Manuel Valero.- Me cargan las críticas demagógicas contra la subida de tasas o Impuestos. Si aceptamos que ningún gobierno- local en este caso- sube la presión fiscal por algún servicio -como el del agua- para recaudar dinero y luego gastárselo en francachelas con sus compadres de Corporación, tendremos que deducir que un acuerdo de ese calado, siempre impopular, se hace partiendo de una realidad económica y para evitar males mayores, como el colapso de Aguas de Puertollano, empresa mixta público-privada participada por el Ayuntamiento, o el deterioro del servicio. Dinero público que se va a una compañía mitad privada se hurta a inversiones u otros proyectos. En Puertollano se ha bombeado el agua un 7% según acuerdo plenario, si bien la repercusión en el bolsillo ciudadano no irá más allá de un euro y medio al mes, según las cuentas de los populares. No iban a subir impuestos, dijeron, sí, pero una vez sobre el mapa de operaciones, el campo de batalla (gestión) se ve de otro modo.
Sea este gobierno, o el anterior o el que venga y admitido que no se incrementan las tasas, impuestos o precios públicos para pagar las parrandas de los que nos gobiernan, habrá que considerar que esa decisión tiende a mejorar un servicio. ¿A quién le apetece pagar más impuestos? A nadie. Y sin embargo son absolutamente necesarios para el interés común, incluso cuando su actualización (incremento) obedece a una determinada situación. Resulta muy cómodo levantar la voz contra la mínima subida de impuestos porque estamos acostumbrados a la cultura de la exigencia, iracunda en ocasiones, de buenos servicios pero sin que tengamos que rascarnos el bolsillo y si hay que apontocar a la caja común, que sea poco. ¿Y no es eso el pilar maestro de la socialdemocracia? Pues no. Subir impuestos cuando se hace con criterio racional y razonable y se pondera el impacto sobre las economías familiares y los inspira una lógica progresividad, y se gestionan bien con equidad y transparencia y revierten de nuevo al ciudadano… no es ni de derechas ni de izquierdas, no es ni liberal ni progresista, no es de rojos ni de fachas: es de sentido común. Lo dijo el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero: bajar impuestos es de izquierdas. Lo ultraliberal a lo argentino de Milei es la selva; su modelo antípoda, también, pero de otro modo.
El Ciclo Integral del agua ha sido un proyecto costosísimo (50 millones de euros) que han sufragado casi a la mitad los fondos europeos y ha liberado a Puertollano y a la comarca de la dependencia de Repsol en el suministro y tratamiento del agua. El trabajo de la empresa gestora que no ha salido bien parada (cerrará 2023 con un déficit de 600.000 euros líquidos), ha sido abordado por la actual Corporación que diseñará un plan de viabilidad. Así las cosas, se ha llegado al acuerdo plenario (PP y Vox) de aprobar la subida del recibo. Y menos mal que contamos con la nueva presa del Montoro, cuya necesidad se hizo dramáticamente patente tras la terrible sequía de la primera mitad de los 90 con consecuencias políticas directas en la Corporación de entonces, incluso con baile de alcaldes. La mano de Repsol era muy alargada.
La nueva presa recrecida (2006) fue el inicio de una nueva cultura de gestión del agua, tanto potable como residuales, e hizo necesaria una infraestructura que lógicamente tienen que pagar los municipios beneficiados que sin embargo siguen enzarzados en un toma y daca en los tribunales contenciosos por las obras que hubo que hacer y sobre todo por las diferencias de criterio sobre si ser comunados o mancomunados, figura que ellos defienden. Son Mestanza, Almodóvar, Cabezarrubias e Hinojosas. Puertollano ya se abastece de la presa con tubería propia; el resto de los municipios menos Almodóvar aún siguen captando de la red de Repsol, a pesar de que la red integral cuenta con derivaciones hacia los mismos y con plantas depuradoras de potable (Mestanza).
Sin entrar a valorar los entresijos de la gestión por parte de la empresa pública participada por el Ayuntamiento en un 51%, ni en la opinión política, o técnica o económica del actual alcalde, el hecho de que no haya más remedio que incrementar el recibo del agua para reactualizar IPC incumplidos, mejorar la red y sanear de algún modo la empresa semipública, es una decisión racional y razonable, aunque resulte contradictoria con lo prometido en campaña electoral. Si se trata de una empresa compartida no vale que sólo se mantenga con el dinero de los contribuyentes y algo de explotación rentable habrá que exigirle. Con todo, ese incremento del 7% se aleja mucho del 23% que pedía la gerencia de Aguas de Puertollano.
Los buenos servicios, la calidad de los mismos y su perdurabilidad en el tiempo no se paga con dinero caído del cielo. El alumbrado público, el suministro de agua, la limpieza de las calles, las licencias de terrazas, obras, apertura, etc y los impuestos municipales más magros como el IBI (la contribución), el IAE (Actividades Económicas) o el de Circulación son necesarios para que un Ayuntamiento pueda funcionar junto a las transferencias del Estado, de las CCAA o Europa.
Nada es gratis. En lo que sí conviene tener ojo avizor es en la gestión de los recursos. Patalear por una decisión que por su impopularidad siempre se presta a la crítica fácil indica cierta incultura, manifiesta o impostada, sobre la financiación del bienestar de los ciudadanos. A ningún mandatario en su sano juicio se le ocurre apretar el tornillo de la presión fiscal por capricho. Como es una estupidez la nueva línea ideológica que identifica subida de impuestos con la izquierda y bajada con la derecha. Otra cosa es la estrategia impositiva. Cuando Ramón Fernández Espinosa era alcalde se produjo el subidón de la contribución lo que provocó una gran manifestación que acabó en la Plaza con la Corporación y él mismo, frente a ellos dando la cara. Se pasó de una contribución arcaica a un IBI moderno de un solo golpe. Y el PSOE siguió ganando elecciones.
En nuestro caso del agua y la gestión integral de la sangre pública (esta definición me la dijo un día un político al referirse al líquido elemento) imprescindible para que una ciudad o una nación sobreviva y prospere, no parece que la subida amenace a la economía familiar o a los negocios. Ahora falta que los municipios mancomunados o comunados que se opusieron a pagar por diversas desavenencias su parte del proyecto de tendido de tubería, captación, tratamiento, depuración, potabilización, bombeo, depósitos y distribución hasta el grifo de casa y la reversión de las aguas residuales a la Naturaleza de nuevo o a otros fines como el riego- el ciclo integral, vamos- lleguen a un acuerdo para asumir su parte del costo y captar de la gran infraestructura realizada. El agua del Jándula que pronto llegará a la tubería de Repsol, más pronto si no llueve, no es apta para el consumo.
PD.- Esperemos que llueva. A cántaros como cantaba Pablo Guerrero.