Los corazones de Alejandro y de José Luis, de José Luis y de Alejandro, laten un año después en el corazón mismo de Argamasilla de Calatrava, con la firmeza de un gran roca y el afecto de una estrofa que reza ‘Fuisteis y seréis siempre, almas venidas para salvar’.
Ayer, cuando el crepúsculo nublado cedía el paso a la noche, el pueblo acompañaba en un silencio de unidad a las familias de las víctimas del sinsentido que, tal día como hoy de 2022, sobresaltaba la tranquila cotidianeidad de una localidad tan afable como siempre.
Minutos antes de las ocho, el alcalde, acompañado de las familias del policía local caído en acto de servicio y del agricultor que intentó zanjar de inicio toda tragedia, descubría el gran monolito de piedra que perpetúa en la memoria colectiva los nombres de dos héroes.
Y ese llanto callado que impregnaba el ambiente de la plaza consistorial en tan inenarrable momento, rompía en aplauso espontáneo de una Argamasilla de Calatrava que se queda con lo mejor de ambos, la serenidad sabia del labrador y la sonrisa imborrable del agente.
Sus retratos, sendos semblantes, habían presidido antes el tributo institucional con que el Ayuntamiento quería contribuir también a restañar, en la medida de lo posible, heridas difíciles si quiera de aliviar, principalmente entre padres, hermanos, cónyuges e hijos.
Dos minutos de silencio consecutivo, uno por José Luis Fernández San Antonio y otro por Alejandro Congosto Gómez, abrían en el Salón de Plenos consistorial un homenaje que próximamente se sellará con el nombramiento respectivo de hijos predilecto y adoptivo.
Así lo anunció Jesús Ruiz ante familiares, compañeros, amigos, conocidos y responsables del tejido social de la localidad, que llenaron el lugar con su presencia y con su aliento, testigos todos de la entrega de las placas honoríficas a la solidaridad a ambos concedidas a título póstumo y que recogieron sus respectivas esposas.
Josefina recibía la de José Luis, de quien el alcalde dijo ser “un hombre trabajador, con carácter, dispuesto siempre a defender lo que creía justo”, hasta el punto de que, al asomar la infamia, “pudiendo no intervenir, pudiendo mirar para otro lado, no lo hizo”.
Y Vanesa hacía lo propio con la de Alejando, “ejemplo del espíritu de sacrificio de la policía que a diario pone en riesgo su vida para cumplir con su misión, proteger a los ciudadanos”, subrayó un regidor añorante de “su buen humor y su mano tendida siempre a los demás”.
Palabras éstas que hizo suyas Javier Cabrera, mando incidental al frente de la Policía Local, a quien la emoción le dejó cuanto menos rememorar el afecto que escolares tenían por su compañero, valorando de ambas víctimas ser referentes en sus quehaceres policiales.
El acto, que pese al multitudinario acompañamiento no perdió en momento alguno el aura intimista que se respiraba en torno a sendas familias, quiso ser no obstante un gesto añadido de reconocimiento a otros agentes que se vieron sorprendidos aquella soleada mañana de miércoles, con especial detenimiento en otro compañero de la Policía Local.
Así, Javier Delgado Rodríguez recogió placa honorífica y, con voz entrecortada, refirió que “aquel día fue un compendio de situaciones en que nos sentimos desprotegidos”, por lo que en el deseo de que esta fatalidad “sirva de algo”, reclamó más medios de protección.
Su participación en aquel primer contingente policial provocó en él heridas físicas de las que sigue en recuperación, más allá de padecer la misma terrible experiencia que el resto de efectivos locales y de la Guardia Civil que primero llegaron al lugar de los hechos.
De ahí que estas otras distinciones que el pueblo de Argamasilla de Calatrava entregaba ayer a él y a los agentes beneméritos María del Carmen Hinojosas Rodríguez-Borlado y Leonardo Castellanos Real y también a las familias de Alejandro y José Luis, subrayasen ‘su sobresaliente valor personal, con riesgo grave e inminente para su propia vida’.
Entre las autoridades presentes estuvieron por parte de la Guarda Civil el coronel jefe de la Comandancia de Ciudad Real, Juan Antonio Valle y su capitán en Puertollano, Juan Ángel Coronado, encomendados ambos para la entrega de las placas a sus agentes.
Y junto a ediles de todo el arco plenario municipal, cabe destacar la presencia del jefe de servicio de Protección Ciudadana en Ciudad Real, José Luis Villanueva; el responsable local de Protección Civil, Aquilino Fernández; o el juez de paz, Cándido Menchén, entre otros.
Todo el acto, presentado por la periodista de CMM en Puertollano Ana Belén Henales, quien un año atrás hubo de cubrir informativamente el suceso, contuvo un alto cariz humano al que contribuyeron las sentidas piezas interpretadas a violín y teclado por un dueto de colectivo ciudadrealeño Musicordae.
Pero lo fue muy especialmente de la mano de la autora local Anabel Ruiz, quien declamó unos versos de su obra ‘Distancia entre dos mundos’ en memoria de José Luis y Alejandro, de entre los cuales se han escogido las palabras que rubrican el monolito a ambos erigido.
Hoy jueves, a diferencia de hace un año, el cielo llovizna a ratos sobre Argamasilla de Calatrava, lagrimeando sus campos, incluidos los que se reparten en torno al camino de Las Huertas, donde todo aconteció, pero también los ramos de flores que ya anoche se empezaron a depositar junto a la gran roca-memorial sita en la Plaza del Ayuntamiento.