Manuel Valero.- Durante el año 2021 las mujeres asalariadas obtuvieron en España unos ingresos brutos estimados de 26.913 euros, un 8,4% menos que los 29.367 euros que percibieron de media los trabajadores varones a lo largo del mismo ejercicio. Esta brecha salarial de género, según los datos publicados ayer por la Agencia Tributaria, tiene un origen temporal muy marcado: los 36 años. Por debajo de ese corte, hombres y mujeres reciben unos salarios prácticamente semejantes. De hecho, hasta los 25 años el sueldo de ellas se sitúa un tímido 0,49% por encima del de ellos. A partir de los 36 años, sin embargo, la balanza se descompensa y la retribución de las mujeres está ya casi un 8% por debajo, porcentaje que va escalando hasta un máximo del 30% a partir de los 65 años.
(Cinco Días, noviembre de 2022)
Hay una cosa que personalmente me indigna y mucho cuando aun no se han apagado los ecos del recién celebrado 8-M: la brecha salarial. Y aún hoy persiste. ¿Cómo puede ser que en 2023 una mujer cobre menos que un hombre sobre todo si hacen el mismo trabajo? De ser así supondría que luego de más de 40 años de libertades, de sindicatos reconocidos, de gobiernos socialistas, de varias huelgas generales, de conflictos varios… la brecha salarial persiste con una contundencia tal que ha pasado desapercibida a lo largo de las décadas, a pesar de los estudios, sin que se haya conseguido eliminar esa lacra.
En mi ámbito laboral en el diario Lanza siempre conviví con la igualdad salarial e incluso los últimos años tuve de jefa a una mujer: Laura Espinar. Más de una vez debatimos en la redacción sobre el particular. Más que nada porque el hecho de que una mujer tuviera un salario menor al del hombre sólo por ese pequeño detalle-ser mujer-no me parecía una injusticia social-que lo es y gorda- sino algo mucho más grave: una grave conculcación del artículo 14 de la Constitución.
La brecha salarial nunca fue motivo único de movilización general. En los primeros años había que asentar la democracia en el ámbito social, laboral y sindical que venía de una verticalidad inasumible para los nuevos tiempos, pero los años pasaron, la democracia se fue consolidando y los sindicatos adquirieron un papel fundamental en el nuevo sistema. Su capacidad de presión y movilización estaba fuera de toda duda. Y sin embargo no recuerdo que la igualdad salarial real fuera punto reivindicativo único para la convocatoria de una huelga general como las hubo por otras razones.
El hecho de que ayer mismo los medios incidieran sobre esa discriminación convierte la brecha en un fracaso colectivo. ¿Cómo es posible pues que aún exista? No es concebible desde luego en el empleo público porque eso sería una sinrazón -una más en estos tiempos líquidos- ya que el sector público se obliga a ser un escrupuloso cumplidor de la Constitución y las oposiciones para conseguir un puesto en cualquiera de las administraciones o empresas públicas igualan a ras a los/las aspirantes.
Por lo tanto, cuando se denuncia la persistencia de la brecha salarial habrá que apuntar al empleo privado, es decir, al mundo empresarial estrictamente y en consecuencia que hay empresarios que pagan menos a ellas que a ellos por diferentes motivos.
Hay otras discriminaciones a la hora de contratar que es donde se localiza esa discriminación como la de ligar una decisión a la hora de elegir a una futura maternidad de la aspirante, el doble trabajo de la mujer en su puesto y en casa aunque se ha avanzado y mucho en la conciliación y ha cambiado la actitud de las parejas a la hora de repartirse las tareas domésticas y reducir jornada para cuidar a los hijos o la feminización y su contrario de algunos sectores económicos y productivos.
Pero la brecha salarial sigue ahí un poco suavizada por las sucesivas subidas del Salario Mínimo Interprofesional . ¿Cómo es posible? Si sigue existiendo ese foso de separación lo demás es pura parodia: los nuevos conceptos de mujer y el feminismo político son una simple algarabía que no tiene sentido mientras en la España de 2023 existan mujeres peor pagadas que los hombres. La paridad es garante de igualdad y difumina los perfiles de masculinidad o feminidad en los sectores de trabajo lo cual no justifica una menor retribución de la mujer. Si en un consejo de administración hay 8 hombres y tres mujeres, ¿cobran estas menos que ellos? ¿Una limpiadora de aeropuertos cobra menos que un hombre que haga lo mismo o es porque el hombre tiene un contrato a jornada completa y la mujer, parcial? ¿Qué han hecho las inspecciones de trabajo todo este tiempo, que no es poco? ¿Se ha multado a alguna empresa por cometer el disparate de pagar menos a una vagina que a un pene si hay misma responsabilidad, misma categoría, misma jornada? ¿Existe la brecha en estos casos?
Las manifestaciones de ayer en las que no abundaban pancartas alusivas a la discriminación laboral y sí otras de dudosa madurez se ha leído como un pulso político entre el propio movimiento feminista y como una debilidad del Gobierno. La larga crónica de El País apenas dedica una mención a la nómina femenina y se recrea en otras cuestiones. Y en esas seguimos.
Consuela un poco que la brecha se abre a partir de los 36 años y que hasta esa edad apenas existe. Algo es algo.
Articulo 14.- Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. |