracto.