Pardo ultima la 46 edición del Festival de Almagro sin perder de vista el 50 aniversario: «Será una fiesta de la vida»

La nueva directora del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, Irene Pardo, ultima los preparativos de la inminente 46 edición de la cita, que arrancará esta semana en la localidad ciudadrealeña, si bien admite que es consciente de que bajo su mandato habrá que afrontar el medio siglo de esta icónica cita. «Será una fiesta de la vida, una fiesta de celebración de la cultura».

En entrevista con Europa Press, asevera que ella y su equipo está trabajando «a dos velocidades», siendo la más rápida la que inició el 2 de enero cuando cogió las riendas del festival, consiguiendo dar forma a la presente edición gracias a la «complicidad» con sus compañeros, donde incluye también al Patronato y «a todo el pueblo de Almagro».

Tras reconocer que ha sido «complicado» diseñar la cita por lo corto del calendario, el «empuje por parte de todos» ha permitido adquirir una velocidad de crucero con la que ya han comenzado a dibujar el festival del próximo año, sin dejar de pensar en que bajo su batuta llegará la efeméride de los 50 años de vida.

«Que un festival cumpla 50 años tiene que ser una fiesta superior», asegura Irene Pardo, quien quiere aprovechar la circunstancia para demostrar al mundo que las grandes celebraciones en torno al teatro no han de limitarse a las grandes ciudades.

Ejemplo de ello es Almagro, «que tiene el privilegio de tener el Museo Nacional del Teatro», un recurso cultural para el que también tiene planes, ya que confía en que en el corto plazo sea «un museo mucho mayor»

ENSALZA EL LEGADO QUE RECIBE

En apenas medio año de gestión del festival, Irene Pardo ha querido poner en valor el «legado» que ha recogido de mano de Ignacio García, un legado que va más allá de su antecesor, ya que «todos los directores que han precedido a este equipo» han sido responsables de que tras 45 años la cita internacional «forme parte de ese mapa internacional de festivales de relevancia mundial».

Y es que, defiende que el Festival de Almagro «es un referente en todo el mundo» y eso sólo ha sido posible «gracias a todas las sumas de proyectos artísticos que se han venido desarrollando» por parte de todos los directores.

Ahora toca «felicitarse» por el hecho de que un evento cultural de estas características «haya perdurado en el tiempo», siendo conscientes de que «va a tener continuidad», gracias también al apoyo institucional y de las compañías de teatro.

Con un horizonte de cinco años por delante en los que será la máxima responsable del festival, pretende dejar un festival «sano» en todos los sentidos, no sólo en lo económico, sino también en lo estructural. «Un festival que al día siguiente de dejarlo cualquier equipo pueda cogerlo en las mejores condiciones».

Entre sus objetivos, quiere darle forma de tal manera que se conforme como una cita cultural permeable a lo que ocurra a su alrededor.

«Que tenga el sello de la realidad que vivamos durante estos años, y que lo que suceda, impacte y tenga una relevancia en el festival. Que se conecte con los tiempos que vivimos», ha definido.

En su opinión, la programación de cualquier evento de este tipo «tiene que ir vinculada al entorno y al contexto social y político en el que se desarrolla en el sentido más amplio y generoso».

«Hay que ser permeables a lo que suceda, que el festival sea abierto, que sea un cruce de caminos y complicidades equilibrado tanto en su propuesta artística escénica como en otras propuestas expositivas o museísticas», ha agregado.

Para ello aboga por completar lo que ocurra en torno a los escenarios con más actividades que «hagan que el universo del festival se amplíe y ensanche», y que las actividades «se hagan con profesionales y con el entorno, Almagro, de la mano de la cultura manchega».

«Nos gustaría que el festival fuera un mosaico de experiencias para que cada persona que se acerque pueda dibujar su propio festival. Desde los que tienen inquietudes más tradicionales porque les gusta un teatro clásico más convencional hasta los que quieran experimentar otra programación que se acerque a nuevos lenguajes», ha señalado.

Muestra de ello es la propuesta de la cita que ahora comienza, que incluirá en su propuesta desde música electrónica hasta danza contemporánea. Y todo para que cualquier tipo de público «sienta curiosidad y atraviese los límites de lo convencional para acercarse a estas propuestas».

«A veces pensamos que nos conocemos más de lo que nos conocemos. Pero es posible que aquí encontremos algo que nos enseñe un poco más de nosotros mismos y no sabíamos».

Conseguir esa «cercanía» con el festival debe ser, a juicio de la directora, «el objetivo de cualquier proyecto público de gestión cultural», por lo que quiere apuntalar esa proximidad, no sólo pensando en los espectadores, sino también contando con los creadores «como parte esencial de la ecuación».

Es por ello que dentro de ese itinerario tiene la intención de acompañar a los creadores emergentes que, si bien no partan de la base del Siglo de Oro, puedan «encontrar inspiración» en él.

Algo que ocurre con ejemplos que podrán disfrutarse en Almagro a partir de este jueves, como con la propuesta de la compañía Malpelo, «de una calidad extraordinaria» y que «de repente se ve seducida» por el teatro clásico para «mirar desde sus propios mimbres creativos» a ‘La vida es sueño.

Hay muchas compañías que se conjugarán en el cartel para «generar un festival diverso y completo», por lo que ha invitado al público a «revisar el programa, leer bien todo lo que va a suceder y que se apunten» elaborando un «festival propio» que, a la larga, servirá para afianzar «un sentimiento de pertenencia» al propio festival.

EL ORGULLO DE LA PERTENENCIA

Irene Pardo ha revelado el «orgullo» que le produce comprobar en las últimas semanas cómo todo el pueblo de Almagro comienza a interiorizar un sentimiento de pertenencia al festival. «Si de algo me siento orgullosa es de pasear por Almagro y que la gente me diga que ya queda poco».

Para apuntalar este espíritu de implicación con todo el entorno y el sector, la seña de identidad de Almagro será conseguir erigirse como un «festival de escucha».

Así, ella y su equipo llegaron a Almagro con un proyecto que no se ha materializado hasta que no han tomado partido «todas las partes que forman el festival», desde la Compañía Nacional de Teatro Clásico hasta los comerciantes de la localidad.

«Un proceso de mucha escucha, que eso es lo que te genera necesidades y deseos de formar parte de este festiva», ha abundado, poniendo el acento en que trabajar en la programación de un único espacio escénico o un auditorio no tiene nada que ver con la realización de una gran cita.

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