La muchachita de Valladolid

Estos días nos ha dejado la extraordinaria vallisoletana, Concha Velasco. Ella empezó como bailarina, siendo muy joven; continuó como actriz de comedia en el cine y en la televisión; para coronarse como una gran actriz de teatro. Aunque también fue cantante y presentadora de programas de televisión. Y se convirtió en la referencia de una época, que se extendió a lo largo de sus casi setenta años de carrera.

Su marcha se ha producido el mismo año en el que nos dejaron también dos buenos amigos suyos, como si se hubieran sincronizado los tres para hacerlo. Uno, el poeta y dramaturgo, Antonio Gala, y otra, la polifacética actriz y cantante Carmen Sevilla. Ella brilló como la estrella que fue, allá por donde transitó; pero como dijo su también amigo, el periodista Luis del Val, era grande siempre, sobre el escenario; ninguna soberbia, cuando se bajaba de él

Fue hija de padre militar y de madre maestra republicana, que vivió su infancia en Larache, cuando formaba parte del Protectorado español. Con once años se trasladó a Madrid, donde inició su formación como bailarina de baile clásico, solfeo y canto. Obtuvo una calificación de matrícula de honor, por la que ganó una beca de estudios en Londres, estudios que no pudo realizar por problemas económicos. Con trece años, —en casa la llamaban Chiti— ella se puso el nombre artístico de Lucrecia Velvar. Hasta imprimió tarjetas con ese nombre.

Inició su carrera como bailarina de la Ópera de la Coruña. Luego formó parte de la compañía de Manolo Caracol, para acabar contratada por Celia Gámez, con la que estrenó la revista El águila de fuego en el Teatro Maravillas. Con quince años inició su carrera como actriz de cine en la película El bandido generoso (1954). Después lo hizo en 1955 con La reina mora y La fierecilla domada.

Fue detenida en Barcelona por participar en un espectáculo de revista siendo todavía menor de edad. La devolvieron a Madrid esposada, en un tren de tercera, rodeada de delincuentes y custodiada por la Guardia Civil.

Su carrera en el cine continuó con el filme, Muchachas en vacaciones (1958), con la que obtendría su primer premio interpretativo. Participó en Las chicas de la Cruz Roja (1958), y en otras muchas que la lanzaron al estrellato cinematográfico, siendo muy joven.

Inició su actividad teatral con Ven y ven al Eslava (1959). Actuó en la obra de Antonio Buero Vallejo, Llegada de los dioses (1971). Entre sus muchas obras teatrales destaca una de Antonio Gala, que escribió para ella, Las manzanas del viernes (1999), con la que obtuvo un gran éxito. Y también escrita por Gala, actúa en la obra Inés desabrochada (2003). En el Teatro Clásico de Mérida, representó, entre otras, Hécuba (2013) de Eurípides. Y en 2016, le concedieron el Premio Nacional de Teatro.

Hace unos años tuve la oportunidad de verla por última vez en el Teatro Quijano de Ciudad Real, donde intervino en la Reina Juana, escrita por Ernesto Caballero y dirigida por Gerardo Vera. En ella interpretaba a Juana de Castilla, más conocida como Juana la Loca, en un monólogo espléndidamente representado. En la obra se reencarnan las vivencias de una de las reinas más conocidas y maltratadas, tanto por su familia como por la historia.

Eran vísperas de Navidad del año 2016 y el público permaneció en silencio, como correspondía a una gran actuación. La interpretó con entrega y pasión, lo que para su edad, —era casi octogenaria—, tenía mucho más mérito. Después, el respetable la ovacionó como merecía tan soberbia interpretación. Y fuimos más que afortunados quienes presenciamos aquella actuación, una de las mejores que se han visto en Ciudad Real en los últimos años.

Aunque ella nunca ocultó sus ideas políticas, eso no le impidió ser siempre conciliadora y, como buena profesional del espectáculo, entendía que, sobre todo, se debía y respetaba a su público. Aunque algunos no lo entendieran.

Según ha declarado quien fuera alcalde de Valladolid, Óscar Puente, “ella se empeñó en que los tres alcaldes comiéramos juntos en 2015 y eso que las relaciones no eran buenas”. Se refería a los últimos regidores que tuvo su ciudad, desde las primeras elecciones locales democráticas de 1979. Según recuerda el hoy Ministro de Transportes, mantuvo muy buena relación con todos ellos.

En su velatorio en Madrid se produjo un incidente desagradable, del que fue protagonista voluntaria la actriz Marisa Paredes, vinculada al grupo político de Sumar. Ella, vio que llegaba para dar sus condolencias a la familia, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Y, ante los medios, dijo “Por Dios, ¿pero qué hace aquí? ¡Fuera!”. El reproche a la actriz ha sido casi unánime. Destaca la del que fuera miembro de la dirección de Podemos, Ramón Espinar, que ha dicho: “lo que está fuera de lugar es una respuesta así. Me parece sectario y poco apropiado. Y no soy precisamente fan de Ayuso”.

Aquella muchachita de Valladolid, que fuera la alegre Chica Yeyé de los años sesenta, acabó siendo Doña Concha, por la gran actriz de teatro que fue.      

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