¿Hoy, los humanos de buena voluntad pueden vivir?

Jesús Millán Muñoz.- Es una pregunta, que no puedo contestar, pero hay que hacerse, ¿se ha roto la moralidad mínima tradicional en la vida diaria, lo cual nos hace una vida más complicada…?

Parece una contradicción o paradoja de esas que la vida nos trae, por un lado, al menos en Occidente, con influencias en todo el mundo, jamás, a nivel Constitucional han existido tantos derechos humanos individuales, sociales, colectivos, en los sistemas jurídicos, como hasta ahora.

Pero al mismo tiempo, en los ámbitos privados, y, privados son todos, y, en las relaciones entre entes privados y públicos, se ha instalado, con eso de la identidad personal, autoidentidad personal, conciencia personal, autolibertad y mil otros grandes valores, que nadie niega, aunque hay que matizar y perfilar y ponderar. Pero se ha instalado, morales y éticas individuales que siempre el yo y el hiperyo, el propio hiperinterés, la hiperracionalidad personal ilimitada, la hipercompetitividad, la hiperambición sin medida, el hiperplacer, la hipersensualidad, el hiperbeneficio personal, etc., son las estrellas de la realidad humana…

Nos encontramos, que es raro y singular el asunto, en el cual, en los ámbitos privados, utilicemos esta palabra, pero que son las relaciones inmensas y universales de todo ser humano, las relaciones que cada persona interactúa con el resto de seres humanos, en los trabajos, en las familias en sentido amplio, en la sociedad en general, entre amistades, etc. Se ha incrustado y se ha convertido en unas tuercas de hierro y oro, unas relaciones en el que yo, el yo, que es justificable la defensa, pero que ya no es el yo, sino el hiperyo.

La otra persona, se nota, en multitud de ámbitos, no se merece ser tratada como sujeto, sino como objeto, como diría Kant, ni tampoco el amor o amistad o querencia o buen trato, con el otro del cristianismo, ni tampoco, demasiadas veces, no hagas al otro, lo que no quieres que te hagan a ti, como norma universal, en las mismas circunstancias y situación…

Decir, que se ha instalado la competitividad capitalista, que para muchos, con buenas palabras y buenos gestos difunden y aplican y, es ese el problema y la solución, creo que es quedarse corto. Creo que la moral social y costumbres de siglos, influidos por generaciones de tradición religiosa del cristianismo, se ha resquebrajado hasta niveles que no podríamos pensar hace cinco décadas. Que la moral y ética tradicional, conceptual, filosófica y religiosa, que se enseñaba en los centros de enseñanza y en las familias y en el ambiente, se ha perdido en gran parte.

Y, desde luego esa religación o religión o atadura o unión a lo sagrado, que durante siglos, en Europa ha existido. Las personas no leían a Tomás de Aquino, ni a Aristóteles, ni a Kant, la inmensa mayoría, pero en los sermones oían a todos esos autores, con mezclas de religiosidad. Por lo tanto, todo eso se ha perdido en gran parte. En una clase, recuerdo que ninguna persona de ese curso conocía quién era Noé –y, eso que han hecho varias películas…-.

Se echa de menos y, que nadie niega que cada uno defienda sus intereses, sus legítimos, legales y morales intereses, cada uno, tiene que cuidar de su vida, ley existencial y vivencial de todo organismo, podríamos inspirarnos en el Aquinate o Tomás de Aquino, pero siempre bajo unas reglas de la legalidad y de la moralidad. Y, eso es lo que se ha perdido. En demasiados ambientes se dobla/retuerce/amplifica/distorsiona tanto la legalidad, y se dobla tanto la moralidad de siglos, y, que decir, de la interpretación moral religiosa, -que apenas está en muchos individuos-, que para muchas personas de buena voluntad, sin ser personas perfectas, pero de buena voluntad, les resulta difícil vivir y respirar… –y, esto no es una exageración o alegoría o hipertrofe retórico-.

Que tú, sientes que eres objeto, que no eres un sujeto o una persona con derechos y con una identidad y con una dignidad, sino que parece, tienes que salir todos los días a la calle, con escudo y espada y lanza, para intentar respetar/respeten tu propia dignidad como ser humano –porque puede que la ley te la respete, pero miles de individuos que van por la calle, como tú, cercanos o lejanos te quieren hundir en la tristeza de la indignidad, en lo grande o en lo mediano o en lo pequeño, unos te engañan en una cosa, otros en otras, sálvese quién se salve-. Ni los buenos días, de hoy, muchas veces, están dados con el respeto y el cariño debido, sino que a lo sumo, es un procedimiento de costumbres y usos…

Puede que usted diga, que exagero, más si ya ha nacido en este ambiente, que algunos llaman que es la pérdida de los valores, de la moralidad de siglos, -bien probada durante generaciones y que está siempre en evolución-. Sea por la competitividad tan enorme, la publicidad que atrapaba todos los corazones, y nadie, nadie tiene suficiente, nadie está contento con todo lo que tiene, y, sus aspiraciones son más que lo que ha alcanzado, sea por la sucesiva carrera de crisis que se encabalgan, económicas, políticas, sociales, morales, familiares, etc., y, sea por todo…

Pensamos/preguntamos si las personas de buena moralidad, -sin ser perfectas-, de buena voluntad, da la sensación que no pueden vivir, porque unos y otros, les ponen zancadillas, intentan engañarlos o mentirles, les quitan la fama y su buen nombre, llegan a juicios sobre otras personas, solo oyendo una parte, y, no a todas, las victimas quedan como verdugos, y los verdugos como victimas, en lo pequeño o en lo grande… ¿O, acaso estamos exagerando…? ¿Ha sido el triunfo completo y total de Nietzsche…?

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