Natividad Cepeda.- Por encima del tiempo transcurrido procuro que la confusión no me trabe el camino andado porque olvidar con los que anduve sería tanto como traicionarme a mí misma. Y es en esa senda donde a través de los años he mantenido amistades y encuentros con la poesía y con los que la sienten como voz propia. En ese periplo he perdido amigos y he encontrado otros y me caben en mi vida como tesoros recibidos hasta el día de hoy. Entre ellos los integrantes del Ateneo de Alcázar de San Juan a través de los años y los de la Tertulia Literaria de la Madia Fanega de Tomelloso con los que asistí a su fundación hace casi una treintena de años.
El amor, incluso en literatura, es compartir y abrir puertas para conocerse y brindar encuentros y ampliar amistad, también en lo poético, y ha sido así como se ha dado el encuentro entre dos grupos cercanos geográficamente, Alcázar de San Juan y Tomelloso, alejados a través de los años. Todo surgió el pasado mes de abril en la presentación de mi último libro publicado, “Con la sed de todos” en el Centro Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Tomelloso donde fui acompañada por miembros de las dos agrupaciones -entre otras- y al finalizar el acto, los del Ateneo sugirieron hacer su primera parada de las veinticuatro horas de poesía itinerante que hacen anualmente en Tomelloso, y en el salón del Centro por ser excelente marco para ello; se me sugirió y se lo comuniqué al párroco José ángel Martín Acosta que accedió a ese encuentro. Y esa misma noche, del quince de abril, pensé que los anfitriones debía ser la Media Fanega comunicándoselo a la actual presidenta Pilar Valentín. El encuentro se preparó y como antaño la iglesia acogió en su centro a los poetas de ambos grupos.
Regresar a los orígenes de donde se representaban obras literarias al pueblo llano ha quedado en el olvido de las gentes, salvo de los eruditos, pero he aquí que en la mañana del doce de mayo de 2023 la poesía de los poetas de los pueblos se unió creando un puente de amistad gracias a los versos y al salón de una iglesia que generosamente les abrió sus puertas.
La crónica fotográfica de esa mañana la hizo, Javier Cepeda, de la Media Fanega, recogiendo imágenes del acto y de los poetas que intervinieron. Escuchamos al presidente del Ateneo Luis Ángel Ajenjo, atento al reloj, por la premura del viaje itinerante que realizaban. Al finalizar nos hizo entrega de libros, vinos y las famosas tortas de Alcázar de San Juan, pagando así nuestra acogida. La actual presidenta de la Media Fanega, Pilar Valentín les hizo entrega de un pergamino con un poema referente al nacimiento de la Media Fanega…Entre los asistentes, Mariano Lizcano, que fuera presidente del Ateneo y María Moreno, presidenta anterior de la tertulia Literaria de la Media Fanega durante diecisiete años: muchos otros nombres de poetas y amigos desgranaron versos en ese recital por lo que escribir esta crónica es una especie acta notarial imprescindible para el recuerdo de lo acontecido.
No siempre se abren puertas a los demás primando lo personal por encima del encuentro sin tomar la palabra, así lo hizo el sacerdote José Ángel Martín Acosta, asistiendo a la lectura. Las palabras de los poetas rozaron el sol de la mañana de mayo calentando el corazón de los asistentes: solo ellos, poetas de los pueblos vestidos de palabras esperanzadoras e ilusión: sus voces se fueron sucediendo como juncos mecidos por la brisa de la mañana.
Sumar versos es sumar sueños abandonados en el desván de la vida y al hacerlo se escriben de la memoria y derrotas personales que se guardan en las alforjas íntimas de cada uno. Tan increíble y necesario es que los encuentros se dan en infinidad de lugares geográficos ignorando que si nos asomamos a nuestras propias vibraciones escuchamos al juglar de hace siglos reencarnado en nosotros mismos.
Vivir es tan apasionado que sin pasión estamos muertos. Con pasión olvidamos que la vida pasa rápida como un aleteo de alas por el azul del cielo, y con ese aleteo permanece la ilusión de los poeta. De los aprendices de enlazar palabras hasta convertirlas en versos.
Julio Llamazares ha escrito que “Las librerías están llenas de libros escritos por gente que no son escritores. Escritor es aquel que seguiría escribiendo aunque no le leyeran ni publicaran, porque tiene la necesidad de escribir”. Es una certeza a medias, nada más que a medias, porque gracias esos escritores desconocidos fluyen libros diversos en el mar de la literatura actual. Y me atrevo a asegurar que entre esos escritores hay hallazgos literarios como también entre los escritores de grandes editoriales los hay mediocres.
Por todo ese fluir es positivo encontrarse y escucharse los grupos literarios y estrechar encuentros con los más cercanos porque las barreras kilométricas ayudan sin necesidad de gastos excesivos en desplazamientos. Sobre todo cuando la economía es flaca para invertir en poesía. Es evidente que hay que leer, y volver a leer a diario, para no desmayar de hambre de buena literatura pero sin olvidar que soñar y crear no evitará sentir la soledad de la muchedumbre al no ser escuchados. Escuchar es aprender a conocer a los demás, incluso a los poetas anónimos que nos rodean.