Harto ya de estar harto de la apocalíptica ración diaria de los medios recibí la victoria de la selección española en el pasado mundial de fútbol como un linimento. Un linimento, no una adormidera. Y era tan lógico como que el agua moja la calle cuando llueve. Tras recibir ese aperitivo letal a la hora de la comida de incendios monstruosos y globales, del partido de rugbi entre Trump y la justicia USA, las elecciones de Ecuador con los candidatos blindados por si los liquidan, la encanallada situación política nacional, el cuélebre veraniego de Manu Carrasco cantor y la astronómica cifra que pedía su representante por dos hora y medias de canciones insípidas, y el aliño con videos caseros sobre cualquier asunto feo a los que recurre cada vez con más frecuencia la tele… cómo no iba a venir bien para una buena ingesta una noticia como la que nos llegó en directo el pasado domingo viendo el partido de las chicas que juegan con pies de seda sin apenas faltas y sobre todo sin el fingimiento cutre y tramposo de los chicos. ¡Qué bien! Me acordaba de Sudáfrica y el golazo de Iniesta y su camiseta blanca debajo de la roja con un nombre Dani Harque jugador fallecido del Español a quien el albaceteño dedicó su gol. El gol de Olga Carmona que valió una estrella, fue parecido, disparo, blanco, carrera de júbilo y otra camiseta roja debajo de la roja oficial como homenaje a Mechi, una amiga que había perdido recientemente a su madre. Todo era idílico, maravilloso. Al menos el triunfo con sufrimiento de las futbolistas servía de linimiento para el padecimiento informativo diario. Luego el viaje de regreso y las jugadoras reventando de una alegría contagiosa acrecentada por el recibimiento que imaginaban cuando pusieran un pie en casa. Paseo por el amor y la vida, a bordo de un autocar, destiladoras de un delirio propio y colectivo por las calles de Madrid hasta el Parque del Rey donde se celebró el espectáculo que nos volvía a retrotraer al show de Reina, el portero suplente, como conductor de una velada inolvidable. Además, a Carmona se le juntó en un solo día la felicidad y la tristeza por la muerte de su padre.
Demasiadas cosas hermosas como para no celebrarlo te guste o no el fútbol. Una victoria con el toque dramático personal de la goleadora. Épico. El ejemplo que ha dado el once femenino a las chicas que a partir de ahora se apuntarán a practicar fútbol es impagable. Se corre el riesgo de que una vez asentado el futbol femenino, consolidada su profesionalización, caiga en el foso mercantilista del deporte más masivo de todos con diferencia… pero demos tiempo que ahora no toca. Tanto que celebrar y tanto agradecimiento a nuestras futboleras por hacernos olvidar durante unos días el tétrico escenario al que asistimos sin parar desde la platea de casa, que solo por eso ha valido la pena.
Pero, ay, en plena euforia hay un señor apellidado Rubiales que de rubio no tiene nada porque no tiene pelo y en pleno arrebato en la tribuna de autoridades sujeta la cabeza de una jugadora, Jenni Hermoso, y le da un pico de un segundo, boca cerrada, inocente, para nada lujurioso ni lascivo y… desde entonces hasta ahora todos los medios, incluso los deportivos, están dando tanto espacio o más al beso robado, sin nocturnidad ni alevosía ante la vista de todo el mundo que a la increíble hazaña de haber ganado el Mundial Femenino sumando el privilegio de ser junto a Alemania, la única selección nacional que reúne los dos trofeos: en hombres y en mujeres. Tertulias de radio, de televisión, editoriales y artículos de prensa… en tal profusión que si pusiéramos las páginas y los minutos dedicados a una y otra cosa quedarían en empate… un empate que ganará el beso al gol de Carmona. Y si no al tiempo. ¿Por qué?
A mí no me pareció bien pero no desde un punto de vista feminista sino porque cuando se tiene un cargo público y se está en el foco global, hay que saber estar. Mucho más hortera y arrabalero me pareció el que se echara mano a la bragueta en el palco supremo de la educación y protocolo. Entre el Rubiales que no supo estar y los voceros y voceras que lo acusan de presunto agresor sexual, la victoria se ha ido esfumando y se esfumará… mientras seguirá vivo el rescoldo del presidente de la Federación Española de Futbol.
Podríamos estar hablando de la victoria histórica sin mas y sin embargo mitad y mitad. Estoy seguro, o casi, que nuestras propias campeonas lamentan el circo mediático en torno a un pico, fuera de lugar, vale, pero sin otra connotación. Lo políticamente correcto hace tiempo que se ha vuelto asfixiante.
Pues nada. Enhorabuena, chicas, y por lo que a mí respecta gracias, mil. Sois el único tema de conversación, vosotras y el trofeo. Lo demás filfa. Es que le tienen ganas al Rubiales, pues él sabrá.