Comunicado.- La Fundación Franz Weber ha criticado esta mañana las actividades de carácter taurino que el Ayuntamiento de Daimiel apoya para este sábado 30, con propuestas como el «taller de toreo para niños y aficionados» o una «bueyada infantil». La imagen corporativa del consistorio aparece en el cartel promocional como ente colaborador de las mismas.
Los naturalistas lamentan que el ejecutivo municipal avale y permita este tipo de convocatorias como parte de una serie de propuestas cuya finalidad consiste en acercar la tauromaquia a un público de personas menores de edad, una práctica que supone violencia sobre los animales. Además, como ya ha señalado el Partido Animalista, podrían vulnerar el marco normativo autonómico, lo que añade más gravedad al contexto.
Apelan además desde la ONG internacional a los diferentes posicionamientos que se han emitido desde instituciones como el Comité de los Derechos del Niño, de Naciones Unidas, al respecto de la exposición de estas personas menores de edad en actos taurinos.
Así, recuerdan que en 2018 el mismo Comité pidió al Estado español evitar la participación o presencia de niños y adolescentes en la tauromaquia, con un texto muy claro al respecto:
“Para prevenir los efectos nocivos para los niños del espectáculo de los toros, el Comité recomienda que el Estado parte prohíba la participación de niños menores de 18 años como toreros y como público en espectáculos de tauromaquia.”
Ahora el organismo de expertas y expertos de Naciones Unidas ha incluido una referencia en el Comentario General nº 26, en su apartado G) sobre el “Derecho a no sufrir ningún tipo de violencia”:
“Los niños deben ser protegidos de todas las formas de violencia física y psicológica y de la exposición a la violencia, como la violencia doméstica».
Las actividades programadas en la localidad suponen una puerta de entrada a trivializar el maltrato animal entre comentarios positivos de familiares adultos o los propios guías de la convocatoria.
El Hay-untamiento daimieleño podría sugerir, ya de paso, que los participantes llevaran al evento, -además del consabido kilo de arroz o azúcar para los menesterosos-, a sus propios perros y/o gatos para aprender a torearlos, clavarles banderillas o picas y otras suertes taurofílicas. Así podrían apreciar la belleza y arte de la fiesta nacional con sus mascotas, que por supuesto no sufrirían el trance.