En los años ochenta del siglo XX, el musicólogo británico Barry Cooper preparaba un libro sobre Beethoven y el proceso creativo. En el transcurso de sus investigaciones, descubrió más de cincuenta bocetos entre las libretas de sketches del compositor, de distintos años y procedencia [Berlín, 1812 / Berlín, 1822 / Viena, 1824 / Viena, 1825] que apuntaban a la composición de una sinfonía inédita.
1812. Mientras los españoles lidiaban contra Napoleón y le derrotaban en Los Arapiles, Ludwig van Beethoven (1770-1827) estaba componiendo sus sinfonías VII y VIII. No era la primera vez que componía obras de gran envergadura simultáneamente, ya lo hizo con sus dos sinfonías anteriores cuatro años antes. Pero he aquí que Cooper, siglo y medio después, descubre entre los bocetos de esa época algunas ideas para la composición de otra sinfonía más, que no tenían nada que ver con lo que sería su Novena sinfonía, ni siquiera el tono escogido (no ya en Re menor, sino en Mib o Do menor) ¿Por qué no seguiría Beethoven con esta composición? Tal vez tuvieran algo que ver los serios problemas en su vida privada que surgieron con la custodia de su sobrino huérfano. Además, desde 1815 se centró en la composición de lo que sería su Novena sinfonía. El grupo de bocetos más importante de esta sinfonía están en los bocetos de 1822, antes del estreno de la Novena. Pero no terminó la partitura: la atención a otros encargos, la enfermedad y la muerte le impidieron completarla.
Beethoven dejó constancia de la composición de la Décima tanto en misivas como en el testimonio de su amigo Karl Holz, quien afirmó haber oído al propio Beethoven tocando al piano el primer movimiento de una sinfonía nueva. Incluso en 1817 aceptó un encargo para componer no una, sino dos sinfonías más (9ª y 10ª de su catálogo). Los bocetos inéditos de este primer movimiento – dice al respecto Cooper – son muy fragmentarios y ninguno contiene más de unos 30 compases de música continua; pero a alguien familiarizado con los métodos habituales de dibujo de Beethoven le dan una idea clara del tipo de movimiento que tenía en mente. Además, contienen muy buen material. (…) Por lo tanto, PARECE MUY VALIOSO INTENTAR PONERLOS A DISPOSICIÓN DE LAS ACTUACIONES COMPLETÁNDOLOS EN UNA VERSIÓN INTERPRETATIVA [del primer movimiento], en lugar de dejarlos en archivos donde sólo pueden ser útiles para unos pocos especialistas. Así [para la realización de esta versión], todo el material temático básico es de Beethoven; pero hubo que añadir la armonía adecuada en los lugares donde faltaba, el movimiento tuvo que orquestarse al estilo de Beethoven (con la ayuda de sólo unas pocas pistas en los bocetos) y se insertaron pasajes de enlace basados en los temas de Beethoven donde necesario. Evidentemente, el resultado no es exactamente lo que Beethoven habría escrito, y en determinados lugares en particular probablemente habría sido más imaginativo. Sin embargo, proporciona al menos una impresión aproximada del movimiento que tenía en mente en el momento de los bocetos y ciertamente está mucho más cerca de la Décima sinfonía de Beethoven que cualquier cosa escuchada anteriormente. En cuanto a los movimientos restantes, Cooper dice que encontró muy poco material escrito.
2019 (el mismo año en que Google hizo el Doodle de homenaje a Bach que se cita en la primera entrega de estos artículos sobre IA). El Karajan Institute, en Salzburgo, forma un equipo de músicos y desarrolladores de software, encabezado por Matthias Röder, para crear un algoritmo que continúe y termine la décima sinfonía donde la dejó Beethoven, a partir de los bocetos que encontró Cooper para el Scherzo y el Rondó. Es decir, no se trataba únicamente de completar el conjunto de las voces (como en el Doodle sobre Bach), sino de crear y orquestar nuevas frases. Algo bastante inverosímil, sabiendo que el material original disponible para esta sinfonía era tremendamente escaso; y que compositores y musicólogos (particularmente los especialistas en Beethoven -como William Kinderman) saben que el proceso creativo da muchas vueltas desde sus orígenes al resultado final. En el ejemplo siguiente se aprecian las diferencias entre los bocetos y el resultado final en los movimientos III y IV de su Quinta sinfonía:
En el proceso de elaboración del Scherzo por IA, no se ocultan las referencias a su Quinta sinfonía, tanto por la similitud entre el boceto de este Scherzo con el célebre motivo de la Quinta (en especial en su tercer movimiento) como por la coincidencia de las tonalidades elegidas. En mi modesta opinión, la referencia principal para este proyecto debería haber sido el 2º movimiento de la Novena. Si es así, no lo aprecio.
Aunque el propósito era que la “recomposición de la X” estuviera lista para celebrar el 250 aniversario de Beethoven, la presentación, por la Bonn Orchestra, no sucedió hasta 2021. Era necesario no precipitarse para presentar el trabajo como un éxito indiscutible. Para los desarrolladores el programa sería un éxito solo con que el oyente se mostrase incapaz de distinguir entre el Beethoven original y la creación algorítmica. O sea, que lo de la fidelidad al pensamiento de Beethoven quedaría en segundo plano solo con que la mayoría del público (entendidos o no en la materia) diera su beneplácito. Tal vez hubiera sido más realista, menos falso y pretencioso, presentar el proyecto como “las posibilidades de componer una obra con IA en el estilo de Beethoven”. De todos modos, aunque en la sección B (o Trío) del Scherzo los temas y sus tratamientos no me convencen en absoluto como si fueran propios de Beethoven, el resultado es bastante aceptable. Además, la interpretación de la orquesta contribuye a su aceptación.
En realidad, no es que costase dos años componer un Rondó y un Scherzo (cuya forma, sencillamente es A-A-B-A’-CODA, algo que cualquier músico profesional podría realizar de forma artesanal en mucho menos tiempo), sino preparar la máquina para componer una obra de esas características con IA, en mucho menos tiempo, con menor esfuerzo y con resultados validables (duración, coherencia, variedad, etc.). De hecho, en Youtube hay una página con otra versión diferente del Scherzo (la cual incluye un enlace a su partitura) realizada anteriormente por Gerd Prengel, que no está hecha con IA, sino con la ayuda de programas ordinarios de edición de partituras y reproducción de la misma (es decir, con sonidos procedentes de un banco de sonidos del propio ordenador): “ ¡no quería mostrar cómo Beethoven podría haber compuesto su décima sinfonía! Simplemente quería utilizar sus bocetos según mis sentimientos personales porque me fascinaban y merecían ser escuchados”. Lo que ya sabíamos, a la vista de la experiencia con el Doodle de Bach, y como diría el propio Röder, es que «el algoritmo es impredecible, nos sorprende todos los días«. Es decir, la máquina auxilia en las labores, como hacen las máquinas desde hace siglos; hace el “trabajo” y da una gama de soluciones de todo tipo. Pero quien escoge de entre esas soluciones, da pautas de creación y continuidad, y resuelve, es el humano. Seguramente no hayamos llegado al estadio en que la máquina delimite acertadamente por sí sola y con unos márgenes de calidad en la creación musical. Y coincido con los promotores del proyecto del Karajan Institute, en que la validez del resultado depende del contexto y del oyente humano, con todos sus prejuicios y sus limitaciones.
Por cierto, Barry Cooper también ha escrito un libro sobre Alan Turing.
la verdad me gusta encontrarme articulos que te nutren, como expertaseo siempre estoy indagando nuevos nichos y la Inteligencia artificial en la música y como desglosan dicho contenido… gracias por el post.