Manuel Valero.- Sí, hace mucho calor. Sí, el clima está loco. Sí, cada día asistimos a fenómenos extraños cuyas consecuencias son inquietantes. Por ejemplo: los incendios de Canadá de los que nada se sabe su autoría porque no es normal que ardan siete millones de hectáreas que humean tanto que la nube llega hasta el cielo de Madrid. Sí, los incendios no se producen por combustión espontánea. Hay terroristas medioambientales que no se les combate como tales. No, no se previene tanto como se debería ni técnica ni policialmente a sabiendas de la visita fija, criminalmente periódica de las llamas, para evitar los acostumbrados incendios de verano.
Sí, el cambio climático existe, digámoslo de una vez. Y sí, se ha convertido en una causa quasi religiosa con más o menos intensidad según vamos del centro a la izquierda y flojea si nos vamos al otro espectro ideológico. Sí, el cambio climático es producto de la mano insaciable del hombre, de su progreso y de la mierda que echamos todos, ustedes y yo, y los combatientes de lustre, apóstoles de la conservación del Planeta y de la Naturaleza. La Naturaleza es hermosa y tiene sus reglas pero también es una odiosa asesina inconsciente que mata mucho y destruye más, así sea vomitando por un volcán, agrietándose en horribles terremotos o vertiendo sin alma tanta agua como para llevarse por delante un centenar de vidas. Tranquila es bella, cíclica, pacifica; encabritada es una verdadera hija de puta. Que se lo digan a los haitianos, los pobres.
El calor, volvamos al calor. Comprenderán ustedes que en La Mancha llegar a los 40 grados bajo la estufa solar es más bien una anécdota. Mi niñez recuerda esa cifra porque se la oía a los mayores. Incluso había una película cómica que se titulaba 40 grados a la sombra, qué calor. Lo que sí ha notado el ciudadano de a pie es que los inviernos no son lo que eran, ya no hay heladas, no se congelan los cubos de agua con la fregona dentro, ni hay chupones en los tejados, ni llueve a su amor. Y que los veranos se apuntan a los 40 con mas persistencia que nunca y con una frecuencia de olas que no es normal.
El cambio climático existe, repito. Y el hombre es el causante, para la inmensa mayoría de los expertos. Otros señalan que hay otras causas naturales como los ciclos solares porque ya ha se han producido antes otras severas variaciones del clima, y que la actividad humana no está lo suficientemente dimensionada como para alterar el clima planetario por más Co2 que escupa a la atmosfera y refuerce el toldo que la calienta. Yo, me quedo con el origen antropogénico aunque no lo defiendo con ardor ni religioso ni ideológico. Con dudas, pero me inclino por el hombre avaricioso que se autodestruye. ¿Pueden ser las dos causas?
¡Y Los medios de comunicación! Se han convertido en propagandistas involuntarios, eso creo, de una nueva sensación térmica: la sicológica. Deben informar, claro. Pero lo hacen con tanto ardor que añaden un par de grados a la temperatura real que ya de por si es alta e incómoda. Llegados a esta estación, abren los telediarios como si la gente fuera a caer como moscas. Las tristes muertes de varias personas en su puesto de trabajo, (siempre son los mismos los que pagan) añaden además de la tragedia un punto más al sensacionalismo televisivo. Cuando chico, vuelvo otra vez a la verdadera patria, la niñez, no era infrecuente escuchar en mi casa que fulanito o menganito se había muerto de una ensolación.
En definitiva: el cambio climático existe y es un problema transversal, oblicuo, recto, derecho y en todas las direcciones geométricas de la estrella polar. Que si lo produce el hombre, lo hacen las empresas monstruo que utilizan energías fósiles para su funcionamiento, los coches que ruedan por las ciudades del mundo – o sea el coche de usted y mio-, los aviones ya sean utilitarios o falcones, las granjas masivas y los pedos de las vacas… Que por lo tanto, el origen antropogénico apunta a países de toda bandería: comunistas a lo chino, capitalistas a lo USA, o gansteriles a lo ruso… Nuestra Europa divina anda ahí trasegando para que el coche eléctrico se socialice cuanto antes, o sea cuando sean baratos. Mientras tanto, humo al guarro. No se escapa ni el tato.
A la temperatura real y a la sensación térmica hay que sumarle los grados sicológicos de los medios de comunicación como la guinda de la tarta. Y, claro, la gente se vuelve loca y pasa lo que pasa.
Consejo: no se ponga al sol, vista ropa ligera, y beba mucha agua. Y si se lo puede permitir ponga aire acondicionado hasta en el baño. Lo dicen los expertos, vamos mi abuela me decía eso menos lo del aire, más que nada porque no tenía ni puta idea de lo que era.