La clave está en la abstención

Manuel Valero.- Tenía el interés de un clásico la votación interna del PSOE que enfrentaba de algún modo a dos dirigentes socialistas, Sánchez y Page porque al margen de lo que los militantes del PSOE tenían que votar en torno a los pactos, los resultados finales tenían ese cariz de choque de liderazgos. Ya lo había manifestado Page con anterioridad y con clara soledad en el Comité Federal, pero las urnas son las urnas y lo que sale de ellas es tan civilmente sagrado como el sagrario para los católicos. La cuestión severa sobre la voluntad militante en torno a la manoseada amnistía implícita en la pregunta, era ya de por sí de una importancia suma con una derivada interesante. Las urnas internas del PSOE debían decidir si apoyaban a Pedro Sánchez, el secretario general o a Emiliano García Page, secretario regional. De algún modo, Page se jugaba su liderazgo. Si la participación hubiera sido mucho mayor, como se esperaba en una consulta de tanta transcendencia, y la militancia hubiera dado el placet amplísimo a Sánchez con mucha más contundencia, el crochet hubiera mandado al presidente de Castilla-La Mancha directamente a la lona.

Hablaron las urnas y comenzaron las lecturas. El mensaje del PSOE fue claro: la militancia había apoyado claramente a Sánchez y le había otorgado vía libre para pactar con quien fuera (o sea con el burgués fugado) para reeditar un gobierno progresista. Pero así como cada lector tiene su propia opinión del libro que lee, los resultados de las urnas redactaron amplios párrafos de tranquilidad para la dirigencia regional.

En una vista rápida, Sánchez ganó el partido; en un análisis más pormenorizado fue Page quien salió victorioso. ¿La clave? La abstención. Lo que se consultaba a las bases era de una importancia histórica y aunque el líder socialista regional ya había dado su opinión contraria a la amnistía implícita en una pregunta ambigua, no se detectó ninguna campaña de persuasión para que los militantes de la federación de Castilla-La Mancha, acudieran en masa a votar el NO defendido por Page. Lo que descubrieron las urnas fue que ese NO estaba encubierto en la abstención. Hay múltiples causas para abstenerse al margen de lo que los expertos demoscópicos llaman abstención técnica -personas mayores, errores en el censo, etc. Sin embargo el momento no estaba para melindreces. Lo que había era mucho en juego. Los liderazgos de uno y de otro, por ejemplo.

Así que acabada la votación y hechos públicos los resultados, de los       militantes que figuran en el censo del PSOE regional, 11.389, le dieron el apoyo a los pactos, amnistía incluida, y por lo tanto a Sánchez, 5.426. Del otro lado, la abstención y los noes activos se alinearon con Page. O sea, mayoría absoluta entre el No activo y el No oculto.

El momento estelar será cuando se vote en el Congreso la investidura de Sánchez si es que ésta llega a buen término y no se quema del todo en la lenta cocción a la que lo tiene sometido el de Waterloo. Page no manda en los diputados orgánicamente ni éstos le deben obediencia más que al Grupo Parlamentario. Y llegados a una situación casi extrema, a su propia conciencia. En realidad debería ser así pero la democracia española se sostiene en la obediencia debida y garantiza la férrea fidelidad de los diputados a su partido. Salvo que los disidentes quieran ser quemados en la hoguera de la opinión pública por traidores o tamayistas. O laureados, en este caso.

En definitiva, las votaciones han dado un respiro a Page que no ve debilitado su liderazgo. En caso contrario se hubiera visto más solo que en Comité Federal. Y si un secretario general defiende con ahínco, reiteradamente y con claridad un posicionamiento político que no es ratificado por las bases de su partido no le quedaría otra que presentar su dimisión.

PD.- El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page no está tan solo frente al vértigo de los acontecimientos.

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