El tiempo dará o quitará razones

Manuel Valero.- A expensas de lo que nos depare la actualidad cebada de casos de corrupción- ya saben: esa debilidad tan antigua como el hombre-todo parece indicar que la empresa anunciada por el presidente regional Emiliano García-Page va en serio, según las últimas informaciones. Y si no se trata de un nuevo año cero para la reindustrialización de Puertollano acorde con los nuevos esquemas de la actividad fabril que pone la eliminación de efectos nocivos contaminantes casi a la altura de los beneficios,  al menos supondrá un serio empujón para sacar a la ciudad de la modorra, enganchada hoy exclusivamente a la teta de Repsol. Si, como está comprometido políticamente el presidente y empresarialmente el consorcio Hydnum Steel, el proyecto deja de ser eso, proyecto -si no lo ha hecho ya- y se convierte en realidad, serán muchos los puertollaneros/as los que pasen del escepticismo al aplauso.

No es fácil desligar el contexto electoral de los anuncios alentadores que se agolpan en las mesas de quienes tienen potestad para ello. De un lado el gobierno y las instituciones que facilitan la ubicación de empresas- suelo disponible urbanizado para tal fin, etc.- con el apoyo de fondos europeos, y de otro que las compañías atraídas lo hagan con la convicción de la idoneidad para sus intereses y los de la ciudad y no solo por el gancho del dinero público por muy europeo que sea. El Covid además de su trágica factura humana se cobró una buena depresión económica y empresarial que obligó a la Unión Europea a planes de choque para evitar el colapso, sobre todo el Next Generation o los PERTE. La reactivación económica con el empleo de energías limpias es el espinazo de este gigantesco antidepresivo comunitario.

También se ha sabido que además de la Hydnum que producirá acero verde  utilizando el hidrógeno del mismo color que producirá Repsol como un nueva madre hidrogenada para las firmas que se instalen aquí, que otra empresa, la Freepoint Eco-Systems España construirá en la Nava una planta para convertir el plástico en resina.

El entusiasmo de la clase política, sobre todo la que ostenta el poder es comprensible como también lo es el escepticismo ciudadano, abrumado en vísperas por una nueva fiebre de iniciativas limpias y circulares que traerán trabajo y dinero y asentarán población a una ciudad que no ha sido otra cosa que industrial prácticamente desde sus orígenes.

Ojalá y todo se concrete al margen de lo que pase en mayo. Uno prefiere ceñirse al horizonte cercano de la ciudad en la que vive y hacer oídos sordos a los estruendos de la política nacional cuya onda expansiva amenaza seriamente a las provincias. Preferible es aferrarse a un cierto porvenir en estos tiempos inciertos y que Puetollano vaya recobrando la salud económica de antaño. Suele ocurrir, lo sé por experiencia de la profesión que tocando elecciones municipales, autonómicas o generales, el votante disocia una cosa de la otra. Cuando Bono, por ejemplo, no eran pocos los pueblos que votaban PP para sus municipios y PSOE para la región. Pero eran otros tiempos, claro.

Supongo que la corrupción ya endémica, o casi, en esta sufrida España nuestra preocupa a los ciudadanos. Decía mi abuena: que el Señor no nos ponga ande haiga. Pero seguro que antes que eso está la vivienda, la cesta de la compra, el curro, buenos servicios y todo aquello que cimenta el estado del bienestar. Si, además, tenemos una clase política honrada y ejemplar… ni Suecia.

De modo que avanzados y detallados los compromisos demos credibilidad a lo prometido, esta vez sin notario de por medio, pues con la misma contundencia con que se aseguran  se incrementa la vergüenza de no cumplirlos. Ojalá y sea como se cuenta y se promete. El tiempo dará o quitará razones.

PD.- Ya que estamos tan involucrados en mandar las energías fósiles a donde amarga el pepino en el nuevo concepto de producción industrial, habrá que recordar que hay otra limpieza, la de la ciudad misma, que responsabiliza por este orden a ciudadanos y ayuntamiento, y no parece que a esta alturas ni unos ni otro hayamos puesto el celo que se necesita. Una industria limpia y una ciudad sucia no pegan ni con cerote.