El Ayuntamiento de Ciudad Real decreta un día de luto por el fallecimiento de Francisco Gil-Ortega, alcalde entre 1995 y 2007

El Ayuntamiento de Ciudad Real reunido en sesión de Pleno extraordinario ha decretado, a través de su alcalde, Francisco Cañizares, la declaración de un día de luto oficial por el fallecimiento de Francisco Gil-Ortega Rincón, alcalde de Ciudad Real desde 1995 hasta el 2007. El destacado político ciudadrealeño no ha conseguido superar una dolencia cardiaca y ha fallecido este martes a los 73 años de edad.

Desde las 19.00 horas del día 29 de agosto de 2023 hasta las 19.00 horas del día 30 agosto, las banderas, ubicadas en el exterior de todos los edificios municipales, ondearán a media asta, prendiendo en las banderas que ondeen en el interior de dichos edificios un crespón negro como señal de luto.

Asimismo, traslada su más sentido pésame a la mujer, hijos, nietos, familiares y amigos de Don Francisco Gil-Ortega Rincón y, se suspenden todos los actos públicos oficiales, organizados por el Ayuntamiento, a través de cualquiera de sus Delegaciones o Servicios, durante el tiempo que perdure el luto oficial decretado, en señal de respeto y condolencia.

El Ayuntamiento de Ciudad Real quiere mostrar así, su pesar y al mismo tiempo su cariño, respeto y homenaje a Don Francisco Gil-Ortega Rincón, alcalde de la ciudad, quien fuera un político comprometido con su tierra, e infatigable en la defensa de los intereses de su ciudad.

Francisco Gil Ortega fue alcalde de Ciudad Real entre 1995 y 2007, además de presidente de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA) entre 2012 y 2015. Anteriormente fue presidente del PP de Ciudad Real entre 1993 y 1996, senador entre 1989 y 2004 y diputado regional en las Cortes de Castilla-La Mancha entre 2007 y 2012.

Condolencias del PSOE

De su lado, el PSOE de Ciudad Real y el Grupo Municipal Socialista han trasladado sus condolencias a la familia, amigos y compañeros de partido. Desde las filas socialistas, se quiere reconocer «su dedicación a la ciudad y a la vida pública, en la que tuvo una dilatada trayectoria». «Descanse en paz», concluye.

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