Jesús Millán Muñoz.- Tenemos que preguntarnos cuánto vemos cuándo vemos, cuánto oímos cuándo oímos, cuánto percibimos cuándo percibimos.
Todos utilizamos sentidos de los sentidos, y, con los sentidos sentimos o sufrimos realidades sentientes, pero sentir y percibir son dos realidades diversas, según los psicólogos. En el fondo es una realidad sentir-percibir.
Sentimos con un sentido una realidad externa o interna, pongamos externa, pero a eso, en segundos o en menos, le damos un significado, a esta segunda parte del proceso, aunque sea inmediata al primero, lo denominamos percepción.
La percepción sería algo así, como todo el entramado intelectual o conceptual o pasional o deseante de la propia experiencia acumulada durante décadas, incluso, lo consciente e inconsciente. De ahí, que para alguien subir en un simple ascensor, es un conjunto de sentidos que se ponen en juego, y, es una operación simple y clara, sencilla podríamos indicar. Pero no es sencilla, solo es rutinaria. Pero para algunas personas, inconscientemente, tienen una herida o un trauma, pongamos con lugares cerrados, y, sienten tal malestar en ascender por ascensor, que van por la escalera veinte pisos…
Se suele indicar, que no todo el mundo vale para cura, ni para psiquiatra, ni para psicólogo, ni para filósofo. No entro, si este aserto o juicio o enunciado es verdadero o no, ni en cuanto es verdad y en cuanto no. Pero si es cierto que todos esos oficios, vocaciones, profesiones exigen que el sujeto que realiza esas acciones y actos y actuaciones, no solo tenga que analizar lo que viene de fuera, sino lo que viene de dentro. Tiene en la medida que pueda buscar “la sensación pura”, y la “percepción pura”. El dato en sí, lo más racional posible, sin añadidos, el hecho en sí, lo más objetivo posible, y, después, al segundo, en un segundo momento, unir a ese dato o acto de sentir, la interpretación más correcta, a eso todos los conceptos más verdaderos, todas sus pasiones y deseos y fines internos e interiores más perfectos y perfeccionados…
El notable escritor, traductor y articulista Ángel Crespo nos redactó un artículo titulado: El elefante en la obscuridad. Que nos habla de estos temas y de otros. ¿Qué vemos o sentimos con cada sentido y con cada unión y relación de sentidos, y, después, que percibimos, al añadir al dato, que vemos u oímos o sentimos, añadimos ideas y conceptos y traumas y heridas y fines e intereses…? ¿Qué sabemos de la realidad en definitiva…? ¿De cada cosa o trozo de la realidad, de cada trozo pequeño o de cada trozo mediano o de cada trozo grande…? ¿Sin entrar en las mezclas y combinaciones de “percepciones sobre el mismo dato…”, porque una silla, no solo la vemos, sino la tocamos, y, esa silla nos hacemos una idea o concepto, del tipo o la forma o el estilo de la silla, pero también, como Proust, nos puede recordar no la magdalena, pero si la silla de la abuela…?
Como modesto articulista de opinión periodístico que soy, ofrezco a los potenciales e hipotéticos lectores y lectoras, algunas reflexiones sobre temas, esos árboles, que toca temas o cosas de la pequeñas cosas de la vida, un botijo, podríamos aplicarle, y, a eso le añadimos significados y significantes y contenidos y continentes, de diversos saberes. Intentamos profundizar en el botijo, en algunos de los muchos significados que tiene. Sé, que no tengo derecho quitarle a nadie cinco minutos de su existencia. Por tanto, debo, le debo a ese hipotético lector, darle carne o pescado o huevos o cocido para que intente entrar un poco más en su corazón y en su carne y en su alma. Mire con más objetividad cuándo mire y reciba por los sentidos. Cuando acepte un concepto o una idea, lo perciba con más claridad, sea y sepa, que existe en una simple mirada a un botijo muchos significados y significantes…
Se pueden citar en un artículo a muchos autores, es diríamos el jamón del bocadillo o el queso o el caviar. Pero intento solo citar, cuándo se aporta algo, dentro del contexto de la simplicidad en palabras, pero realizadas con cierta belleza, pero calar y bucear y nadar en la profundidad en y de los enunciados. Se dice, todos hablan del bárbaro del especialista, nos lo menciona Crespo en este artículo, recordando a Ortega.
Pero les indico, han pensado alguna vez, a y en la persona, que sabe bastante de todo y desde muchos puntos de vista, y, por eso mismo, no es especialista en nada, no es experto en nada, no es considerado experto por ninguna academia o grupo, y, sucede, que al no ser experto, ni especialista, ni ser considerado, fracasa en casi todo. No es admitido en el grupo de los literatos, ni admitido tampoco en el grupo de los filósofos, ni admitidos tampoco en el grupo de los artistas plásticos, ni en el grupo de los historiadores del arte, ni…
Y, va llegando el tardear de la vida, y, se va abriendo la puerta última, y, se da cuenta, que tiene en su casa miles de papeles con colores o con líneas, y, nadie, nadie le considera de los suyos. Es fácil hablar de los bárbaros expertos y especialistas, pero pocos, pocos recuerdan, de las personas, que después, de dedicar treinta o cincuenta años a varios saberes, nadie los considera de los suyos, y, su realidad es un enorme fracaso, en el mundo de la cultura y del bolsillo…
Por tanto, si alguien me pregunta, les diría, sean ustedes especialistas y expertos en algo, y, después, en tiempos libres, vayan probando otras mermeladas y cocidos y paellas. Al menos, así, así será considerado del Real Madrid o del Betis o del Barça o del Atletí, y, no será dejado en la cuneta de la historia, incluso, de la historia cultural… Paz y bien y buena voluntad…