Comunicado.– Quizás exista un universo paralelo donde legalizar pozos, como propone Paco Núñez o Moreno Bonilla, no suponga vaciar acuíferos o no acabe con Doñana o Las Tablas, pero ése no es nuestro universo conocido.
Pudiera haber un universo paralelo donde, como propone cierto asociacionismo agrario, legalizar pozos y dar derechos de agua a quien incumple la ley, no sea premiar a quien quebranta las normas actuando contra la sociedad, pero ése tampoco es nuestro universo conocido.
También podría haber algún universo paralelo donde los dirigentes políticos que aspiran a gobernar o seguir gobernando, reconocen en campaña que ampliar más aún el regadío supone la destrucción de espacios protegidos y disminuye las existencias de agua y su recuperación, pero sigue sin ser nuestro universo conocido.
En suma, estos políticos y algunos dirigentes agrarios, viven en realidades paralelas y no quieren reconocer la escasez crítica y crónica del agua y la destrucción ambiental que nos conducen al colapso.
Estamos, de facto, en campaña electoral y muchos candidatos de partidos varios hacen propuestas imposibles, prometen agua abundante que no existe, afirman una cosa y su contraria y, en definitiva, prometen lo que saben que no puede hacerse. En lugar de solucionar los problemas, los aumentan en una huida suicida hacia adelante. A problemas reales de crisis reales y de envergadura, como el agua, el cambio climático, la crisis ambiental, macrogranjas, el aumento del regadío en intensivo,… su propuesta es aumentar esos problemas.
En un verano que ha empezado en abril, con una escasez crónica del agua, con un acuífero sobreexplotado con riesgo de contaminación por nitratos, con un modelo agrario intensivista que despilfarra agua y a menudo endeuda a los agricultores, con un futuro oscuro para la agricultura y la ganadería en la región… la solución pasa por recuperar el Acuífero, Las Tablas, el buen estado de las aguas superficiales y subterráneas, los humedales y acabar el derroche y la mala gestión y planificación.
Para hacer frente a esta situación y las múltiples interrelaciones ecológicas, sociales y económicas que conlleva, se requiere de una serie de consideraciones, como son:
1. Reconocer que el agua pertenece al conjunto de la sociedad, y no es propiedad exclusiva de una parte de la misma.
2. Admitir la escasez del agua, la realidad del cambio climático y la inviabilidad del modelo agrario actual.
3. Que las organizaciones agrarias que apuestan de forma irresponsable por un modelo de agricultura y ganadería industrial que compromete seriamente nuestro presente y futuro, bajen a la realidad y dejen de presionar en esa huida hacia el abismo.
4. Buscar soluciones viables, factibles y reales ambiental y socialmente, en el contexto que nos encontramos de crisis ambiental y social.
5. Transitar a un modelo social y ecológico en el uso del agua, con criterios sociales y de conservación. Proteger a los buenos agricultores, promover las buenas prácticas y sancionar a quienes hacen un mal uso del agua. Y ello con el respaldo de la sociedad y los partidos tanto en el gobierno como la oposición.
6. Dejar de buscar con estos asuntos el voto fácil, prometiendo lo imposible y enmascarando la realidad. Es decir, no utilizar este asunto en la lucha partidista que lo único que genera es desinformación, expectativas frustradas en los agricultores y la sociedad y una solución cada vez más lejana y difícil.
7. Escuchar a la ciencia y darle el protagonismo y el liderazgo que merecen en base a su conocimiento.
8. Ahorrar agua, a todos los niveles y, como sociedad, cuidarla y protegerla.
Lo que aquí se propone es perfectamente viable, se puede hacer, la cuestión es si dirigentes que aspiran a gobernar o ya gobiernan están dispuestos a servir a la sociedad en lugar de seguir buscando el voto fácil y continuar instalados en el corto plazo.
Quizás el problema principal que tenemos no sea la escasez de agua, sino reconocer los problemas para buscar soluciones bajo criterios ambientales y sociales, pensando en el interés general y no en un puñado de votos.
Una reflexión final dirigida a responsables políticos: ¿son conscientes de las consecuencias para la población, especialmente vulnerable, trabajadores expuestos al aire libre, vida silvestre, etc. de lo que podría suponer aumentos de 5ºC o más a las temperaturas ya de por sí altas en pleno verano o en la canícula?
Seguiremos informando.
Mesa del Cambio Climático.