¿Qué dijeron las urnas el 23 de julio de 2023?

Últimamente parece que engañar al pueblo desde el poder es algo habitual, usual y sin cargo alguno contra el que miente. Se va imponiendo una forma de engaño al pueblo muy barato y muy rentable para el engañador. Hace poco una mentira del poder llevaba acarreado la pérdida de la confianza popular y lo que era más grave la pérdida del mismo poder. Hoy es más listo, más inteligente y posiblemente más capaz aquel que hoy dice una cosa y mañana la contraria si en ello va el sillón y las dádivas del poder.  No importa, con tal de conseguir lo que el poder se propone, engañar una y mil veces  al pueblo dócil, sumiso, obediente y siempre dispuesto a ser engañado es una moneda normal en la vida política española.

                Ayer para el presidente del gobierno en funciones y para la inmensa mayoría de sus ministros era anticonstitucional la amnistía política  contra un gobierno regional que se había levantado contra la legalidad vigente, creando infinidad de problemas de orden público, poniendo en jaque a las fuerzas del orden y al mismo gobierno, libremente elegido, de tal manera que Barcelona ardía por los cuatro costados y las comunicaciones por carretera eran intransitables y hoy   para ese mismo presidente y sus acólitos ministros la amnistía no solamente es buena y loable sino que es necesaria para España y los españoles porque no solamente pone en la calle a los golpistas sino que fue el estado español el culpable de aquellos terribles hechos  que asolaron las principales vías de Barcelona.

                Por doquier el presidente en funciones y su séquito de plañideros/as, tergiversando la verdad, dicen, sin ningún reparo y sabiendo que mienten una vez más, que los españoles han votado que veintidós partidillos, todos perdedores en las elecciones generales, deben conformar  un gobierno progresista, eso sí sin programa o manteniendo cada uno de ellos el suyo. Esta es la gran mentira electoral porque la única verdad es que el pueblo votó mayoritariamente a dos partidos PP y PSOE y que es obligación de ellos ponerse de acuerdo para conformar un gobierno estable y acomodado al sentir de la inmensa mayoría de los españoles que votaron  estabilidad, consenso, acuerdo y normalidad.

                Lo venimos diciendo, ya en multitud de ocasiones, que tenemos la peor ley electoral posible y que en ningún país democrático del mundo tiene vigencia y que es obligación de los dos grandes partido ponerse de acuerdo para cambiar la ley y ajustarla a las necesidades propias del pueblo español. Ya es reiterativo, por mi parte, decir que esta ley electoral nos lleva al fracaso y ruptura de la sociedad en dos. No es de recibo que las circunscripciones electorales estén confundidas. No parece que sea lógico que para elegir a los representantes de la nación (Diputados y Senadores) la circunscripción sea la provincia como lo es para elegir los representantes de los parlamentos regionales. No parece democrático que el voto de un ciudadano catalán, vasco o gallego tenga el doble de valor que el de un castellano, murciano o andaluz. Es evidente que esto no puede seguir así por más tiempo. España no puede estar en manos de unos pocos independentistas que  apoya a uno u otro partido dependiendo de lo que cueste a España su apoyo porque eso sencillamente es una compra vil del estado de las libertades.

                Esta ley electoral es, sin duda, entre otras varias cuestiones que indicaré más adelante, la causante de la compra de votos a base de dinero público bien por condonación de deuda pública, bien por entrega de competencias de todos los españoles, como trenes, seguridad social y un largo etcétera que solamente son elementos discriminatorios  que crean desigualdad entre unos españoles y otros.  Por otro lado no parece de  recibo que el presidente, siendo candidato a unas elecciones pueda seguir desempeñando funciones de presidente. Lo mismo ocurre con los presidentes regionales, alcaldes y presidentes de diputación que con coche oficial y con todas las prebendas del cargo se pasean por el territorio correspondiente haciendo campaña de partido y ocupando espacios en los medios de comunicación por el mero hecho de haber ganado las elecciones de hace cuatro años. Esa mochila es sin duda una gran discriminación contra los demás candidatos.

                ¿Cómo se puede tolerar que un candidato, en este caso, el presidente en funciones, se atreva a comprar el sillón de la Moncloa concediendo a los golpistas catalanes, la amnistía política por los gravísimas vulneraciones a la constitución Española y no sólo eso sino que les entregue más de quince mil millones de euros, algunos muchos gastados en el referéndum ilegal y por si era poco les entrega los trenes de cercanías con vías incluidas? ¿Cómo se puede tolerar que el presidente en funciones estreche la mano de los asesino de ETA y conceda al ejecutivo vasco la caja de la Seguridad Social que es de todos los españoles?  ¿Acaso esto no es malversación de fondos públicos o como dice el pueblo: dar al ladrón las armas para seguir robando?

                Siendo esto muy grave y sabiendo que en España Montesquieu hace tiempo que ha muerto porque la separación de poderes no es real, y como todos sabemos, el poder político ha invadido a los otros dos poderes del estado sin que nadie se alarme. Prácticamente todos hemos aceptado unos con más alegría y otros preocupados que los dos poderes ejecutivo y político ya hace tiempo que caminan juntos y que no hay  ninguna interferencia entre ellos pero teníamos la ligera impresión que el poder judicial se podría mantener con cierta libertad. La amnistía y todas las concesiones dadas a los separatistas que ni se arrepienten ni se confiesan culpables de nada,  porque ellos dicen y  se reiteran en que lo volverán a hacer en el momento que puedan, es un golpe bajo al sistema judicial que tantas horas de trabajo y de estudio ha dedicado a este gravísimo problema que lo fue el golpe de estado de los separatistas catalanes.

                Como decía mi paisano Unamuno: Me duele España. A mí me causa indignación, me duele el alma ver a un presidente en funciones, postrarse a los pies de un prófugo de la justicia española suplicándole un voto para poder seguir en el sillón de la Moncloa. Creo que no se puede caer más bajo y humillarse hasta tal extremo, por el mero hecho de seguir en la poltrona. Quiero un presidente, libre, honrado, sincero, humilde que no venda parte de España a los que quieren romper la unidad que proclamaba Nebrija y que todos los españoles de bien deberíamos tener como algo muy grande metido en lo más profundo de nuestro corazón.

                Hoy, mañana y al día  siguiente, los odios y rencores entre unos españoles y otros habrá aumentado y el culpable solamente será usted por crear desigualdad entre todos los españoles. Creo que debería usted pensar en la gente del hemiciclo que le apoyará en su investidura y el porqué de ese apoyo pagado con los impuestos de todos los españoles. ¿Acaso cree usted que con los enemigos de la Constitución podrá formalizar un gobierno de progreso o más bien un gobierno al estilo venezolano? Millones de españoles de muy diferentes ideologías este domingo día 12 de noviembre han ocupado las plazas de todas las capitales de provincia pidiéndole que meta en la cárcel a Puigdemont, que no discrimine a los españoles por ser de una comunidad o ser de otra, que deje libertad de acción a los jueces y que el dinero público no puede servir para la compra de votos.  Por favor no desoiga las voces del pueblo español porque de seguir así usted no podrá visitar ninguna región de España en la que no sienta en sus oídos las mismas reclamaciones que se oyeron en todas las capitales de España.

Fdo. Dr. D. Emilio Nieto López

Primer Decano de la Facultad de Educación de Ciudad Real.