Dress code o TTR –Traje Típico regional–

Escribe Andrea Jiménez –El País, 14 de agosto 2023–sobre la tentación persistente, pertinente y creciente de disfrazarse del modelo referencial e icónico, en una rara liturgia referencial y referenciada, pero poco analizada. En una rara comunión de indumentarias y colores, de tiempos y espacios ficticios. Todo ello para asistir a conciertos multitudinarios de artistas mimetizados de sí mismos y de sus seguidores fervientes. Artistas mimetizados por el público seguidor y público robotizado de famosos del famoseo: desde Taylor Swift a las Motomami de Rosalía, desde Harry Style a Beyoncé.

Hasta ahora se asistía a los conciertos de grupos/solistas favoritos, sin ningún tipo de distinción o de aditamento añadido as las entradas. Si acaso un pin coloreado, una enseña menor o un pañuelo alistado y poco visibles. Poca cosa al caso. Algo parecido ha venido ocurriendo en los estadios de futbol, por citar al deporte rey. Donde los seguidores de los equipos han pasado de ser simples espectadores para convertirse en comparsas y figurantes. Han pasado del traje de paseo al outfit del evento. Y por ello, desde el reclamo del hombre anuncio se colocar bufandas enormes, banderines gozosos y gorras cromatizadas con los colores identificativos de los equipos de sus carnes. Todo ello para aparecer disfrazados como un jugador más –identificándose con el ídolo de rigor– que puebla la grada en lugar de corretear por el césped. Y así se visten las camisetas –elásticas decían antes– del club de sus amores y toda la indumentaria pertinente en una mutación severa de la grada misma. Como si en la grada se despejara otro partido paralelo.

La otra tentación cinematográfica en la extensión del Dress code y su popularización, la estamos experimentando hoy mismo, vestidos de rosa pimpante, en el entorno del estreno de la película Barbie. Actitudes crecientes y tendentes a la simplificación de todo lo social que da cuenta de la creciente infantilización de nuestros jóvenes y jóvenas atuendados de cualquier color próximo al rosa oficial del estreno. Habíamos visto en tiempos pasados, asistir disfrazados de cualquier figurante de las galaxias, a los sucesivos estrenos de la expandida Guerra de las galaxias. Igual que la última pieza de la saga de Indiana Jones y el díal del destino, nos permitió atisbar a figurantes con sombrero y látigo desplegado, emulando al arqueólogo Jones, como muestra del valor creciente del  Dress code en todas las latitudes posibles.

Y ahora el retorno del Dress code se visualiza igualmente, en las Ferias anuales de tantas poblaciones afortunadas. Que se quieren liberadoras y son, fuertemente, uniformadoras. Desde las flamencas sevillanas de abril a las flamencas malagueñas –recortadas– de agosto, todas las participantes se imitan a sí mismas y lo hacen además a un modelo inexistente de un vestuario inmemorial. Demostrando que todo Dress code no solo viaja al futuro –como hacen los niños asistentes a estrenos dirigidos y disfrazados de cualquier cosa– sino también al pasado. Como ocurre en las citadas ciudades andaluzas o en el Madrid de las Fiestas de la Paloma, con figurantes de Mari Pepas y Felipes, vestidos de figurantes de zarzuela trasnochada de noches acaloradas y un poco ebrias de beber anisados tibios.

¿Qué decir mientras tanto del Dress code Pandorguil y Dulcineano de nuestras proximidades? Esforzando al personal –incluso a los dirigentes políticos del momento– a usar una indumentaria tan inoportuna como inapropiada, tan ineficaz térmicamente como dudosa en sus cualidades estilísticas y formales. Por más que quieran afirmar el esfuerzo del empeño, con una mescolanza de tiempos presentes y pasados, que quieren ahormar con la postulación sobrevenida de Trajes Típicos Regionales. Y por ello, y desde ello, se permite la licencia del disfraz y del trampantojo pese a sus muchas disfunciones. Una suerte de tremendismo identitario, sin tuercas políticas que reseñar, pero tan eficaz simbólicamente como los tornillos de la sardana y el txistu vascongado. Una suerte de Dress code sentimental y patriótico, aunque vestido de Traje típico Regional. Que en el fondo es lo mismo.

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