Jesús Millán muñoz.- Hace unos días, en RTVE emitieron un documental reportaje sobre José Hierro, el poeta y poetiso de una generación, de la postguerra, que a punto estuvo a tiempo de no existir.
No voy a indicar aquí cifras de años y de méritos de Pepe Hierro, el poeta de distintos oficios y profesiones, de los silencios de lustros y del escribidor/escribiente en la mesa de algún bar cercano a su morada y vivienda y casa y lugar. Pero si querría recordar algo de los dos poetas, porque al final, como bien dijo y diría Hierro, Francisco Umbral era un poeta, un poeta que se dio cuenta, según su confesión, que de los libros nadie vivía en España, ni Delibes, que se dio cuenta, que de la poesía menos, ni Aleixandre, y, entonces, se le ocurrió vio percibió siguiendo los pasos de Francisco Cossio, el de los dos artículos diarios –hermano del Cossio de Madrid y de la fama-, que lo suyo era el periodismo literario, y, en esos trozos de papel incluiría toda la poesía del mundo, especialmente la del veintisiete, y, todas las ideas y formas y géneros y moldes de todos los articulistas hasta su época, desde Larra –y, por la tarde redactaría sus libros, ciento diez, han sido publicados, si mi memoria no me falla, posiblemente, tuviese guardados en los cajones algunos más, que podrían de existir, sus albaceas y esposa publicarlos…-.
Hierro el poeta que estuvo a punto de ser olvidado, el poeta de distintos oficios humildes y modestos, pero también, de locutor cultural en la radio oficial, pero también, con grupo y responsable de una de las salas del Ateneo de Madrid, pero también de escritor eterno y de poeta eterno entre cafés y esperando su momento, aunque con tiempos de desierto –que en una entrevista ya lejana en el tiempo, parece ser se pasó, algunos lustros sin redactar líneas de versos, que en definitiva, son/eran la esencia de su vida, además de preparar paellas para sus amigos y amistades y conocidos, y además, de su familia, nunca recordamos a las familias de los poetas, que llevan sobre sus hombros los destinos y genialidades de sus conyugues e hijos y hermanos y padres y abuelos-.
Poeta merecedor del Premio Cervantes, bien dado y bien otorgado, poeta que era consciente, que todos los poetas cabían en su corazón, fuesen de un color o fuesen de otro. Poeta que empezó a realizar la transición antes de la Transición. Poeta que tenía sus profundos dolores, pero que sabía que la reconciliación era el destino de nuestro pueblo y, y es, el de la humanidad. Poeta y persona, no sé si mayor poeta que persona, o mayor persona que poeta –yo no le conozco claroscuros-, pero persona más grande que poeta, y poeta más grande que los grandes –poeta que espero y deseo y quiero que quede en la Historia de la Literatura Española y Europea durante siglos…-.
En El País del 06 del diez de 1981, Francisco Umbral redacta un artículo en forma de amistad, homenaje, análisis, crónica, comentario sobre Hiero, titulado, José Hierro. La amistad de Hierro y Umbral data desde cuándo este último estaba en León. Data de hacía décadas. Es bueno que los autores literarios se tengan amistad y empatía entre ellos. Es un buen ejemplo. Me duele que el siglo de oro, los grandes y grandísimos, que ahora estudiamos, llevamos estudiándolos siglos, muchos entre ellos tenían guerras de espadas y de lances y de lanzas y de escudos. Es triste. Porque a veces, pienso soñando, si se hubiesen llevado bien o medio bien, entre todos ellos, se hubiesen respetado sus personas y sus estilos y sus temas y sus orígenes y sus suertes, cuánto podrían haber avanzado.
Es como si los hombres y mujeres de ciencia, no se apoyasen entre ellos, no podrían avanzar. Pues eso, ese sueño personal despierto, si Quevedo le hubiese dado ideas a Cervantes, y ambos a Lope de Vega, y hubiesen escuchado a Góngora, y, todos los demás, que pudieran coincidir unos años o unos lustros, al final, o al principio. ¿Me pregunto dónde podrían haber arribado y llegado sus frases y sus ideas…? ¡Hubiesen sido no ya grandes y genios sino supergenios, por aquello de la frase, dicen que falsa atribuida a Newton, ascendí en hombros de gigantes…! (Y, ese vicio o desvirtud o mal hábito lo continuamos durante siglos, unas bandas y escuelas literarias contra otras…).
Hace unos meses asistimos, ambos conyugues y viajeros a la exposición sobre Hierro en la BNE. Merecido homenaje, merecido recuerdo, merecida memoria. Hierro y a Hierro que le recuerdo con su rostro y cara y frente y cráneo. Algunos dirían como un gran mongol de las letras insertado en la Castilla de siglos. Hierro que, parece ser, que intentó construir su gran libro de y en Nueva York, su testamento poético, quién sabe si antropológico y social y político y metafísico y religioso.
Hierro que le recuerdo en la entrada al Premio Cervantes, allá en Alcalá de Henares, en el lugar de Cervantes, acompañado de su nieta. Recuerdo esa imagen… Hierro que recuerda a tantos miles de poetas, que llevan sus vidas, lo mejor que pueden, pero que combinan sus versos con otros trabajos para vivir y sobrevivir. Hierro sería el arquetipo y símbolo de todos ellos. De todos aquellos y aquellas que se dicen, si Hierro, al final, le otorgaron los laureles de las posibilidades que puedan ser recordados y leídos y meditados sus poemas durante siglos, pues quién sabe si yo, se dicen, tendremos/tendríamos la misma posibilidad…
Aquí mi homenaje doble a Hierro y a Umbral, dos grandes vocaciones de la literatura. Pero no deseo terminar sin una pregunta, que me ha estado rondando casi toda la vida, en relación a Hierro, porqué no buscó escribir artículos, a semejanza de su amigo Umbral, quizás con otras temáticas, otros estilos, también con poesía y hablando de multitud de temas. Me pregunto si lo intentó y no le fue posible, me pregunto si no quiso acceder a ese lugar del paraninfo poético…
Si deseamos recordar y homenajear a Hierro, gran y genial y eximio poeta y persona y persona y poeta, creo que le agradaría que se crearan Centros Documentales de Poesía, como su Fundación de Poesía, allí, allí podrían crear un Centro Virtual dónde estuviese, una ficha pequeña y un pequeño curriculum y enlaces a la poesía de cientos y miles de poetas que andan por el mundo de este país, de estas lenguas…
Creo que a Hierro y en homenaje a Hierro le agradaría, que su Centro de Poesía de Getafe, empezase a realizar, un Archivo Virtual, una hoja máximo de cada poeta o poetisa o poetiso, con una pequeña ficha con su curriculum, y, enlaces a sus redes sociales. Así, pienso que Hierro sentiría que otros y otras, que quizás, están de profesores, maestros, catedráticos, ejecutivos empresariales, pasteleros, auxiliares administrativos, camareros, albañiles, quizás, quizás otros albañiles también son poetas y tendrían una posibilidad de que algo de su trabajo quedase para el futuro…