Visita al Monasterio de la Cartuja de Granada

Por José Belló Aliaga

El Monasterio de la Cartuja también conocido como Monasterio de Nuestra Señora de la Asunción de Granada, es uno de los máximos exponentes de la arquitectura barroca española y andaluza.

Se alza sobre los cerros de Aynadamar, lugar por el que los musulmanes sintieron un gran aprecio, lleno de hermosas huertas y jardines regados por las aguas provenientes de Alfacar. Allí instalaron los musulmanes sus fincas de recreo, donde celebraban espléndidos banquetes. Según L. Mármol el término Aynadamar significa Fuente de Lágrimas y hace referencia a la acequia del mismo nombre que por allí pasa, trayendo sus aguas del vecino pueblo de Alfacar y abasteciendo después parte del barrio del Albayzín.
Actualmente el entorno ha cambiado radicalmente por los edificios universitarios y viviendas que se han levantado a su alrededor.

Visita al Monasterio de la Cartuja de Granada

Historia

Surgió por la decisión que tomó en 1458 la comunidad del monasterio de Santa María de El Paular, a finales de 1514 llegaron a Granada los primeros monjes procedentes de la castellana cartuja del Paular.

Se comenzó a construir en 1506 una vez que se fijó su emplazamiento, tras la cesión de unos terrenos por el Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba. El emplazamiento actual no corresponde a los terrenos cedidos por el Gran Capitán por lo que éste se desentendió del proyecto. En su construcción se fusionan los estilos gótico, renacentista y barroco y aunque mezcla diversos estilos, representa una de las cumbres de la arquitectura barroca española.

En 1516 se reiniciaron las obras que durarían tres siglos sin llegar a acabar el proyecto inicial, y del que sólo se conserva parte, porque en 1842 fue destruido el claustro y las celdas de los monjes, y afectando a la casa prioral que fue destruida totalmente en 1943. Su construcción duró desde el s. XVI hasta el XIX.

Albergó a una comunidad de monjes cartujos desde su fundación en el siglo XVI hasta la exclaustración del año 1835, cuando con la desamortización de Mendizábal les fueron arrebatados los terrenos y bienes a los monjes.

Hoy en día está considerado Bien de Interés Cultural y Monumento histórico-artístico -perteneciente al Tesoro Artístico Nacional mediante decreto de 3 de junio de 1931- y alberga una valiosa colección de pinturas del cartujo Sánchez Cotán, así como obras de Bocanegra y Carducho.

Los cartujos

El origen de los cartujos data del siglo XI, cuando la iglesia llevó a cabo una importante renovación que afectó a todo el mundo monacal. Frente a la riqueza y el poder terrenal, se alzaron voces que proponían acercarse al espíritu evangélico, donde la sencillez y la pobreza fueran el asiento vital. Así es como surgen las nuevas órdenes, como la Cisterciense o la Cartuja.

La palabra cartuja proviene del nombre francés “Chartreuse”, un macizo situado en Francia al norte de Grenoble. Allí fue donde San Bruno estableció su primer lugar de retiro. En los monasterios cartujos se dan la mano por un lado el concepto oriental de la soledad, y por otro el aislamiento del monje respecto al resto del mundo, propio de los monasterios de occidente.

El edificio consta de las siguientes partes:

Portada, del siglo XVI y de estilo plateresco.

Iglesia, se inicia su construcción a mediados del siglo XVI y finaliza en 1602. Está dividida en tres partes, cada una de ellas con un acceso diferente.

Claustrillo, del siglo XVII con arquería dórica.

Refectorio, de crucería gótica de aristones y los arcos de medio punto. Se encuentra decorada con obras de Juan Sánchez Cotán.

Sala de San Pedro y San Pablo o de profundis, cuenta con un retablo pintado también por Sánchez Cotán.

Capilla de Legos, construida entre 1517 y 1519 por fray Alonso de Ledesma con estilo de último gótico. Adornada por cuadros de Vicente Carducho.

Sala capitular, con bóveda de crucería y cuadros de Carducho.

Capillas, tres en total situadas en el claustrillo.

Entrada

La entrada al conjunto se realiza por una portada de estilo plateresco, realizada en el siglo XVI por Juan García de Pradas. La constituye un arco de medio punto, sobre el que hay una hornacina que acoge una imagen de la Virgen.

A través de ella se llega a un gran compás -patio-, al fondo del cual una amplia escalinata conduce a la entrada de la iglesia. Destaca en este espacio un magnífico empedrado granadino del siglo XVI.

Entrada al Monasterio

De exuberante decoración, sus espacios más célebres son la iglesia, la sacristía, de autor desconocido, y el sagrario que es obra del maestro Francisco Hurtado Izquierdo y cuenta con una impresionante cúpula pintada por Antonio Palomino. El edificio alberga en su interior una importante colección de pinturas, entre las que destacan las del cartujo Juan Sánchez Cotán.

La iglesia

La iglesia (s. XVI) tiene tres puertas de acceso, una para los fieles y las otras dos que, comunicando con el claustrillo, fueron para los monjes y los legos. La situada en los pies tiene una sencilla portada de estilo neoclásico es de arco de medio punto, enmarcado por columnas jónicas, y sobre el entablamento una hornacina con la imagen de San Bruno.

La iglesiafue terminada a principios del siglo XVII por el cantero Cristóbal de Vílchez y presenta una sola nave. Su fachada, de mármol gris con dos grandes columnas jónicas, fue realizada en 1794 por Joaquín Hermoso. Destaca la puerta que divide los coros, realizada por José Manuel Vázquez, con incrustaciones de marfil, carey, plata, ébano y palosanto.

Su planta es de una sola nave dividida en cuatro tramos, utilizando para esta separación elementos como el retablo que separa el coro de legos del de los monjes. En el espacio de los pies de la iglesia se situaban los fieles, a continuación, el dedicado a los legos, y después el de los monjes, para culminar en el presbiterio.

Destacan en la nave los retablos de Sánchez Cotán -Descanso en la Huida a Egipto y Bautismo de Cristo, del s. XVII, los primeros que realizó en Granada, donde se encuentra la mayor parte de su obra, que muestra la transición del Manierismo al Barroco- y el cancel con puertas de cristales adornadas con conchas de nácar, plata, maderas preciosas y marfil.
Paramentos y cubiertas aparecen profusamente, decoradas, siendo, el yeso el material utilizada para esculturas, hornacinas y arcos de los lienzos, que tratan sobre la vida de la Virgen, realizados por P. Atanasio Bocinegra, en la segunda mitad del s. XVII.

Bocanegra, fue, un destacado maestro de la Escuela granadina y uno de los, pintores más famosos de su época. Discípulo de Alonso Cano, en su obra, destacan los temas marianos, con un acentuado barroquismo que preludia en ocasiones al Rococó.

Presbiterio

En el Presbiterio, cubierto con bóveda elíptica, destaca el altar mayor; se trata de un altar-baldaquino de madera dorada que deja transparentar el gran cristal que, dentro de un arco, de medio punto separa el presbítero del Sancta Santorum. El baldaquino, realizado por Francisco Hurtado Izquierdo (s.XVIII), acoge una asunción del escultor José de Mora.

El Sagrario o Sancta Santorum

El sancta sanctorum se encuentra detrás del altar mayor y se accede a él por una bella puerta de cristales de Venecia. El antiguo sagrario que albergaba era de plata y fue arrebatado por las tropas napoleónicas. El actual, tallado en ricas maderas, data de 1816. Los cuadros, que narran episodios del Antiguo Testamento son de Palomino, que, con ayuda de Risueño, pintó también la cúpula en 1722.

El Sagrario o Sancta Santorum también fue obra del gran maestro andaluz del barroco andaluz Francisco Hurtado Izquierdo (s.XVIII). Es uno de los conjuntos barrocos más completos del arte español, en cuya decoración interior, de gran dinamismo, armonizan arquitectura, pintura y escultura. Trazado de forma independiente a la iglesia, fue concebido como un camarín bajo, un lugar cerrado para acoger el Tabernáculo de mármoles y jaspes donde se alberga la Sagrada Forma, y en cuyos lados, aparecen las doradas esculturas de las Virtudes.

La cúpula que cubre este espacio la decoró con pintura al fresco, el artista cordobés Antonio Palomino (s. XVIII), representado: -según descubre en su obra “Museo Pictórico”- el triunfo de la Iglesia Militante, de la Fe y de la vida religiosa. En los intercolumnios que soportan los arcos donde apoya la cúpula, aparecen esculturas de San José y, San Bruno de José de Mora, la Magdalena (de P. Duque Cornejo) y San Juan Bautista (de J. Risueño).

José de Mora es el miembro más destacado de este grupo de escultores granadinos. Alcanzó su fama principalmente por sus ‘Dolorosas’, por su “Crucificado” de la Misericordia (Iglesia de San José) y por esta de San Bruno. A ambos lados del Sagrario se encuentran dos capillas decoradas con retablos barrocos con obras de Duque Cornejo y Sánchez Cotán.

Sacristía

La sacristía, considerada como una de las obras cumbres del barroco final español, está situada a la izquierda del Presbiterio, presenta planta rectangular, dividida en cuatro tramos, cubiertos con bóvedas de medio punto los tres primeros y elíptico el último. No se sabe con certeza quién fue su autor. Para R. Taylor es obra de Hurtado, representando su obra de madurez. Iniciada su estructura en 1732 y su decoración en 1736, fue acabada en 1745.

El retablo, de mármol de Lanjarón, se realizó en 1780; en él aparecen las imágenes de San Bruno y la Inmaculada. Las pinturas de la cúpula fueron realizadas por el pintor Tomás Ferrer (s. XVIII). De sencillas proporciones, su ámbito se acrecienta gracias al manejo de iluminación. Paramentos y bóvedas están recubiertas de yeserías blancas que con sus formas curvas y rectas dan un gran dinamismo al conjunto.

Para Bonet Correa “La Sacristía de Granada es como una continuación del arte nazarí, a la vez que una creación nueva”. La decoración se completa con los altos zócalos de mármol y las bellas cajoneras de taraceas, como las puertas, realizadas por el lego cartujo J. Manuel Vázquez, quién empleó 34 años en finalizarlas.

En la cúpula, pintada por Tomás Ferrer en 1735, destacan San Bruno, San Juan y otros fundadores de la Orden de los Cartujos.

El claustrillo y las dependencias comunes

El claustrillo al parecer fue trazado por Fray Alonso de Ledesma, a mediados del s. XVI, como la iglesia y el gran claustro que se arruinó a mediados del s. XIX.

A él se accede a través de una puerta situada a la derecha de la entrada a la iglesia. El Patio está centrado, por una fuente, y a él se abren galerías de arcos de medio punto sobre columnas de capitel dórico. En torno a él se distribuyen las diversas dependencias del monasterio. El Refectorio, de planta rectangular y cubierto, con bóvedas ojivales se comenzó a construir en 1531. De sus muros cuelgan los lienzos realizados por Sánchez Cotán sobre el origen y el comienzo de la Orden Cartujana. Preside el testero la Santa Cena.

Comunicando con el Refectorio se encuentra la Sala de Profundis, construida en 1600. Aquí se halla un pequeño retablo con un lienzo de San Pedro y San Pablo, del mismo autor.

La Sala Capitular de Legos es la más antigua edificación del monasterio (1517). Tiene planta rectangular y se cubre con bóveda de crucería. Los lienzos que cuelgan, de sus muros son obra de Vicente Carducho, con temas de la vida de los cartujos.

En la galería del patio, junto a la nave de la iglesia, hay cuatro capillas, albergando cada una de ellas un Ecce Homo, en barro policromado de los hermanos García (finales del s. XVI) y otra, una escultura de la Virgen con el Niño, de José Risueño (s. XVII-XVIII). Los Hermanos García, Jerónimo, Francisco y Miguel, que trabajaron en Granada en torno al año 1600 eran -al parecer- canónigos de El Salvador. El hecho de que fueran escultores de afición y no de profesión, pudiera explicar su independencia, especialización y fama alcanzada con sus Ecce Homo de barro cocido, tanto en esculturas exentas como en relieves. El Ecce Homo representa a Cristo solo tras la flagelación, con corona de espinas, las manos juntas y atadas con la cuerda que baja del cuello. Por su parte, J. Risueño – escultor y pintor- sigue en su obra a Alonso Cano, pero con influencias flamencas. Es muy conocido por los granadinos su “Cristo del Consuelo”, de la Abadía del Sacromonte.

José Belló Aliaga

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