Por José Belló Aliaga
La escritora Clara Sánchez (Guadalajara, 1 de marzo de 1955) ha ingresado como miembro de número de la Real Academia Española (RAE) para ocupar la silla X. Se incorpora así a la institución tras su elección por el Pleno de la RAE en la sesión del 23 de marzo de 2023. Su candidatura fue presentada por las académicas Soledad Puértolas, Carme Riera y Paloma Díaz-Mas.
Clara Sánchez ha tomado posesión de la silla X, vacante desde el fallecimiento de Francisco Brines el 20 de mayo de 2021. Ha sido la también escritora Soledad Puértolas la encargada de dar la bienvenida a la nueva académica y de responder a su discurso de ingreso en nombre de la institución.
Fotos del acto
LA MÁQUINA DEL TIEMPO
Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense y autora de numerosas novelas (entre ellas las premiadas Últimas noticias del paraíso —2000, Premio Alfaguara—, Lo que esconde tu nombre —2010, Premio Nadal, Destino—, El cielo ha vuelto —2013, Premio Planeta—), Clara Sánchez, en su discurso de ingreso, titulado La máquina del tiempo, ha remarcado que, por muchos avances científicos que se hayan producido, solo nuestra imaginación ha sido capaz de crear una potente máquina del tiempo que nos permite ir hacia atrás, hacia delante y hacia dentro de la mente: la literatura.
Como es tradición, la académica ha dado las gracias a las escritoras que promovieron su candidatura, así como al anterior ocupante de la plaza, el poeta Francisco Brines: «Es uno de los mayores poetas de nuestro tiempo, cuya silla X me honra y me conmueve ocupar. Si se me hubiese dado a elegir letra, con todos mis respetos al resto del alfabeto, habría escogido esta sin dudar porque es la letra del enigma». «En la X se concentra todo un mundo por descubrir, que es el que nos hace soñar, imaginar y avanzar. Brines la recibió del dramaturgo Antonio Buero Vallejo, y la protegió y la iluminó hasta su fallecimiento», ha añadido.
Además, Clara Sánchez ha querido incidir en el tiempo como eje vertebrador de su discurso: «Qué impotencia y dolor nos crea no poder volver atrás, estar condenados a dirigirnos ciegamente hacia un futuro invisible. Es una sensación tan insoportable que, para mitigarla, la imaginación ideó una potente máquina del tiempo: la literatura». Sobre esta idea ha insistido asegurando que «solo nos movemos hacia adelante y no se puede luchar contra este terrible freno, salvo en la ficción. La ficción nos confiere poderes sobrenaturales con que crear una realidad a la que podemos recurrir una y otra vez, una y otra vez».
Acto de ingreso en la RAE de Clara Sánchez
EL ESPACIO-TIEMPO EN LA LITERATURA
Sobre viajes en el tiempo, la escritora ha querido recordar que «alguien en 1895 decidió materializar esa nave imaginaria que solo existía en nuestros deseos, una nave del tiempo física lanzada a lo desconocido. Se trata de la pequeña novela de H. G. Wells, La máquina del tiempo».
Al igual que este clásico de la ciencia ficción, por el discurso de la autora han transitado otros títulos que han tenido en el tiempo uno de sus principales elementos narrativos: Micromegas, de Voltaire; el Quijote, de Cervantes; la Celestina, de Rojas; La desheredada, de Galdós; Planilandia, de E. Abbott…Especialmente inspiradora le ha resultado la novela de Adolfo Bioy Casares La invención de Morel, que, en su opinión, hace 83 años construyó, con una tecnología que aún no existía, una incomunicación y una soledad nuevas que aún no sabemos cómo digerir y que nos obliga a preguntarnos si todos los avances tecnológicos y las nuevas y sorprendentes posibilidades de cumplir cualquier deseo no sobrepasan nuestra capacidad de ser felices.
El espacio también ha formado parte de la lectura de Clara Sánchez. «Hay novelas en las que el espacio envuelve la historia en una bola de cristal. La playa del Lido de Venecia en La muerte en Venecia, de Thomas Mann; el sanatorio de La montaña mágica, del mismo autor; la playa en El extranjero, de Albert Camus; El río en El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio; la mansión de Manderley, en Rebeca, de Daphne du Maurier; la mansión de Bly en Otra vuelta de tuerca, de Henry James; la fortaleza en El castillo, de Franz Kafka. En todas estas novelas, todo lo que sucede solo puede ocurrir en el seno de su espacio», ha explicado. El tiempo y el espacio influyen en la manera de narrar, según ha destacado la escritora: «Es un hecho que el espacio-tiempo virtual modifica nuestra percepción de las cosas y la forma de describirlas, el estilo de la prosa».
Para finalizar, Clara Sánchez se ha referido a la fugacidad del tiempo y la capacidad de la literatura para retenerlo. Como metáfora de esa volatilidad ha recurrido a sus recuerdos: «Una de las cosas en que más me gusta recrearme es un campo de amapolas […]. La amapola es una flor absolutamente perecedera y sin perfume, en cuanto se la toca se marchita […]. En el fondo es una flor rebelde, frágil y rebelde, como el tiempo y la vida».
En su respuesta a la nueva académica, Soledad Puértolas ha destacado que una escritora más se una a la institución, ya que, asegura, «los escritores tienen en la Academia un cometido muy especial. Dan fe del uso literario de nuestra lengua en el presente». Y ha añadido que «el uso que cada escritor hace de la lengua aporta a nuestra lengua un nuevo matiz, es reflejo del aire que envuelve el presente, el aire que respiramos, siempre distinto».
«La bienvenida que damos hoy a Clara Sánchez es una bienvenida a la literatura de nuestros días, de nuestro presente, a la expresión literaria de nuestra forma de vivir, de pensar, de sentir, de estar en el mundo, el siempre indescifrable mundo de hoy», explicaba antes de comentar la trayectoria académica y profesional de la autora, repasando la mayoría de sus títulos. «Clara Sánchez está atenta a los latidos de nuestro tiempo, a sus palabras, que se encuentran ligadas a espacios y tiempos concretos, a las vidas cotidianas de hoy, e impregnadas de los recuerdos y las huellas del pasado, unas palabras que, en ocasiones, están ensombrecidas por antiguas pesadumbres o nuevas frustraciones y en otras, a las que nos aferramos, en las que son iluminadas por los sueños y la potencia de los deseos», ha concluido Puértolas.
CLARA SÁNCHEZ
Clara Sánchez nació en Guadalajara y pasó la mayor parte de su infancia en Valencia hasta que se instaló con su familia en Madrid.
Se licenció en Filología Hispánica por la Universidad Complutense y se dedicó a la enseñanza universitaria durante diecisiete años, pero además ha participado como tertuliana, articulista y colaboradora de diversos medios españoles y extranjeros.
Desde su primera novela publicada en 1989, Piedras preciosas, la crítica destacó, como aportaciones fundamentales a la literatura de finales del siglo XX, la originalidad y modernidad de su narrativa, su contemporaneidad.
Asimismo, es autora de las obras No es distinta la noche (1990, Debate), El palacio varado (1993, Debate, Alfaguara), Desde el mirador (1996, Alfaguara), El misterio de todos los días (1999, Alfaguara), Últimas noticias del paraíso (2000, Premio Alfaguara), Un millón de luces (2004, Alfaguara), Presentimientos (2008, Alfaguara, Destino), Lo que esconde tu nombre (2010, Premio Nadal, Destino), Entra en mi vida (2012, Destino), El cielo ha vuelto (2013, Premio Planeta), Cuando llega la luz (2016, Destino), El amante silencioso (2019, Planeta), Infierno en el paraíso (2021, Planeta) y Los pecados de Marisa Salas (2023, Planeta).
Ha sido traducida a más de veinte idiomas y su obra tiene una importante repercusión internacional, especialmente en Italia. Entre los galardones recibidos figuran el premio Alfaguara (Últimas noticias del paraíso), el Nadal (Lo que esconde tu nombre) o el Planeta (El cielo ha vuelto). En Francia fue seleccionada en el Prix des Lecteurs por su novela Ce que cache ton nom. En Italia ha recibido, entre otros reconocimientos, el premio Roma a toda su trayectoria, el premio Nazionale Vicenzo Padula o el premio Baccante. Años antes, en 1998, el Instituto Literario y Cultural Hispánico de California la distinguió con el premio ILCH por su trayectoria literaria. Ha recibido la Medalla de Oro de Castilla-La Mancha y la Medalla de Oro de Guadalajara.
José Belló Aliaga