Legendario Puertollano que rondara la muerte

Puertollano como yacimiento de una industria dorada en el crepúsculo de la brutalidad y la violencia del derrumbe y del grisú. Son las claves que nos muestran los pozos de San Felipe y San Julián, pertenecientes al complejo de la mina San Esteban. Escenario de la película «Esta voz es una mina», este paisaje de enero transmite en su languidez el drama en las tinieblas, el entrechocar de hierros como espadas en la batalla, el rezo silencioso en el siniestro descenso, el flamenco en el carbón, el sudor en la escoria de la tierra de Puertollano.

Los castilletes de las minas aún evocan el acento áspero de esas maquinarias con sonido de estampida, ecos anarquistas y proclamas socialistas. Sueldos de cinco pesetas, reuniones cenetistas, cargas de sables y bicornios, huelgas de meses para defender a un par de obreros despedidos injustamente. Estos exoesqueletos que auscultan la cuenca guardan en las casetas de sus poleas el alma de Puertollano, que debe salvarse a si mismo recuperando también el valor de su cuenca minera.

Se presenta ahora una oportunidad excepcional para revalorizar este entorno ante la inminente construcción de un carril bici iluminado y señalizado que unirá el parque Pozo Norte y la piscina Modesto Eiroa con el Pozo San Felipe, merced a una inversión de más de 172.000 euros financiados con el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, en el marco de fondos europeos, a través del Gobierno de Castilla-La Mancha.

La perspectiva del tiempo y la tecnología han transformado a estas estructuras en obras de arte. La vieja explotación de San Esteban se perfila entre las ruinas de sus casas de máquinas, los lavaderos de carbón y una bella chimenea de fundición coronada por una cigüeña que picotea el horizonte de la petroquímica. A pesar de su acondicionamiento como zona recreativa por parte de anteriores corporaciones, esta joya industrial ha vuelto a quedarse abandonada, y nunca serán suficientes los esfuerzos para dignificar uno de los principales escenarios de la historia obrera de Puertollano.

Los dos pozos de San Esteban fueron explotados por la Sociedad Hullera San Esteban, una mina colectivizada, como tantas otras, por los sueños anarcosindicalistas de la CNT durante los años de la Guerra Civil. En los años 50, este escenario saltaría a la fama nacional cuando Antonio Molina desfiló por estos caminos cantando al orgullo minero sin saber que había compuesto el himno de una ciudad. 

El eco de esa voz aún refluye aquí, entre las ondas del tiempo: no se maldecía la suerte, ni se tenía miedo a la ronda de la muerte. Bastaba caña, vino y ron para espantar la pena del entibado, del resollar de mulas vagoneras, del transpirar de picadores, del runrún de los lavaderos y el silbido del grisú. Todos estos colosos debieran ser reconocidos y protegidos de manera específica, y muy especialmente la maravillosa torre del Pozo Norte. Ojalá la próxima reapertura del Museo de la Minería y la construcción (y conservación) del carril-bici que la unirá a San Felipe sean el espaldarazo decisivo para cicatrizar unas heridas sentimentales y patrimoniales aún abiertas.

La revalorización de estos monumentos, y de otros tantos diseminados a las puertas de Sierra Madrona, sería sin duda una buena noticia en lo económico y en lo cultural, y el mejor homenaje para todos aquellos que sólo tenían oportunidad de divertirse con dos chatos de vino, quizá camisa nueva el día de la Patrona, y muchas, muchas ilusiones inalcanzables en los bolsillos rotos.

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4 COMENTARIOS

  1. 172 mil €. Seguro que por menos se desbloqueaba toda una vía verde completa….la del carbón y la plata que nos une con el valle de Alcudia y el horcajo, de inmenso interés paisajístico….y nos abriría la puerta a la red española de vías verdes. La corporación anterior no fue capaz de resolverlo. A qué espera esta nueva corporación municipal para ponerse a trabajar en ello

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