Puede que el género Toldo –como tantas cosas y asuntos municipales que podrían inventariarse–, sea ya un clásico –no diré que clásico estival, que va– sino un pedazo de clásico del género primaveral.
Puro género primaveral, por ello, de incumplimientos y señalamientos vanos.
Género primaveral como las lilas abrileñas o como el retorno de las golondrinas viajeras.
Géneros que tanto complacen al sector poético de la población.
Por más que no haya leído aún la Oda al sol brillante, ni la Elegía de la sombra quieta.
Sol, sombra y silencio.
Y eso dicho en vísperas electorales, es una evidencia de los incumplimientos de tantos compromisos vertidos a lo largo del mandato por los titulares del gobierno local.
Luego se habla, enfáticamente, de cumplimientos del Programa al 115%, o de Gestión incontestable.
O de cualquier otra afirmación estratosférica y sin antecedentes.
Ahora, con las elecciones en el horizonte solar y con el calor anticipado, repartirán culpas del retraso por el entoldado ausente de la Plaza Mayor.
Culpas por la sombra ausente.
Que va a impedir que se pudieran celebrar mítines electorales al aire libre, en la plaza sombreada y acogedora.
Todo, asunto de retrasos, incumplimientos y apariciones de toldos y sombras.
Apariciones desaparecidas que cada vez, se parecen más al famoso monstruo del lago Ness.
Que aparecía en verano y desaparecía en invierno.
Como los toldos municipales.
Y eso que son pura lona y no otra argamasa más sólida y durable.
Sospecho que la envergadura de la actuación no es tanta, pero si es de una lentitud bíblica.
Lo digo por la paciencia jobiana –del Santo Job– del respetable, que ve como pasan las declaraciones y afirmaciones sin consecuencia alguna.
Incluso pasan las corporaciones, en su conjunto y todo sigue igual.
Hace un año, la portavoz municipal anunciaba, justamente el 8 de mayo, el futuro entoldado de la Plaza, como una tierra Prometida.
Y sombreada.
Plaza entoldada y sombreada como la gran noticia del verano adelantado y derretido del pasado mes de mayo de 2022.
Sospecho que, de nuevo, este 8 de mayo y calor mediante, volveremos a la carga del anuncio sombreado.
Yo cuento con un listado de señales en una libreta aireada, que no deja de crecer.
Que al menos, por mi parte, arrancaba en julio de 2015, reivindicando el Elogio de la sombra a lo Tanizaki con la pieza Toldos y sombras.
Y que tuvo, en estas mismas páginas, continuación seis años seis más tarde.
Ahora con la entrega Todo/toldo cambiará.
Otro ejercicio de optimismo municipal no recompensado.
Que a lo visto nadie entiende o nadie quiere entender.
Género periodístico por ello, el del Toldo primaveral a la manera del anual artículo antitaurino de Manuel Vicent.
Que suele desplegar, en el entorno de la Isidrada madrileña, para dar a entender su rechazo a la fiesta de los toros.
Donde, por lo menos hay posibilidades de elegir la sombra.
Ahora que todos hablan del triunfo solar de Morante de la Puebla en la feria de Sevilla.
Pura imaginería.