Manuel Valero.- La opinión es la manifestación verbal o escrita que se tiene sobre un asunto. La opinión siempre es relativa: quien opina públicamente, si lo hace con cierto rigor intelectual en base a sus principios y sobre todo a una mínima documentación que sustenten su juicio, no trata de imponer su visión como una verdad absoluta.
La dialéctica no es sino la confrontación de opiniones desde la argumentación y en política, por supuesto, es la búsqueda de puntos de encuentro para culminar una justificación consensuada a la hora de tomar una decisión cuyo fin es el interés general. Como es la opinión. Fruto del criterio de cada cual. En un estado armónico de tolerancia o respeto las opiniones se confrontan, se rebaten hasta el límite. Si alguien gana por su capacidad de persuasión, por su mayor claridad para el discernimiento o por su bagaje intelectual o su retórica, bien. En caso contrario los opinantes confrontados seguirán con su forma de pensar manteniendo el respeto y la tolerancia mutuos. Esto es la teoría. La famosa máxima de Voltaire –No comparto tu opinión pero daría mi vida para que puedas expresarla– ha quedado en cenizas tras la aparición de la gran democracia virtual de las redes sociales y los medios digitales. La intolerancia, el insulto, la vejación es tal que los lectores que comentan amparados en el anonimato (en los principales medios nacionales es necesaria la identificación) conforman un amasijo de toxicidad que dirigen con pegajosa inquina contra el adversario político, contra el periodista que expresa su opinión libremente, contra el mismo medio y contra los propios comentaristas que defienden otra opción, es decir, contra ellos mismos, amparados en el siempre odioso y abominable anonimato. Desde hace unos años se ha instalado en España una fortísima presión contra los díscolos a seguir la norma de lo políticamente correcto hasta el punto de pensar dos veces lo que se va a decir en una suerte de autocensura que es la peor de todas. No es lo mismo luchar contra un censor político propio de dictaduras, lo cual es valiente y encomiable, que hacerlo contra uno mismo por temor a ser crucificado en las redes o tildado de lo que no eres. Repito lo de Voltaire cuya sentencia de siglos está hoy más vigente que nunca precisamente por lo contrario. Ese dar la vida por la libertad de expresión de los otros no viene rematada con la amenaza sino por la tolerancia. No es una advertencia hipócrita para justificar la libertad de expresión con la coletilla… pero atente a las consecuencias. En regímenes totalitarios el disidente va a la cárcel o al camposanto, en países democráticos y más concretamente en países como España donde el cainismo es atávico e incurable, el disidente es triturado en aquellos medios que permiten el parloteo hiriente y convierten la sección en un vomitorio. Un vomitorio tendría que ser pero de salida sin retorno.
Días pasados di mi opinión sobre la polémica del beso desde la perspectiva de que su utilización ideológica, su apropiación por el feminismo radical estaba dejando en segundo o en tercer lugar lo verdaderamente esencial: la inapelable victoria en el pasado Mundial de la Selección Española Femenina de Fútbol. Enseguida se toma como una justificación y empieza el chorreo. De poco vale insistir o de considerar lo evidente: que Rubiales no es digno de ocupar el cargo que desempeña. No solo por el beso robado sino por su comportamiento de macho cabrío echándose mano a lo que cuelga y otras componendas anteriores sin que su figura se hubiera puesto en solfa por parte de las instituciones, del ministro de turno o del mismo presidente hoy en funciones. Y obviamente eso ha servido a la prensa internacional para ocultar la Copa del Mundo. Quien no lo vea, allá él. O ella.
A mí me resulta curioso que el revuelo coincida con las negociaciones para formar gobierno. De no haber habido beso, pico, acoso, violación encubierta, machismo asqueroso, delito de lesa sexualidad -elijan lo que quieran- las banderas de España ondearían por todas partes como ocurrió con el Mundial masculino, las chicas serían agasajadas un día sí y al otro más, por unos días tendríamos la sensación de una España unida… al tiempo que entre bambalinas el PSOE negocia con aquellos a los que ver una bandera española les produce náuseas. Es una especulación, conste. Pero es un obstáculo sobrevenido.. A más polémica por un ósculo menos celebración por la gesta de la Selección ESPAÑOLA, en la que hay jugadoras catalanas. Con el fervor español en las calles no debe ser muy cómodo negociar con el Beatle de Waterloo
Volviendo al asunto que me ocupa, he decidido que MICR corte cualquier comentario a mis artículos desde ahora en adelante, una vez que me ha sido imposible convencer a los responsables que lo hicieran de manera general o con una identificación previa como hace El País, por ejemplo. Y lo he hecho, sobre todo por el cansancio que produce tener que soportar ignominias anónimas aun a costa de aquellas personas que no solamente se muestran coincidentes con la opinión de uno sino también de las que aun discrepantes lo hacen con educación y argumentos. Es frustrante responder a un fantasma, a un ente, cuya identidad desconoces, como he hecho. Y cansa, cansa mucho. También puede uno opinar con identidad falsa pero sería jugar sucio.
Dicho lo cual mantendré mi colaboración en lo que es mi actual casa con respeto, sinceridad y en paz con mi conciencia, defendiendo mi criterio y mi opinión y siempre dispuesto a corregir si mi propio discernimiento me lleva a esa conclusión. Corregir es de sabios, permanecer en el error, de necios.
Acabo. Hay mucha hipocresía. Quienes se rasgan las vestiduras por un pico inoportuno también lo hacen cuando se pide cadena perpetua (nada de eufemismos) para violadores asesinos confesos y condenados, incluso de niñas y niños menores, el crimen más abominable de cuantos se puedan cometer.
Que ustedes lo pasen bien y no olviden que la Selección Española de Fútbol ha ganado el Mundial de 2023.